La semana pasada se dio a conocer el trailer de Lee (estrenada en 2023 en el Festival de Cine de Toronto), película protagonizada por Kate Winslet que aborda la historia de la fotoperiodista de guerra Lee Miller. La cinta, dirigida por la reputada directora de fotografía Ellen Kuras, llegará a cines estadounidenses el 17 de septiembre de este año.
Más allá de los detalles del ambicioso filme, que reúne en el elenco a actores como Josh O’Connor (Desafiantes), Alexander Skarsgård (La leyenda de Tarzán) y Andy Samberg (Brooklyn Nine-Nine), la historia de Lee Miller es poderosa por sí misma.
“Lee Miller era una mujer que hizo que las cosas sucedieran. No me importa admitir que la adoro”, escribió Kate Winslet en el libro Lee Miller. Fotografías, publicado por el hijo de la fotógrafa Antony Penrose, y que está disponible en español desde 2023 por la Editorial Blume.
Los inicios de Miller
Nació en 1907 en Nueva York, Estados Unidos, y desde pequeña sabía sacar fotos y rebelarlas gracias a las enseñanzas de su padre, Theodore Miller. Tuvo una infancia difícil. Cuando era niña, fue violada en su casa por un desconocido que le contagió gonorrea, una enfermedad de transmisión sexual que la llevó a someterse a invasivos tratamientos hasta su adultez. Asimismo, su padre le tomaba fotografías desnuda o disfrazada, comportamiento poco cuestionado en la época y que hoy despertaría las alarmas.
Su interés por el arte la llevó a tomar cursos de iluminación escénica en París y en Estados Unidos se matriculó en la Art Students League de Manhattan, donde aprendió y rechazó la pintura, por considerarla anticuada y solitaria.
A pesar de sus conocimientos de fotografía, la belleza y el talento de Lee Miller la ubicó delante de las cámaras a los veinte años. Rápidamente, se convirtió en una de las modelos más famosas de la revista Vogue.
Sin embargo, su carrera sufrió un traspié cuando una foto suya se usó para una campaña de productos de higiene menstrual, las toallas higiénicas Kotex, lo que desató un escándalo que la motivó a dejar América y buscar en Europa nuevos horizontes. “Prefiero hacer una fotografía que ser una de ellas”, es una de las célebres frases que se le atribuye.
Francia y Man Ray
Gracias al director de fotografía de Vogue, Edward Steichen, Lee Miller conoció a Man Ray, el fotógrafo más importante de París en ese entonces. Trabajó como su discípula y modelo, y conoció a figuras como Paul Éluard, Max Ernst, Picasso, Miró y Cocteau. Es más, se dice que, durante el periodo en que ambos trabajaron juntos, muchas de las imágenes de Ray fueron en realidad autoría de Miller.
Man Ray y Lee Miller se volvieron pareja, y ella ‘musa’ del artista visual. En 1929 ambos desarrollaron la técnica de la solarización, que revertía las partes positivas y negativas de una foto y producía una especie de halo en la imagen que acentuaba los claroscuros.
Cuando la relación llegó a su fin después de tres años, Miller regresó a Estados Unidos decidida a posicionarse en la escena artística. Con su hermano, abrió su propio estudio de fotografía y, a los 25 años, se convirtió en una de las fotógrafas más cotizadas de América.
Pero el ensueño de la fama duró poco. Aburrida de los negocios, se casó con el millonario egipcio Aziz Eloui Bey, con quien se mudó a El Cairo para disfrutar del calor y la fortuna.
La bañera de Hitler
“Soy una pésima ama de casa. Simplemente, no me interesa”, escribió Lee Miller después de vivir sin sazón su matrimonio. En 1939, ella y Aziz se separaron y la fotógrafa emprendió rumbo a Inglaterra. Se instaló en la casa del pintor surrealista Roland Penrose, en el bohemio Hampstead londinense, donde compartieron del arte y muchas fiestas.
El relajo llegaría a su fin cuando estalla la Segunda Guerra Mundial en septiembre de ese año. “He probado la miel, así que ahora me enfrentaré a las balas”, le escribió a su hermano John, a pesar de las insistencias de su familia por retornar a Estados Unidos.
Con cámara en mano, comenzó a trabajar como freelance en la revista Vogue, con fotografías de moda en medio de los edificios en ruinas y los estragos de los bombardeados de Londres.
Gracias a David E. Scherman, fotógrafo de Life, Lee fue acreditada por el ejército de Estados Unidos como reportera de guerra. Juntos emprendieron camino a Normandía, donde fotografió hospitales de campaña y se sumó a una unidad de infantería del ejército estadounidense. De este modo, fue testigo del avance de la guerra en la primera línea: entre históricos eventos, presenció la liberación de París, la marcha de las tropas hacia Alemania y fue una de las primeras personas en entrar al campo de concentración de Dachau.
En Múnich, ella y Scherman consiguieron entrar en el apartamento de Adolf Hitler el 30 de abril de 1945, el mismo día que el dictador alemán se suicidó en Berlín. Según contó Lee Miller, durmió en su cama y decidió bañarse en su tina para desprenderse de la suciedad. En ese momento, Scherman le toma una fotografía a su compañera, una imagen que se convertiría en uno de los retratos más característicos de la fotógrafa.
El resto de su vida estuvo marcada por el estrés postraumático, la dependencia al alcohol y la depresión. Tras la guerra, retrató a personajes vinculados al arte y la cultura, como Yves Tanguy y Dylan Thomas. Se casó con Roland Penrose y tuvo un hijo, Antony, con quien nunca tuvo una buena relación.
Lee Miller falleció de cáncer a los 70 años de edad.