Columna de Marcelo Contreras: Los 100 mejores discos de la historia según Apple Music: la lista no es tan lista
Estos resúmenes siempre proclives a la polémica -parte de su atractivo dada la subjetividad del concepto “mejor”- superan algunos prejuicios y mantienen otros. Un género masivo sobreviviente a las modas como el heavy metal sigue ninguneado.
Apenas terminada la Segunda Guerra Mundial, no cabía duda de la enorme contribución de la Unión Soviética a la derrota nazi. Sus bajas fueron más de la mitad de las aliadas, con 27 millones de muertos entre civiles y militares. La narrativa del conflicto varió en la medida que la Guerra Fría y el terror al comunismo, escalaron en Occidente. Hollywood fue clave en sobredimensionar el rol de Estados Unidos. Así, el relato de la historia cambió como parte de un contexto sobreideologizado; una lucha entre el bien y el mal, como solía reducirlo el presidente Ronald Reagan, con el dato y la realidad de las acciones sepultadas por la paranoia del ambiente.
En el universo de la música popular los relatos también mutan, conforme transcurre el calendario. Paul McCartney ha cincelado pacientemente una perspectiva de Los Beatles donde su papel es preponderante, tras la virtual santificación de John Lennon por su asesinato. El diseño de imagen de Yoko Ono, secundada por el director de Rolling Stone Jann Wenner, minimizó ex profeso al bajista, en tanto convertía a John en mártir por el amor y la paz, obviando sus pasajes de violencia doméstica, reconocidos por el propio artista.
Los últimos listados sobre la mejor música de todos los tiempos, incluyendo el conteo de las 500 mejores canciones de Rolling Stone en 2021 con Respect (1967) de Aretha Franklin a la cabeza, y la flamante elección de Apple Music con los 100 mejores álbumes donde lidera The Miseducation of Lauryn Hill (1998), no escapa de estos márgenes.
Son selecciones que reaccionan a las últimas oscilaciones históricas, en este caso reivindicaciones de género y de la cultura afroamericana, segmentos perjudicados y segregados ante un relato impuesto por centurias a través de la retórica, el poder y la fuerza de una casta masculina.
Bajo esa dinámica, era habitual ver listados dominados por artistas blancos donde Los Beatles, Bob Dylan, Elvis, los Stones y Led Zeppelin, entre otros, eran tótems inamovibles e incuestionables. La cuenta de la Rolling Stone agitó el tablero. Entre los primeros 20 puestos, se equiparaba el aporte afroamericano ante bandas y solistas blancos, en tanto tres de los cinco primeros lugares corresponden a música negra. Inédito.
La reciente lista de los 100 mejores álbumes es promocionada como “una declaración editorial” que prescinde de cifras de reproducción, elaborada por “expertos de Apple Music junto con un grupo selecto de artistas, compositores, productores y profesionales de la industria”.
Eligieron siete artistas afroamericanos entre los diez primeros, mientras Lauryn Hill se lleva el título al mejor álbum de todos los tiempos, cuando ni siquiera hay consenso en torno a The Miseducation… como la obra cúlmine del hip hop, sin restar en lo absoluto su carácter de pieza nuclear e influyente del género.
Estos resúmenes siempre proclives a la polémica -parte de su atractivo dada la subjetividad del concepto “mejor”- superan algunos prejuicios y mantienen otros. Un género masivo sobreviviente a las modas como el heavy metal sigue ninguneado. Figura solitario Master of puppets de Metallica (puesto 69), y deja fuera a los padres fundadores Black Sabbath. El progresivo, el indie, la world music -qué decir de música en otros idiomas- prácticamente no existen, o figuran apenas en estos conteos estrictamente anglosajones, a pesar de sus aires de apertura.
Es un mundo donde Estados Unidos sigue siendo América y el torneo de béisbol se denomina serie mundial, costumbres arraigadas que grafican cómo una cultura dominante pasa por alto lo que sucede fuera de su territorio.
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