*New kids on the block - Still kids
El regreso de New kids on the block tras once años de pausa discográfica, conforma una especie de mundo alternativo donde la boys band de Boston -insignias del género en los 80-, habita entre la new wave y el pop bailable de la época, manufacturado con sintetizadores, guitarras conectadas a efectos cristalinos, y mullidas baterías electrónicas. Este escenario revivalista montado a la perfección contiene un certero elemento de actualidad con especialistas europeos como el equipo de producción danés Deekay y el británico David Stewart, este último con créditos en el hit Dynamite de BTS y Jonas Brothers, entre otros. Bajo la dirección de Donnie Wahlberg como coproductor y compositor de la mitad del álbum, Still kids marida perfecto para acompañar secuencias de acción y romance en la serie Cobra kai, en canciones como Summer love, Long time coming, Kids y Dance with you. Las letras hablan de amores maduros a través del tiempo, manteniendo a la vez la efervescencia del romance con espíritu juvenil.
Tal como ha sucedido con Backstreet boys, NKOTB ha torcido la rápida fecha de vencimiento del formato boys band, asumiendo que sus miembros integran una unidad que supera a las individualidades, prometiendo que la adolescencia nunca se va del todo.
*Shellac - To all trains
Montar giras hacia destinos por curiosidad antes que razones monetarias, un desapego total a la estructura tradicional de una canción rock estándar, espaciar los álbumes, olvidarse de los singles y, en general, de todo método de promoción tradicional. Shellac, el trío de Chicago, se salió con la suya en el fino arte de crear guiados por un ethos independiente y reacio a los consensos. Con la sorpresiva muerte del productor y guitarrista Steve Albini el pasado 7 de mayo, To all trains queda como la lápida de su discografía, en la alineación que completan Bob Weston en bajo y Todd Trainer en batería. Con una decena de cortes en apenas 28 minutos grabados entre 2017 y 2022, Shellac ataca mediante su artillería tradicional; los instrumentos a tope compartiendo protagonismo, en un ambiente caldeado y vociferante. La textura de la guitarra y el bajo es crujiente y punzante -metálico sin la connotación metalera-, por el uso de la marca Travis Bean, especializada en combinar mástil de aluminio con cuerpo de madera.
Los cortes son breves, matemáticos, agresivos y declamatorios, deslizando una teatralidad explosiva. Shellac fue, es y será un espécimen completamente distinto, recordatorio de las libertades y la voluntad, llevados hasta una particular forma de triunfo con moraleja: puedes hacer tus propias reglas.
*Beth Gibbons - Lives outgrown
Cuando concluye este álbum debut de Beth Gibbons (59) con Whispering love, se escuchan sonidos de pájaros entrelazados a violines chirriantes y una guitarra acústica sostenida en un patrón pastoral simple, casi cliché. La canción irradia cierto optimismo y luminosidad -”oh amor susurrante, sopla a través de mi corazón”-, tras un paseo musical que explora el paso del tiempo y la muerte en ambientes taciturnos. Compuesto durante una década, la cantante y letrista de Portishead explora una veta musical que en los planos no se emparenta instrumentalmente con su banda -es una obra análoga y acústica-, pero conectada en espíritu al perfil fúnebre del trío de Bristol. Cada una de las piezas justifica plenamente su presencia, no hay rellenos en Lives outgrown.
La belleza de Oceans, por ejemplo, es sobrecogedora -”traté de ignorar que nunca podría ganar, porque mi corazón está cansado y desgastado”-, gracias a una construcción que compite con los pasajes más conmovedores de Radiohead, resuelto entre maderas, tambores y cuerdas. Rewind es un clamor ecologista -”este lugar está fuera de control, y todos sabemos lo que viene, ha ido demasiado lejos”-, donde suceden detalles retorcidos y quiebres que expresan desastre y desolación, en otra demostración magistral de un álbum que alza la mano entre lo mejor del año.