El obsceno habla inglés, titulaba la nota de revista Ercilla en su edición 1.981, de la semana del 4 al 10 de julio de 1973, donde se daba cuenta de que la torrentosa novela de José Donoso, El obsceno pájaro de la noche, pronto estaría traducida al idioma de Shakespeare. “No se sabe qué suerte le espera en su traducción inglesa, pero ciertamente merece tomar colocación junto a las mejores obras de Asturias, de Fuentes, de Cortázar, de Borges, y Rulfo, de Vargas Llosa y de García Márquez”.
En sus páginas, Donoso imaginó una serie de monstruos, repelentes y algo folklóricos, que comparten hogar en un microcosmos construido en el fundo de don Jerónimo de Azcoitía. Todo para proteger a Boy, el primogénito del patrón, de su propio terror y deformidad (es jorobado y con labio leporino). Por ello opta por sumergirlo en una especie de realidad paralela. Aunque, como sabemos, con José Donoso los monstruos siempre están en el interior de los personajes.
Con una escritura barroca, densa y compleja, el autor de Coronación firmó su cuarta novela en 1970 después de un largo proceso que le tomó ocho años. Desde entonces, la crítica comentó favorablemente el escrito. “A pesar de su desorden superficial, El obsceno pájaro de la noche ha sido planificado cuidadosa, inteligente -y hasta cabalísticamente-”, señaló Ercilla. Y el elogio mayor llegó del mismísimo Harold Bloom, acaso el tótem de los críticos literarios. “Una de las obras esenciales del canon de la literatura occidental del siglo XX”.
En una entrevista posterior con El País, de España -donde Donoso residía- el mismo autor explicó un poco la novela: “En El obsceno pájaro de la noche yo jugué con lo monstruoso, lo esperpéntico, lo negro, lo miserable. Era un tipo de fuga del realismo. Aquí también me escapo de él, a través del artificio. Para mí la fuga del realismo no es lo fantástico, sino lo artificial. Es otra forma de deformación, de irrealidad”.
Tras publicarse en Chile en 1970, tres años después ya estaba traducida al inglés para los Estados Unidos, a través de Knopf Books. Sin embargo, la novela no se tradujo de forma completa. Es decir, los lectores angloparlantes jamás pudieron leer la totalidad de la laberíntica obra de José Donoso. Hasta ahora.
Recientemente, El obsceno pájaro de la noche acaba de ser publicado en inglés por la casa editora New Directions, en una edición que recupera las 20 páginas que faltaron en la traducción original, y que incluye un prólogo del escritor chileno Alejandro Zambra. A cargo de este proceso estuvo Megan McDowell, traductora estadounidense residente en Chile, y quien además hizo una Nota sobre la traducción. Consultada por Culto, nos comentó de los cortes que en su momento impidieron a los lectores de habla inglesa aproximarse a la novela de forma íntegra.
“Los editores se metieron en el texto—mi impresión es que los editores gringos tienden a ser más ‘activos’ en general—y le pedían a Donoso muchos cortes. No te puedo decir exactamente por qué o cuál fue la motivación, pero supongo que simplemente pensaron que el libro sería mejor sin esas partes. Cuando estaba escribiendo mi Nota sobre la traducción, mi editor fue a la librería de Princeton para indagar en los archivos, y tenemos el registro de todo un tira y afloja entre Donoso y la editora de Knopf. Parece que hubo una negociación, ellos pedían que cortara grandes bloques de texto, y Donoso dijo que no, pero accedió a algunos cortes más acotados”.
“Los cortes tenían que ver con ciertos temas: casi todo el delirio en el hospital de Dr. Azula, por ejemplo, y Donoso se negó pero cortó algunas cosas. Sacaron todas o casi todas las referencias al chalet suizo, a los hombres barbudos de los periódicos que el Mudito usa para empapelar paredes, y muchas de las descripciones de la ropa y objetos finos de Emperatriz. Puede ser que lo de la ropa les haya parecido superficial, y puede ser que en lo de los hombres barbudos hubo razones políticas, pero en realidad no se sabe”.
Al parecer, agrega McDowell, el mismo Donoso nunca vio la versión editada en inglés antes de su publicación. “Porque las fechas apretaban y mandar el manuscrito a España de vuelta hubiera tomado demasiado tiempo. Además, pidieron a Donoso que incluyera una nota en el libro diciendo que habían cortado la versión en inglés con su permiso, y que las ediciones futuras en español iban a incorporar esos cambios, pero eso no pasó, la versión en español nunca cambió”.
McDowell es una experimentada traductora. Es ella quien ha llevado al inglés a importantes escritores latinoamericanos, por lo que está muy familiarizada con la literatura de esta parte del mundo. Suyas son las traducciones al inglés de Samanta Schweblin, Mariana Enriquez, Lina Meruane y Alejandro Zambra. Aunque en este caso, lo que realizó fue más bien un trabajo de edición. “Lo que yo hice fue revisar la traducción que ya existía, y traducir las partes restauradas, que vienen a ser unos 20 o 30 páginas. Entonces mi participación fue más bien como una editora (trabajando en conjunto con Chris Wait, mi capísimo editor en New Directions), y traduciendo esas partes faltantes. También escribí una Nota sobre la traducción y traduje la introducción que escribió Alejandro Zambra”.
Para Megan el proceso fue complejo, pensando en que José Donoso está fallecido, por lo que debió ingeniárselas para resolver las dudas. “Tuve el apoyo de mi editor, quien se tomó el tiempo para ir a los archivos en Princeton. En cuestiones de traducción, hice preguntas a Alejandro y al traductor Rodrigo Olavarría, quienes suelen ser mis fuentes cuando traduzco autores muertos. Además, leí la colección de los diarios de Donoso que editó Cecilia García Huidobro en UDP, y también Correr el tupido velo, de Pilar Donoso (otro librazo que me dejó marcada). Siento que traté de hundirme en el mundo de Donoso y de entender su perspectiva y subjetividad, que parecen llenas de contradicciones. Y tuve que pensar también en cuales serían las cosas con las cuales un lector gringo no estaría familiarizado —por eso me concentré tanto en la figura del Imbunche en mi nota—. Es una imagen tan fundamental para entender el libro, y es tan propio del folclor chileno que me pareció importante expandir un poco el contexto”.
Amén de la particular obra de José Donoso, que incluye cuentos y otras novelas notables (como El jardín de al lado, o El lugar sin límites), para McDowell estamos en presencia de una novela única. “Realmente no conozco otra novela como ésta. Me parece que Donoso escribe una narrativa que externaliza su subconsciencia y la hace legible en la historia del Mudito y en la estructura misma de la novela. Donde otras novelas nos aportan un conocimiento de la subjetividad del otro (lo que es muy valioso, por cierto), Donoso nos hace vislumbrar algo aún más íntimo: el inconsciente reprimido de otro ser. Me parece que el proceso de lograr eso debe haber sido muy doloroso y satisfactorio a la vez”.
Por supuesto, McDowell también reflexiona con el vínculo de esta novela con otras. “Si tuviera que elegir un libro parecido a este, quizás sería Viaje al fin de la noche, de Louis-Ferdinand Céline. Algo de su perspectiva pesimista sobre la condición humana, algo de la paranoia, además de una prosa exuberante, me resulta similar”. Y además, con su conocimiento de la literatura latinoamericana, ve ciertas líneas que se pueden trazar entre El obsceno pájaro de la noche con la narrativa de la región.
“Creo que Donoso tenía una visión compleja del poder y del género que hace que su literatura se sienta muy pertinente hoy en día. Para él, el género y la sexualidad eran fluidos y no fijos. Por otro lado, su percepción del poder, de la miseria y la sordidez es algo que me atrae y repele como lectora, como también su fascinación con el lado monstruoso del ser humano. Veo ecos y repercusiones de estas características en la literatura de Mariana Enriquez, por ejemplo, que es otra escritora que traduzco y que ha citado a Donoso como una influencia importante. El obsceno pájaro de la noche puede ser leído como una novela de terror que presiona puntos de pulso culturales, nacionales y personales, y en ese sentido es muy relevante en relación a muchos escritores de América Latina que están utilizando el lenguaje de terror para plasmar sus realidades”.
El escritor en la jaula
El obsceno pájaro de la noche no solo puede ser leída como una novela de terror. También como una experiencia vital que tuvo bastante de monstruosa para su autor. En 1971, Donoso concedió una entrevista a la revista francesa Libre, donde se refrió a la terrible experiencia de la escritura de la novela. “Creo que por fin se hizo forma estética el hecho vital de que mis temas me ‘agarraron’ a mí, y sometiéndome, me impusieron una forma. Desde el fondo de mi biografía y a lo largo de todo lo que he escrito, esta forma venía gritando mi nombre. En mis novelas anteriores se nota cierta simplicidad porque eran fruto de un programa, de un plan, conocía el resultado antes de comenzar a escribirlas, iban de intención contentísima, y eran, por lo tanto, tentativas”.
“Yo no sé qué significado tiene El obsceno pájaro de la noche, para qué escribí sus casi seiscientas páginas durante ocho años. No sé ni siquiera si tuve intención de decir algo concreto en esta novela, me parece más bien que no. No conocí el final hasta que después de los ocho años, llegué a él. Fueron ocho años de encarcelamiento dentro de Pájaro. Al salir de esa cárcel me pareció clarísimo que no quise decir nada escribiéndolo: su esencia eran esos ocho años de lucha por salir de él, por desprenderme de esa forma estética que desde siempre me tenía aprisionado”.
En sus Diarios Centrales. A season in hell 1966-1980, recientemente publicados por Ediciones UDP, nos encontramos con unas descarnadas reflexiones de José Donoso en torno a la novela. Lo vemos compungido, inseguro, aterrorizado. Incluso pensaba que el título era demasiado pretencioso y buscaba otro mejor. En enero de 1966, en Iowa, anotó: “Amanecí muy deprimido. No me gusta el Pájaro. La forma que ahora tiene me parece pobre, poco interesante, sin unidad. ¿Cómo hacerlo? ¿Qué hacer? Estoy totalmente desorientado, y ahora, con las revistas que llegaron con noticias de Chile, y con El Mirador de Bob Wool en que dice que Harper va a publicar un libro sobre escritores latinoamericanos y los nombra a todos menos a mí, me deprime hasta el fondo. Pero sigo pensando en el Pájaro, no me decido a abandonarlo”.
Un mes después, comentó: “Estoy completamente deprimido con la idea total del Pájaro. Creo que me estoy pegando a algo inmenso, sin pies ni cabeza, que no voy a poder terminar nunca porque no sé lo que es. Creo que fui sabio en mejor desglosar ‘El lacayo’. Esa novela tiene posibilidades, tiene existencia tal como está, pero sobre todo, puedo, eventualmente rehacerla, agrandarla, de modo que sea más completa y publicable en Estados Unidos”.
Pocos días después, seguía pensando en tirar la toalla: “Estos días he estado desesperado. Siento que el Pájaro no va a volar nunca y que yo me voy a quedar revoloteando para siempre alrededor de un cadáver, amarrado a él y esclavizado por mi glotonería. Lo mejor, me parece, es dejarlo estar. Dejarlo tranquilo. Pasar a otra cosa. Pero no demasiado a otra cosa”.
En junio de 1967, en Setribal, Portugal, escribió: “No puedo seguir en esta complacencia confesional. Tengo que enfrentarme con el Pájaro, y lo que haya, saldrá en forma simbólica en él, si es que sale”. En enero de 1968 escribió: “¿Cuándo, y cómo, y bajo qué modas literarias terminaré El obsceno pájaro? Qué cosa más angustiante”.
Y la angustia fue la ventisca que lo hizo terminar la novela. Durante un viaje a Fort Collins, Colorado, en 1969, José Donoso sufrió una dolorosa hemorragia de úlcera que lo obligó a internarse y recibir altas dosis de morfina. Postrado en cama, un profesor de lógica amigo suyo lo acompañó. “Estuvo sentado frente a mi cama mientras yo alucinaba, y tomó notas. Semanas después, cuando yo estaba en recuperación, me mostró esas notas”, recordó después. Ahí cuajó todo.