En 2015, cuando acababa de cumplir 19 años, Anya Taylor-Joy fue al cine y compró una entrada para ver Mad Max: Furia en el camino. Su experiencia fue memorable: quedó impactada con las dos horas de espectáculo que montó George Miller con el reinicio/cuarta parte de su saga nacida en 1979, un demencial viaje por el desierto protagonizado por los personajes de Tom Hardy y Charlize Theron mientras huyen con las cinco esposas del temible Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne).
“Cuando terminó la película, me puse de pie y aplaudí”, recuerda en su castellano con acento argentino. La inmersión en el desolado mundo postapocalíptico creado por el director australiano le produjo fascinación y también removió sus peores temores. “Ese tipo de mundo, para mí, Anya, es mi pesadilla; un lugar donde la gente no puede ser buena, no puede tener dignidad, donde nada crece”, explica en una conferencia de prensa en la que participa Culto.
El año en que descubrió Mad Max también fue la temporada en que se lanzó su debut en el cine: La bruja (2015), la elogiada cinta de terror en que encarnó a la hija mayor de una familia religiosa del siglo XVII que empieza a ser acechada por una entidad demoniaca. Luego tuvo un rol clave en Fragmentado (2016), de M. Night Shyamalan, donde aprendió cuán expresiva podía ser utilizando únicamente su rostro y aprovechando los silencios.
Después se integró a Peaky Blinders (a las dos últimas temporadas), pero no fue hasta la llegada de la miniserie Gambito de dama, en 2020, que su nombre se asentó definitivamente en la industria audiovisual. Tras el fenómeno global que causó esa producción de Netflix, el público que nunca había escuchado sobre ella quería saber con urgencia quién era la joven que encarnaba a la atormentada ajedrecista Beth Harmon y las ofertas de Hollywood se multiplicaron.
La artista de nacionalidad inglesa y estadounidense nunca había realizado un proyecto de las dimensiones de Mad Max: Furia en el camino. De hecho, tampoco había hecho una película de acción. Fueron sus magnéticas cualidades interpretativas las que atrajeron a George Miller, además de los elogios que le dedicó el director inglés Edgar Wright, quien trabajó con ella en el thriller psicológico El misterio de Soho (2021).
El responsable de Happy Feet (2006) buscaba a una actriz joven para que protagonizara una precuela centrada en los orígenes de Imperator Furiosa, la heroína de la superproducción estrenada en 2015 (descartó rejuvenecer digitalmente a Theron por su insatisfacción con esa tecnología). Concluyó que Taylor-Joy, a quien ha descrito como “muy decidida, con sentido del rigor, incluso de ferocidad”, era la indicada para encabezar el quinto largometraje de su franquicia.
“Creo que no importa la película de Mad Max, si estás haciendo una película de Mad Max, sabes que va a ser durísimo, pero que te va a encantar. Creo que si no hubiera sido duro, me sentiría robada, de alguna manera”, indica la actriz sobre el período que estuvo en Australia filmando Furiosa: De la saga Mad Max, que llega este jueves 23 a los cines chilenos tras recibir una ovación en el Festival de Cannes.
“Esta película fue una locura para mí. Si no estaba rodando con la primera unidad, estaba rodando con la segunda. Trabajé seis días a la semana por seis meses y medio”, detalla. “Pero me divertí”.
Si la cinta anterior transcurrió durante apenas tres días y dos noches, esta nueva entrega narra 16 años en la vida del personaje, desde que tiene 10 hasta 26, y es impulsada por su deseo de venganza. Sigue a Furiosa desde la época en que era una niña (interpretada por Alyla Browne) que perdió a su madre (Charlee Fraser) a manos de Dementus (Chris Hemsworth), un villano que lidera a una horda de motoqueros que se dedica a saquear a los más débiles y chantajear a los más fuertes. Transformada en una especie de hija postiza de un sádico, atraviesa el Yermo y arriba a La Ciudadela, una urbe plagada de esclavos y gobernada con puño de hierro por Immortan Joe (Lachy Hulme).
Mientras se abre camino entre dos tiranos, la película indaga en su carácter curtido bajo la escasez hídrica y la brutalidad del desierto, y en el origen de sus rasgos físicos más característicos: el brazo izquierdo con prótesis y la cabeza rapada. Esta última fue originalmente una sugerencia de Charlize Theron que el director aceptó con gusto. Taylor-Joy estaba entusiasmada con quitarse todo el cabello para el rodaje, tal como lo hizo la actriz sudafricana, pero Miller la convenció para que desistiera. “Yo me quería rapar el pelo desde hace años. Pero George me vio el pelo, se enamoró y dijo: no, no te lo podemos hacer”, afirma.
La actriz se preparó viendo los largometrajes anteriores de la franquicia –nunca había visto los tres primeros, protagonizados por Mel Gibson– y luego aprendiendo las técnicas básicas para manejar motos y vehículos a toda velocidad con ayuda de expertos (aunque ella, por falta de tiempo, aún no obtiene su licencia de conducir).
Cuenta que protagonizar las escenas de riesgo no le provocó temor. “Tengo esta cosa rara que cuando estoy en situaciones que dan un poquitito de peligro, me empiezo a reír. Es bastante raro para la otra gente, pero yo lo estoy pasando bárbaro”.
En el set se encontró en Chris Hemsworth, quien da vida a un villano que agrupa la crueldad y el patetismo en una sola persona. A diferencia de la tensión que vivieron Tom Hardy y Charlize Theron mientras filmaban una cinta en que sus personajes forman dupla, Taylor-Joy relata que la dinámica entre ambos fue fluida.
“Chris es divino. Tengo tanta suerte de que nuestra relación en la vida real no es nada como la relación entre estos dos personajes, porque paso toda la película tratando de matarlo. Feliz de que ese no haya sido el caso”, plantea sobre el actor australiano, a quien describe como “tan humilde y muy buen compañero”.
-El personaje que interpreta tiene una gran carga física y emocional. ¿Cómo fue crearlo a partir de lo que el público ya sabía sobre ella?
Cuando empecé la película no le tenía miedo de lo silenciosa que ella es. George tenía una idea muy específica sobre cómo ella sostenía su rostro. Pensaba, y tiene razón, que en el Yermo cualquier tipo de emoción es una debilidad. Eso sólo me dejó mis ojos para comunicarme. Eso me dio un poquito de miedo como actriz, que tengo todo mi cuerpo para comunicarme. Creo que, si vas a hacer algo así, si vas a dar un salto de fe, no hay mejor persona que George Miller en una película de Mad Max. Era el momento.
-¿Cómo fue su trabajo con George Miller?
Es totalmente su mundo y creo que, más que cualquier otro director con quien trabajé, él pinta cada imagen. Teníamos tres unidades rodando todo el tiempo y te juro por Dios que cualquier cosa que ves en la pantalla él la pinto con su mano. Puedes hacer 20 tomas de algo y él la ve y dice: está bueno, pero necesitas tener tu casco un poquitito más adelante. Y la haces de nuevo de inmediato.
-En la película en muchos momentos Ud. está cubierta de arena, tierra y sangre.
A mí me encanta estar cubierta de sangre. No sé por qué… Creo que porque mi primera película fue La bruja, para mí eso es lo que es hacer películas: siempre estás sucia, siempre estás cubierta de sangre. Para mí es muy divertido.
-¿Cómo se reponía tras completar una jornada de ese tipo?
Con una ducha de dos horas (se ríe). Pero también creo que en algún momento paras de tratar de limpiarte de esa misma manera, porque piensas: bueno, mañana me lo van a hacer de nuevo y de nuevo y de nuevo.
De aquí y de allá
Nacida en Miami en 1996, Anya Taylor-Joy vivió en Argentina hasta que se mudó con su familia a Londres cuando tenía seis años. Hija menor de un argentino-escocés y una mujer anglo-española, habla inglés y español con fluidez, pero a ratos utiliza expresiones típicamente anglosajonas para explicar parte de lo que quiere decir.
“Tengo tanta admiración por las mujeres que vinieron antes de mí. No sé cómo ponerlo en castellano, pero I stand on the shoulders of giants. Como que todo el trabajo que hicieron antes de que yo empecé en las películas… Gracias”, señala.
Taylor-Joy se expresa en esos términos para aludir a legendarias actrices de la historia del cine, pero también para reflexionar sobre las implicancias en la vida real de su versión de Furiosa, un personaje que en Mad Max: Furia en el camino lucha para liberar a un grupo de mujeres condenadas a servir a un despiadado villano.
En ese sentido, “resiliencia” es un concepto que reitera en más de una ocasión en sus respuestas. “Si cada vez que te aplastan, te levantas de nuevo, en algún momento vas a conquistar. No puede pasar de nuevo, de nuevo, de nuevo, si siempre te estás levantando. Y creo que eso es algo que las mujeres saben. Es lindo tenerlo en la pantalla”. Y agrega: “Cuando estás tomando un pasito para adelante, lo estás tomando no sólo para ti, sino que para toda la gente que está alrededor tuyo. Si es un pasito chiquitito, no importa, todavía estás haciendo un pasito para adelante”.
Se permite ensayar algunas reflexiones, pero su agenda no da respiro. Uno de sus siguientes roles será Alia Atreides, la hermana de Paul Atraides (Timothée Chalamet) e hija de Lady Jessica (Rebecca Ferguson). Apuntando a que tenga un rol preponderante en la tercera entrega de la saga (basada específicamente en el libro El mesías de Dune y sin fecha de rodaje por ahora), la actriz tuvo un cameo en Duna: Parte dos, el mayor éxito en cines de lo que llevamos de año.
“Fue tan divertido, te juro. Terminamos esta película (Furiosa), fui a hacer prensa por una película que tengo que se llama El menú y cuando llegué a Los Angeles me llamó Denis (Villeneuve). Me dijo: súbete a un avión, vamos a Namibia”, rememora. “Fue increíble hacer esa película. O esa partecita. Ellos estaban terminando y yo recién había terminado esto. Lo hicimos, sobrevivimos a estas películas (se ríe)”.
Aunque semanas atrás circuló que se había sumado a Julianne Moore y Tilda Swinton al frente de La habitación de al lado, el primer largometraje en inglés de Pedro Almodóvar, la información fue rápidamente desmentida. De ser cierto, ese proyecto habría marcado su primera experiencia con un director hispano.
Pero ella insiste en que ese es uno de sus principales objetivos en el corto plazo. “Estoy esperando. ¡Por favor! Me encantaría hacer una película argentina, una película española, cualquiera. Quiero hablar en mi lengua”, declara.
La actriz de Emma (2020) tiene toda una carrera por delante para cumplir ese y otros anhelos. Por un instante, mientras habla de su largometraje más reciente, regresa a los días en que su madre la grabó con siete años diciendo una frase profética: ‘Voy a ser actriz’.
“A mí me encanta hacer películas, es la única cosa que quería desde que era chiquitita. En películas así, tan grandes (como Furiosa), puedes salir de ti misma y pensar: wow, esto es todo lo que quería. Cuando era chiquitita esto es todo lo que quería. Entonces te das cuenta del sueño un poquitito más”.