“En la intersección entre teatro, ciencia ficción, animación y biopic fabulado, este es el ovni de nuestra selección 2024″, señaló la Quincena de Cineastas, una de las secciones paralelas del Festival de Cannes, donde el cine chileno ha tenido presencia reciente con títulos como No (2012), Neruda (2016) y 1976 (2022).
La descripción de los organizadores intentaba hacerla justicia a la nueva película de Cristóbal León y Joaquín Cociña, una dupla que ha ganado progresivo reconocimiento internacional, con filmes como La casa lobo (2018) y Los huesos (2021), además de atrevidos videoclips para PJ Harvey y The Smile.
Los directores nacionales esta vez presentan Los hiperbóreos, un largometraje en el que vuelcan su interés por la historia del país, por los inicios del cine y por las diferentes materialidades del arte.
Su protagonista es Antonia Giesen –interpretándose a sí misma–, actriz y psicóloga que es empujada a la recreación de una película que los propios León y Cociña perdieron. Ese proyecto extraviado giraba en torno a Miguel Serrano, el poeta y diplomático de ideología neonazi cuya biografía ha obsesionado al dúo durante años. Contra su propia voluntad, es abducida por esa cinta, y con ello el espectador entra a un viaje que es cualquier cosa menos predecible.
Las primeras críticas que llegan desde Cannes en general destacan el atrevimiento de la pareja de creadores, dispuestos a derribar cualquier convención.
“Los hiperbóreos es poco ortodoxa y subversiva hasta el más mínimo e intrascendente detalle, lo que evoca una sensación de genuina desorientación y caos que León y Cociña exhiben con maestría mientras viajan a través de esta narrativa tan poco convencional y atrevida”, opinó el portal de la International Cinephile Society.
Ese medio incluso concluyó que “darle sentido a un filme como Los hiperbóreos es una tarea tonta y casi contradictoria con el espíritu del filme”. “La experiencia general está diseñada para suscitar el debate, ya sea filosófico o psicológico”, aseguró, junto con llamar a la cinta “un logro extraordinario que es intencionalmente inquietante y a veces incluso bastante aterrador”.
“Rompe las convenciones de la forma cinematográfica con un efecto delirante. A través de títeres, recreaciones y otros materiales híbridos, León y Cociña han producido un artefacto cultural sobrenatural y que invita a la reflexión sobre la historia nacionalista de Chile”, planteó Next Best Picture.
Por su parte, Screen Daily afirmó que es “menos una película que una experiencia inmersiva” y que es “una auténtica obra de amor, luce maravillosamente hecha en casa, como un regreso a los orígenes inciertos pero innovadores de la primera ciencia ficción”.
Ese medio también puso algunos matices a la hora de analizar el largometraje. “Quizás inevitablemente, si bien algunas partes de Los hiperbóreos (…) son impresionantes, otras son monótonas y pretenciosas; pero nada de esto es aburrido y parece destinado a consolidar la reputación de los directores como productores de una forma de animación diferente y políticamente provocadora”, argumentó.
En una línea similar, el portal argentino Otros Cines advirtió que “los cineastas construyen un complejo (por momentos demasiado intrincado) dispositivo, una narración que se va ramificando, un relato con múltiples capas que remite por momentos a la estética del cine mudo (con Georges Méliès a la cabeza), en otros a cierta puesta teatral y en determinados pasajes al ilusionismo (como magos que siempre tienen un conejo más para sacar de la galera) y al surrealismo para luego llegar incluso a la IA y la realidad virtual”.
“Quizás algo menos fascinante y contundente que sus trabajos previos, Los hiperbóreos -rodada en una única locación como el Centro Cultural Matucana 100- no deja de ser otra muestra del talento, la creatividad, la imaginación, la capacidad de provocación y sorpresa de dos artistas con escasos parangones en el cine contemporáneo”, cerró.
El filme de León y Cociña tendrá su primera función con público en Cannes este viernes 17.