Durante siete años, Valentina Stone, publicista de 36, se dedicó a la construcción de una línea de tiempo que a simple vista parece imposible de realizar. Una que abarca prácticamente toda la historia de la música. El trabajo parte en el seis mil antes de Cristo, en Turquía. “A medida que la fusión de cobre y el bronce permite mejorar la técnica, se van descubriendo nuevos instrumentos”, reza el primer punto del mapa. O isla, como su creadora se refiere a cada hito.

“Es harto tiempo de trabajo. Partí con un impulso interno de ordenar todas las ideas y un montón de relatos que tenía en mi cabeza. Siempre me ha gustado mucho la historia como materia. Además soy bastante melómana. Entonces, en un minuto necesité poner todas las historias en un plano, en un mapa, y entender qué tanta anterioridad había tenido tal cosa, cómo se cruzaba eso con otras. De repente me empecé a encontrar con cruces de información muy interesantes. Y ahí me empecé a obsesionar”, explica Stone.

En la línea de tiempo se pueden ver, además de los principales hitos musicales, momentos claves en el avance de la humanidad. Algo que, según describe la autora, sirve para contextualizar. “Empecé por lo básico, ubicando las guerras, el ritmo en Mesopotamia. Cuándo fue el Imperio Bizantino, cuándo fue la Edad Media. Puse lo clásico que uno tiene de materia y de ahí de a poco fui agregando más. Se empezó a formar un relato y volví a unos blogs de los tiempos del colegio y empecé a hacer la línea”, cuenta.

Imagen de una parte del Musicline virtual. Foto: Captura - https://musicline.cl/

Si bien la construcción de la cronología comenzó como un hobby, en un momento, Stone se percató de que estaba consumiendo mucho tiempo el proyecto. Incluso en sus vacaciones ocupaba el tiempo para avanzar, pero para ella no era un problema. “Una amiga muchas veces me decía ‘Vale, tienes demasiada información, saca un poco’, y yo dije, ‘no, debe tener demasiada información’. Dicen que es demasiado abrumante… es que tengo que abrumarte, porque la historia es abrumadora. Lo que quiero lograr es que se abrumen un poco, así que está bien logrado”, apunta.

El camino fue extenso y está conforme con el resultado. Pero hubo momentos en que el cansancio, o los comentarios sobre la cantidad de información, generaban un impacto negativo en el avance del proyecto. Stone decidió enfocarse y seguir sin comentarlo con nadie. “Fue tan largo el proceso que también dejé de hablar del tema. Me dije que iba a hablar el día que exista, porque tampoco me quería poner presión. ‘Que se demore lo que tenga que demorarse’. Fue algo muy personal”.

Un largo camino

Ahora el Musicline se puede ver completo en el sitio web https://musicline.cl/. Sin embargo, también está a la venta una versión en formato físico. Para su creadora, todos estos pasos simplemente se fueron dando. La versión digital busca seguir expandiéndose y los usuarios pueden colaborar con hitos. Después de todo, Stone reconoce que era complejo abarcar todo ella sola. “Cuando nace esta página me encontré un muy buen partner, que entendió perfectamente como lo quería hacer y ya la tengo arriba. El papel tiene un tamaño y tenía que dejar algunos hitos afuera. Cuando me propuse hacer una línea del tiempo de la música, en verdad parecía un titular demasiado ambicioso”.

“Muchos de los libros que yo consulté decían como ‘los 50 mejores’, o ‘los imperdibles’, etc. Y es como, los 50 mejores, ¿de quién? Porque en verdad, si esa línea la hubiera hecho alguien de México, o lo hubiera hecho alguien de Indonesia, serían completamente distintos. Entonces al final, esto es mi relato, lo que yo construí, en base a lo que aprendí en el colegio, luego por herencia de mis padres, de mis abuelos, de mis hermanos, y luego lo que seguí estudiando”, complementa.

Al respecto del formato de la línea de tiempo, Stone explica cómo llegó a trabajar con quienes le colaboraron: “Me ayudaron dos ilustradores chilenos, uno es Jorge David, aka, el Doctor Zombie. La otra es la Sandrine Anne, que es una chica que le hace las ilustraciones al Festival Fauna Primavera. Me interesaba que estuvieran involucrados desde el mundo de la música, porque de esa manera también me entregaban la fuerza que yo necesitaba, que entendieran lo que estaba ilustrando. Pero ahí llegó justo la pandemia y, bueno, lo que todos sabemos”.

Valentina Stone creo el Musicline y ahora está disponible en distintos formatos. Foto: Cedida

Los límites son finitos, pero aún hay margen para seguir desarrollando distintas versiones del Musicline. Por ejemplo, Stone cuenta cual es el tópico que más le gustaría explorar. “Quisiera armar un relato con mi historia favorita, que es entender la confluencia entre los africanos. Cómo llegan al mundo del blanco a través de la colonización, y de ahí para adelante. Siempre va a ser una relación que no termina de entenderse. Que nunca fluye de manera correcta, porque vienen de un lugar completamente distinto. Eso lo podemos ver hasta el día de hoy, entonces eso a mí me vuela en la cabeza”.

Por una parte, comprende que su mapa tiene una visión principalmente occidental de los sonidos. Pero, por otra, también destaca algunas figuras que dice idolatrar y casi no tuvieron espacio. “Hay un montón de hitos que dejé fuera, por ejemplo, nunca hablé de Gustavo Cerati o de Charly García, que son artistas que yo he escuchado toda mi vida. O sea, no está la Mercedes Sosa. Y al ver la alternativa digital, me decía, claro, ahora va a ser más fácil ir actualizando. El mapa que tengo físicamente espero ir actualizándolo cada tres años. Quizás con distintos enfoques, diferentes miradas”.

- ¿Y qué valor le asigna a los Beatles en la línea temporal?

Los Beatles están, obviamente, pero están algunos hitos principales. ¿Sabes a los que casi omití? A los Rolling Stones. Tienen solo una isla. De los Beatles puse cuando se conocieron Paul con John, más otras cosas. De ninguna banda puse una línea de tiempo, solamente a ellos les di un poco más de espacio. Claro que le pongo muchísimo valor. Es de mis bandas favorita de siempre.

Otros personajes, quizás olvidados para los amantes de la música popular, toman protagonismo en el relato de Stone: “Yo me acuerdo perfecto en el colegio, cuando me enseñaban los goliardos. Lo veía como algo fome y ahora que he aprendido un poco más, los goliardos se habían revelado contra la Iglesia, y que por ende, sabían tocar música y leer, pero eran rockstars, demasiado punks para su época”.

A pesar de que el proyecto habla de música de hasta ocho mil años atrás, Stone se preocupa de que los hitos tengan historias de trastienda, de detalles que abren nuevas lecturas sobre cada suceso: “Explico en una breve reseña de por qué tienes que saberlo, o por qué el hito es gracioso o irónico. También me preocupé de que no fuera tan docto. Las tendencias sexuales también las puse. Ser rupturista antes era muy difícil, había que tener unos cojones impresionantes, entonces creo que en honor a esas personas esos hitos no pueden quedar tan atrás. Todo esto se ha resignificado mucho más aún con la página web. Cada hito lo estoy enlazando con un video de YouTube o con un podcast, lo que me parece interesante”.

Los pasos que vienen

Su próximo desafío autoimpuesto es crear la línea de tiempo chilena que abarque todo el contenido musical que se ha creado en el país. Antes de empezar, ya vislumbra algunas diferencias con la edición universal. Por ejemplo, en la medida que el proyecto se haga conocido, quiere que el impulso sirva para que la gente entre de lleno en el armado de la nueva versión. “Ahora deseo empezar con una campaña para que hagamos entre todos la edición chilena. Y por eso quiero estar presente en Pulsar, voy a ir a Fluvial. Todas las instancias que encuentre. En donde pueda ir yo con mi pantalla, mi formulario, y que la gente simplemente llene y quepan todos. La idea es que vayan grandes exponentes, pero poner también nuestra historia chilena, pero también que vayan bandas más chicas”.

El Musicline puede ser encontrado en formato acordeón o en cuadro. Foto: Cedida

Su plan es abarcar un espacio temporal que vaya más allá de la música popular de las últimas décadas. “Me encantaría poner los pueblos originarios, qué instrumentos teníamos. También entender cómo pasamos a la mezcla con los españoles y llegar a lo que tenemos. Desde el inicio. Y para eso obviamente debe ser colaborativo. Pero yo sé que hay una pega mía de ir al Museo de la Memoria, al Museo de Arte Precolombino, hablar con gente del arte y con varias fuentes de información”, explica.

¿Y qué viene después? Aunque sabe que es una carretera compleja, durante esta semana estará en el Centro Cultural La Moneda y espera que sea un impulso para su proyecto: “Tienen ahora una convención sobre educación y voy a ir a presentar esto como una herramienta. Pienso que puede ser interesante, por ejemplo, no sé, subir todos los hitos que tenemos que saber por el temario impartido por el Ministerio de Educación en las clases de música. También quiero apuntar un poco a ese fin”.

Para Stone es clave abandonar la visión de que el estudio de la música es “latero”. Para dejar eso atrás, debe enseñarse de manera más didáctica: “Obviamente yo soy fanática. Pero creo que como herramienta educacional también puede ser muy positiva por lo mismo. Hay que enseñarle a los padres jóvenes con los códigos que tienen ellos. Y así no se aburren tanto de estos ramos”.