Janet Lohse quería celebrar la víspera de su cumpleaños en solitario. Al reservar en línea una cena en un restaurante, solo existían mesas para dos personas y más. Una mesa para uno no era opción, así que agregó en los comentarios adicionales que iba sola. Sin embargo, cuando llegó al local, fue enviada directamente a la barra.
La desalentadora experiencia —en la cual no se le ofreció una solución— inspiró la cuenta de Instagram @unamesaparauno, un espacio para compartir y reflexionar sobre el placer de disfrutar de la propia compañía. “Al principio era más básico, era mostrar mi experiencia como usuario en diferentes lugares. De ahí comenzó a escalar, porque empecé a notar interés de las personas al salir en citas a solas”, explica Janet Lohse a Culto.
De ese proyecto, que hoy acumula más de 14 mil seguidores en la red social, surge Una mesa para uno, libro publicado en abril de este año por Ediciones Urano. Sus vivencias personales, las conversaciones con su círculo y la investigación respecto a vivir la soledad desde la seguridad, son los tópicos que explora el texto.
Su oficio, por supuesto, influyó en el análisis. Diseñadora de experiencias de profesión, Lohse ya no solo exploraba sus propias sensaciones, sino la forma en que los espacios estaban pensados para los clientes y/o usuarios. La iluminación, la forma de las sillas, el servicio al cliente. Todo permeaba en la experiencia final. “Siempre va a haber un factor emocional, pero sí, hay metodologías de diseño que tú puedes aplicar para poder ver si el servicio, de cara a un comensal solitario, está resultando de buena manera. Me ayudó a entregarle fundamento a la experiencia de salir sola”, profundiza la actual Directora de Contenidos en RODA CORP.
Bastante lectura, conversaciones con profesionales y numerosos focus group nutrieron la escritura de Una mesa para uno, que intenta desentrañar los conflictos internos y externos de vivir en solitario por opción. “Es un acto de valentía interno, porque tú estás constantemente desafiándote a ti mismo. Es complejo compartir con uno mismo, no siempre es tan fácil”.
¿Tenemos que obligarnos a pasar tiempo con nosotros mismos? “Uno tiene que respetar sus tiempos emocionales. Por ejemplo, para mí no es un tema salir sola, pero me he dado cuenta de que por ejemplo para una persona, después de pasar un momento difícil, salir por primera vez a caminar a un parque y lidiar esos 20 minutos con ella misma es un desafío tremendo”, comenta la escritora.
Ir al cine en solitario es uno de los primeros niveles para explorar, tema que aborda en el libro a través de un simpático encuentro con tres mujeres mayores, cuya tradición es ir juntas a ver una película, mínimo una vez al mes. “Es una de las experiencias más cortas, pero aun así hay personas a las que les cuesta mucho ese panorama en particular. Cuando comencé con las citas a solas, empecé en un restaurante por muy poco tiempo. Comía super atragantada, ansiosa y no pensaba nada. Pedía la cuenta y me iba hecha un tomate. Lo que comencé a fomentar es la permanencia en el lugar, por medio de la contemplación, en los sabores nuevos, en la cristalería… Trabajar la contemplación y la gratitud, te ayuda con esas conversaciones internas y empiezas a ser más amable contigo misma”, reflexiona la autora.
Otro de los consejos que da Lohse, y que también señala en el libro, es no quedarse en espacios donde no te sientas cómodo. “He aprendido a ser firme. Si no me siento cómoda, me paro del lugar y me voy. No tengo que dar mayores explicaciones, siento que aplica para todo, para la vida”.
Para las mujeres, otros factores entran en juego al momento de las citas a solas. “Hay distintos mitos. Creo que, lo que más nos diferencia entre hombres y mujeres de salir a solas, es el factor de la seguridad. Cuando me han pedido algunos espacios para ir a cenar o para ir una barra, porque es un panorama nocturno, ya tiene una connotación más complicada. Me fijo dónde está emplazado, de qué manera esta persona puede tomar su Uber de manera tranquila o cómo es el equipo”.
¿Influye también el valor inculcado históricamente a las mujeres de ser complacientes? “Creo que eso igual nos ha influenciado. Eso de tener tan interiorizado el tener que ir acompañada, porque te tienen que cuidar, o el tener que ir acompañada, porque quizás qué van a decir de ti si vas a ese matrimonio sola”.
Coquetear con la soledad puede ser muy atractivo, aunque hay que estar atentos al aislamiento social. “Soy partidaria de que el compartir contigo misma te ayuda a anhelar compartir con el resto, porque es una recarga social. Cuando me empiezo a aislar, digo, quizás algo está pasando y comienzo a analizar y se debe ver con un profesional. Mi soledad es voluntaria, pero me encanta compartir con las personas que yo amo. Estar sola me ayuda a reforzar estos vínculos”, comparte Janet Lohse en diálogo con Culto.
A pesar de que su nombre creció gracias a las redes, es crítica cuando se trata de su uso. “Por ejemplo, a mí no me hacen mucho sentido las frases inspiracionales, porque no te entregan herramientas. Intento alejarme de frases vacías y he intentado nutrirme sobre el tema. No me siento influencer y en ningún caso me siento coach de vida. La única manera es alejarse de la superficialidad y entregar herramientas”, concluye.
En esa línea, Janet Lohse recomienda los siguientes textos para profundizar en el tema: Omoiyari. El arte japonés de la compasión, de Erin Niimi Longhurst, El don de la sensibilidad, de Elaine Aron, El fin de la autoestima de Vikrant A. Sentis y Hygge. La felicidad en las pequeñas cosas de Meik Wiking.