La escritora canadiense Alice Munro, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 2013, murió este lunes a los 92 años, según informó este martes el diario The Globe and Mail. El matutino, citando a miembros de su familia, sostuvo que Munro sufría demencia desde hacía al menos una década, y que se encontraba en un asilo de ancianos.
Ganó el Nobel en 2013, siendo la primera autora nacida en el Canadá en obtenerlo. La Real Academia Sueca en Estocolmo la calificó como la “maestra de los cuentos cortos contemporáneos”. Dado que fue en el formato corto donde destacó principalmente. Algo poco habitual en la industria editorial, que suele fijarse más en los novelistas. También obtuvo el prestigioso Booker Prize, en 2009.
Como sea, la “Chéjov canadiense”, nació en Ontario, el 10 de julio de 1931, bajo el nombre de Alice Ann Laidlaw. Fue la hija mayor del matrimonio conformado por Robert y Alice Laidlaw, unos agricultores que tuveron muchas dificultades económicas debido a los efectos de la Gran Depresión. Quizás como una forma de escape comenzó a escribir cuentos en su adolescencia. Posteriormente, asistió a la Universidad de Western Ontario, donde conoció a su primer marido, el librero Jim Munro. Con él tuvo cuatro hijas, una de las cuales murió poco después de nacer.
De aquellos años comenzó a darle forma a su particular escritura, donde se enfocaba mucho en lo que veía, en lo cotidiano, sobre todo enfocada en la vida rural de Ontario, el llamado “souwesto”. Años después, en una entrevista señaló: “Me siento como en casa con las casas de ladrillo, los graneros derrumbándose, los parques de casas rodantes, las iglesias viejas y pesadas, Wal-Mart y Canadian Tire. Hablo el idioma”.
Dicen escritores como Hernán Rivera Letelier que la literatura es una forma de vivir una realidad como le hubiese gustado que fuera, quizás por eso, y quizás para darle un giro a su propio historial de privaciones, Munro enfocó inicialmente sus cuentos con finales felices, y con una mirada puesta en lo femenino. Así lo abordó ella misma en su discurso de aceptación del Premio Nobel (que no fue a leer a Suecia, sino que lo hizo a través de un video), sobre todo recordando los años en que comenzó a escribir: “Bueno, obviamente, en esos días lo importante era un final feliz. Yo no toleraba los finales infelices, cuando menos para mis heroínas. Y después que comencé a leer cosas como Cumbres Borrascosas, y tenían lugar finales muy pero muy infelices, cambié mis ideas por completo y me fui por los finales trágicos que podía disfrutar”.
En el mismo discurso recordó cómo le iba robando tiempo a sus quehaceres domésticos para dedicarse a su pasión. “Siempre tuve el almuerzo para mis hijos ¿no? Era un ama de casa, así que aprendí a escribir en los tiempos muertos, y no creo que jamás renunciara a ello, aunque hubo ocasiones en que me descorazoné, porque comencé a ver que las historias que escribía no eran tan buenas, y que tenía mucho que aprender y que era un trabajo mucho más duro que lo que me había imaginado. Pero no me detuve. No creo que lo haya hecho jamás”.
Y por supuesto, relevó la importancia de la escritura desde el punto de vista de las mujeres: “Nunca pensé que eso fuera importante, pero nunca pensé en mí misma como siendo otra cosa que mujer, y hay muchas buenas historias de niñas pequeñas y mujeres. Después de que llegué quizás a la adolescencia, era más sobre ayudar al hombre a que consiguiera satisfacer sus necesidades y demás, pero cuando era una niña pequeña no me sentía inferior por el hecho de ser mujer. Y esto puede haber sido porque viví en una parte de Ontario donde las mujeres son las que más leen, las que más cuentan historias, los hombres estaban afuera haciendo cosas más importantes, no les interesaban las historias. Así que me sentía a mis anchas en casa”.
Como decíamos, Munro no pronunció el clásico discurso de aceptación, porque señaló estar demasiado enferma para viajar. En vez de eso, la Fundación Nobel fue a llevarle el galardón a su casa y le hizo una entrevista. En la ocasión, dijo que no solo era un reconocimiento a ella, sino al género que cultiva. Esto, pensando en que la gran mayoría de los y las premiadas han sido novelistas o poetas. “Esto es algo maravilloso para mí, y algo maravilloso para el cuento. Los cuentos a menudo se descartan como algo que la gente hace antes de escribir una novela...Me gustaría que salieran a la luz sin ningún compromiso”.
Munro realizó una literatura intimista, donde los personajes van viajando en su interior. Así lo reconoció la Academia Sueca. “Los mayores acontecimientos ocurren dentro de sus personajes. El mayor dolor no se expresa. Le interesa lo silencioso y lo silenciado, las personas que escogen no escoger, los que viven en los márgenes, los que abandonan y los que pierden”, sostuvo ayer el secretario de la Academia Sueca para justificar el premio.
“En muchos sentidos, he estado escribiendo historias personales toda mi vida”, comentó en charla con The Guardian, en 2013. Por eso, ha hablado de lo poco que bebían sus padres, los problemas económicos de la granja de su infancia durante los años siguientes a la Gran Depresión; la casa de la familia al final del camino; la enfermedad de Parkinson de su madre a los 40 años; su beca para la universidad de Universidad de Western Ontario; su matrimonio joven con un compañero -James “Jim” Munro- bibliófilo de corazón, y su posterior divorcio
De hecho, su madre es una figura central tanto en su vida como en sus cuentos. Lo dijo tal cual en una entrevista con The Paris Review en 1994, y lo repitió en 2012 con el New Yorker: “Supongo que mi madre sigue siendo una figura principal en mi vida porque su vida fue muy triste e injusta y muy valiente, pero también porque estaba decidida a convertirme en la niña que recitaba en la escuela dominical y que era desde el principio. siete años más o menos, luchando por no serlo”.
Esa literatura intimista causó una gran conexión con sus lectores. Como si ella les susurrara una historia. En The Guardian le preguntaron por esa dimensión, y si consideraba que eso le gustaba los lectores: “Tal vez escribo historias en las que la gente se involucra mucho, tal vez sea la complejidad y las vidas que se presentan en ellas. Espero que sean una buena lectura. Espero que conmuevan a la gente. Cuando me gusta una historia es porque hace algo”.
“Alice tenía un don genuino para la intimidad y la amistad, especialmente por sus fascinantes habilidades conversacionales”, dijo su amiga y novelista Jane Urquhart en una entrevista. “Estaba tan intensamente interesada en sus semejantes. Comprenderlos fue el trabajo de su vida”.
Melanie Jösch, directora editorial de Penguin Random House en Chile, comenta a Culto: “Una hermosa escritora, sobre todo una verdadera maestra en el arte de la escritura de los cuentos breves, con la influencia de Chéjov -según se advierte y confesó-. Fue precursora en imprimir sus relatos de una mirada femenina, con historias que logran emocionar, y que sin duda tocaron el corazón de miles de lectores chilenos, donde sus libros se convirtieron en auténticos bestsellers. Quien no la haya leído, que no se la pierda”.
¿Se puede leer a Alice Munro desde Chile? Por supuesto, su obra se encuentra traducida al castellano y se encuentra disponible a través de la casa editora Lumen. En 2022 dicha casa editora publicó el que fue su primer libro, La danza de las sombras (1968), y también sumó en el catálogo otros de sus títulos como La vida de las mujeres (1971), Algo que quería contarte (1974), Demasiada felicidad (2009), Mi vida querida (2012), o la selección de sus mejores relatos que ella misma compiló bajo el título Todo queda en casa (2014).
Sigue leyendo en Culto
.