I
Le estampó un sonoro beso en la mejilla. Un rato antes, Pedro Lemebel había llegado a la Librería Metales Pesados avisado por su dueño, Sergio Parra, de que tendría una visita ilustre. “Llamé al Pedro y le conté que venía Paul Auster a la librería. No dudó ni un segundo y me dijo ¡voy!”, recuerda Parra a Culto. Y llegó.
Corría el año 2014, y Paul Auster vino por primera y única vez a Chile invitado por el programa La Ciudad y las Palabras, organizado por el Doctorado en Arquitectura y Estudios Urbanos de la Pontificia Universidad Católica. No vino solo, lo hizo junto a su esposa, la escritora Siri Hustvedt, y el Premio Nobel de Literatura 2003, el sudafricano John Maxwell Coetzee.
Por entonces, Paul Auster ya era una celebridad literaria. Había publicado sus libros más célebres, tenía una voz narrativa asentada y pocos años antes, en 2011, había cambiado su casa editora en castellano, pasando de Anagrama a Seix Barral. Autor de una veintena de libros, entre ficción y no ficción, su obra caló profundo en toda una generación de lectores. Entre ellos, uno que venía de la periferia de Santiago, Pedro Lemebel. “Paul Auster era un escritor que Pedro quería mucho, y habíamos hablado mucho de su obra. De Leviatán, de La invención de la soledad, entre otros”, recuerda Sergio Parra.
II
Nacido en Newark, Nueva Jersey, el 3 de febrero de 1947, Paul Auster siempre tuvo muy claro que lo suyo era la literatura. De hecho, estudió literatura francesa, italiana e inglesa en la Universidad de Columbia, en Nueva York, y comenzó sus primeros pasos como traductor. Fue tanta su pulsión por los libros que se casó con una escritora, Lydia Davis, en 1974, aunque se divorciaron 4 años después. Con ella, tuvo a su primer hijo, Daniel fallecido trágicamente en abril del 2022 producto de una sobredosis de drogas.
A inicios de los 80, la vida lo cruzó con otra escritora, Siri Hustvedt, y se casarían en 1981. Con ella, Auster tuvo a su segunda hija, Sophie, nacida en 1987, y se consolidarían juntos como una importante pareja literaria. Ambos vieron crecer sus carreras como escritores e incluso recibieron el mismo galardón, el Premio Princesa de Asturias de las Letras: Auster lo recibió en 2006, y Hustvedt en 2019. Curiosamente, ambos tenían estilos de escritura muy diferentes. Auster era directo, sencillo -aunque con una cuidada arquitectura narrativa- y con énfasis en la ciudad, la novela policial y la literatura; en tanto, Hustvedt es mucho más intelectual, y mira sobre todo el feminismo y la neurociencia.
Uno de sus mayores referentes fue el novelista, dramaturgo y poeta irlandés Samuel Beckett, a quien Auster conoció mientras vivía en París. Años después, contó cómo fue ese encuentro: “No recuerdo qué año era. Puede que haya sido 1972, o incluso 1974. Partamos la diferencia y digamos que fue en 1973. Lo vi una sola vez después de aquel encuentro –durante una visita a París en 1979–, y a lo largo de los años intercambiamos algunas decenas de notas y cartas. Difícilmente nuestra relación podría clasificarse como amistad, pero dada mi admiración por su obra (rayana con la idolatría durante mis años de juventud), nuestros encuentros y correspondencia eran sumamente preciados para mí”.
Detengámonos acá y hablemos un poco de la escritura de Paul Auster. ¿Cómo podríamos caracterizar su literatura? responde el crítico literario de Culto, Matías Rivas. “Logró crear un universo literario donde están presentes ciertos temas recurrentes, como la pérdida, el azar, la ciudad, el jazz, la vida cotidiana norteamericana, los escritores como personajes, el vagabundeo. También creó una especie muy particular de suspenso, era un tipo muy virtuoso estilísticamente. Sus textos son veloces y laberínticos, está muy bien hecha su prosa. Buen escritor”.
“Fue un autor muy importante en Chile en los años 90. En esos años, me tocó trabajar en una librería y era fundamental como personaje. Era muy leído, muy influyente en muchos escritores que se estaban formando, y los que ya eran escritores lo leían, lo comentaban”, añade Rivas, y también destaca que Auster no solo fue novelista. “Excedía el campo literario, hay libros de Paul Auster como periodista y ensayista que me encantan. Me gustó mucho La llama inmortal de Stephen Crane (2021), su obra de No Ficción es muy buena”.
La periodista Paula Escobar es una gran lectora de Paul Auster, incluso pudo entrevistarlo en 2021 para este medio. Contactada por Culto, también se anima a hablar de su obra. “Lo descubrí el año 92, con su novela Leviatán. Desde entonces, creo que he leído casi todas sus novelas. La duda, la confusión, la dualidad, el movimiento, son parte de los temas recurrentes de su obra. En Auster están tanto la conexión con la fragilidad extrema como la posibilidad del caos a la vuelta de la esquina. Y la idea, quizás, de que sólo se puede intentar alejar o sortear el caos o el infortunio a través de los vínculos. Y está el azar, por supuesto, como un recordatorio de cuán grande es aquello que no elegimos ni controlamos”.
Como si fuese una novela, Escobar fue testigo involuntaria de un momento de la vida del autor: “Por azar, justamente, Siri Hustvedt supo estando aquí en Chile, en noviembre de 2022, que Auster estaba enfermo, y que el long Covid que pensaban que tenía, era en realidad cáncer. Las misteriosas fiebres, la fatiga y el cansancio no eran una secuela del coronavirus sino un cáncer. Fue muy impresionante”.
Desde su verja, Sergio Parra apunta: “Paul Auster profundiza una narrativa que tiene que ver con las dobles vidas, o sea, la vida que hay detrás de una persona. Cuando publicó su primera novela trajo un aire, hizo una reflexión sobre la escritura. En su obra también está la idea de la ausencia del padre. Hay como una melancolía y una mirada muy crítica de la sociedad norteamericana. Critica el abandono que la sociedad hace de personajes que se desbordan y terminan siendo hombre bomba o asesinos”.
III
¿Por dónde pasa la importancia de Paul Auster en la literatura contemporánea? Matías Rivas señala: “Fue un escritor muy pop, cruzó el umbral de la literatura. Era un escritor que habla de escritores, no obstante, lo lee gente que no pertenece a ese mundo, logró generar un tipo de lector masivo, mundial, que se hizo adicto a sus historias. El tema del azar, los cruces de vidas -que son tan típicos de él-, historias que se superponen. Pero sobre todo te transmite un ambiente, trabaja el tema del fracaso y de la pérdida siendo un tipo exitoso. Eso empapó a muchos escritores. No son temas que haya inventado él, pero la forma en que los encaró es única. Su técnica es enorme. Mucha gente trató de escribir como Paul Auster, lo cual es bien difícil, no obstante daban ganas de escribir cuando uno lo leía”.
Paula Escobar indica: “Creo que, como se ha dicho, fue el Dickens de Nueva York, especialmente de Brooklyn. Recreó ese universo, y lo hizo propio, en torno a esas calles y parques, cerca del hermoso townhouse que compartió con Siri Hustvedt durante décadas. Conectó con sus emociones y miedos, y los de su época. En su penúltima novela, La llama inmortal de Stephen Crane, proyecta las divisiones de su país, desde el pasado al presente, aterrado por la polarización y el daño causado por Donald Trump”.
Por su parte, Sergio Parra agrega: “No sé si es el gran cronista de Nueva York, yo creo que es el gran cronista de los personajes que viven en la ciudad. Son tipos que caminan por una ciudad que tiene muchos recovecos. Hay personajes extraviados, encantadores. Ahora, cuando se fue a Seix Barral algo pasó con Paul Auster, ya no fue el de antes”.
¿Qué leer de Paul Auster? Si no se le ha leído y se quiere entrar en su universo, nuestros entrevistados nos dan una ruta. Matías Rivas afirma: “Leviatán, La trilogía de Nueva York, y El palacio de la luna, eso en ficción. Y en No Ficción, recomiendo La invención de la soledad y Diario de invierno, que son libros donde habla de sí mismo, de su historia”.
No se queda atrás Paula Escobar y agrega: “Yo recomendaría El Palacio de la Luna, una novela deslumbrante, que transcurre a fines de los sesenta. El protagonista tiene -pues los recibió en herencia- 1.492 libros, y luego de leerlos, los va vendiendo. Pero igual queda solo y sin un centavo. Luego aparece el amor, el azar y un viaje que cambia todo”.
“Y también recomendaría la última, Baumgartner, que fue su despedida, y él lo sabía, pues la escribió ya enfermo de cáncer. Se trata de la historia de un profesor de filosofía al borde del retiro, de 76 años, que está elaborando el duelo por la muerte de su esposa en un trágico accidente y, a la vez, está enfrentando el duelo por la fragilidad de la edad y la inminencia del fin. Todo esto pasa en su casa, una parecida a la de los Auster en la vida real, en donde encuentra en cada sala un recuerdo de la vida que perdió, del presente que se fue, del futuro que ya no existe”.
Sergio Parra menciona: “Yo creo que Leviatán, es uno de los grandes libros de la narrativa estadounidense. Aún me preguntan por él en la librería, se sigue vendiendo. Los lectores siempre buscan La invención de la soledad o La trilogía de Nueva York. De hecho, el último, Baumgartner, ya se agotó”.
IV
“Venía con un cigarro electrónico. Me contó que estaba intentando dejar de fumar, pero no sé si lo logró”, recuerda a Culto Loreto Villarroel, la coordinadora del programa La Ciudad y las Palabras, que trajo a Paul Auster a Chile en 2014. Al teléfono, relata sus recuerdos de esos días junto con el escritor. “Era un encanto, conmigo fue muy cariñoso. Con la mente abierta, amable. Siri también, un encanto”.
Auster, junto con Siri Hustvedt y John Maxwell Coetzee alojaron en el Hotel Hyatt. Llegaron el día domingo 20 de abril. El martes 22, Hustvedt dio una charla en solitario en el ciclo, y al día siguiente, miércoles 23, fue el turno de Auster y Coetzee, quienes se presentaron ante más de 500 personas en el campus Lo Contador. Entre el público -según la nota de La Tercera- estaban personalidades de la cultura como los escritores Antonio Skarmeta, Rafael Gumucio, Carla Guelfenbein, el exministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke, y el actor Francisco Reyes.
Villarroel llevó al grupo a almorzar al restorán Da Carla, en Vitacura, y también pasaron por el Astrid y Gastón, un restorán peruano en Providencia. Sin embargo, hubo una invitación muy especial, la de la entonces presidenta Michelle Bachelet, quien invitó a Auster y a Hustvedt a almorzar con ella. El mismo Auster recordó esa experiencia en 2022, en diálogo con la revista Ya. “Siri y yo tuvimos una visita extraordinaria hace unos años a Chile, cuando presidía Michelle Bachelet en un segundo período. La habíamos conocido en Nueva York y cuando fuimos a Chile, por supuesto, no la llamamos. No podíamos decirle a la Presidenta del país: ‘Oye, ¿qué haces hoy al almuerzo?’. Pero ella averiguó que estábamos en Santiago y nos convidó a un largo y maravilloso almuerzo en La Moneda. Nunca lo olvidaré”.
Auster y Hustvedt no solo almorzaron con Michelle Bachelet, también recorrieron Santiago guiados por Loreto Villarroel. Ahí llegaron a la librería Metales Pesados. “Auster era muy afectuoso, hablaba algo de español -recuerda Sergio Parra-. Fue muy cordial, le encantó conocer Chile. Estaba sorprendido de los lectores que tenía, sobre todo de su primera época”.
Y mientras Auster -junto a Hustvedt y Coetzee- hurgeteaba por la librería, apareció Pedro Lemebel. “Vino y se sacó una foto con Paul Auster. Ni miró a John Coetzee y a Siri la saludó muy cordialmente, porque con el que quería estar era con Auster, le gustaba mucho. Estuvieron conversando un rato, y le regaló uno de sus libros, De perlas y cicatrices. Se lo dedicó y regaló. Pedro estaba muy contento, se sacaron la foto, le dio un beso en la mejilla y se fue. Paul Auster quedó muy sorprendido”.