Entre diciembre de 2023 y marzo de este año, estableciendo una frecuencia de casi una película por mes, Sydney Sweeney estrenó tres largometrajes en cines de Estados Unidos: la comedia romántica Con todos menos contigo, la cinta de superhéroes Madame Web y el filme de terror Inmaculada.
La primera y la última, que fueron protagonizadas y producidas por la actriz de Euphoria, sacaron cuentas alegres en taquilla, aunque la crítica se mostró algo más dividida a la hora de analizarlas. La segunda, donde no tuvo injerencia en las decisiones creativas e interpretó a una de las tres Spider-Woman de la trama, fue un fracaso rotundo. “Fue muy difícil no poder involucrarme tanto como me encanta”, reconoció tras su fallido debut en salas.
De esa seguidilla de lanzamientos en la pantalla grande, una tríada que ayudó a fortalecer su posición en Hollywood, la única que aún se mantenía inédita en cines chilenos era Inmaculada, que llega este jueves 30 a la cartelera local. Curiosamente es la película que le permite ejercitar un músculo que hasta ahora apenas había utilizado: ser una scream queen y encabezar una cinta de terror en que experimenta un radical viaje durante la hora y media de metraje.
La actriz de 26 años encarna a Cecilia, una monja estadounidense que responde al llamado de Dios y se instala en un convento en las afueras de Roma que dirige el padre Sal Tedeschi (Álvaro Morte). En ese lugar es protagonista de un suceso que a ojos de los religiosos que la rodean luce como un milagro: ha quedado embarazada producto de una aparente inmaculada concepción, porque nunca ha tenido relaciones sexuales. Los sacerdotes la tratan como si fuera la misma Virgen María, aunque en verdad lo que les importa no es tanto ella como el ser que está creciendo en su vientre.
La primera vez que Inmaculada apareció en la carrera de Sweeney fue hace diez años. En ese momento, cuando todavía era una adolescente que intentaba emerger en la industria, audicionó para interpretar al personaje principal, pero no fue seleccionada por la producción. El filme, como ocurre en ciertas ocasiones, no se terminó haciendo y el guión escrito por Andrew Lobel quedó guardado.
Años más tarde, mientras grababa The handmaid’s tale, se preguntó sobre el estado en que se encontraba ese proyecto. Tiempo después se decidió a contactar al guionista para plantearle su deseo de protagonizar el largometraje y, además, ejercer como productora ejecutiva a través de Fifty-Fifty Films, la compañía que fundó en 2020 y con la que también se involucró en Con todos menos contigo.
Tras acceder al borrador original, su siguiente paso consistió en encontrar al director adecuado: se decantó por Michael Mohan, con quien ya había colaborado en la serie Everything sucks! (Netflix) y en el thriller erótico Los voyeristas (Prime Video). “(El proyecto) era mi bebé y sabía que él no vendría y luego me ignoraría”, señaló a Los Angeles Times.
Inspirados por clásicos como El bebé de Rosemary (1968), Los demonios (1971) y El exorcista (1973), la dupla trabajó en varios cambios en el texto. El principal consistió en que, con el fin de que el rol reflejara su edad actual, Cecilia ya no sería una estudiante de un internado exclusivo para mujeres, sino que una monja. Además, la historia ya no transcurriría en Irlanda, sino que en Italia. Un ajuste que, a la larga, terminó suscitando comparaciones con La primera profecía, estrenada dos semanas después en Norteamérica.
Aunque algunos han leído la película como una suerte de respuesta a la restricción y la prohibición del aborto en Estados Unidos (luego de que la Corte Suprema derogara Roe vs. Wade en 2022), Sweeney ha preferido ser más ambigua que frontal en sus declaraciones. O, si se quiere, ha evitado subrayar lo que la propia cinta sugiere.
Al explicar que se conservaron “muchos de los mismos temas e historias” del guión, indicó a Variety que “uno de los más importantes que persistió fue uno que era innato en el proyecto y que lamentablemente todavía es un tema de discusión en la actualidad”.
La actriz de The White Lotus también aseguró a ese medio que disfrutó su inmersión en un tipo de relato al que hasta ahora apenas se había aproximado. “Siempre quiero hacer algo nuevo. No quiero hacer lo mismo una y otra vez”, sostuvo. “Siempre me resulta muy divertido cuando la gente analiza las reglas de un filme de terror o su narración. Yo pienso: es un filme de terror. Sólo te estás divirtiendo. No es una película para los Oscar; ya sabes eso al abordarlo”.
Puede que Inmaculada no esté en la conversación de la temporada de premios –un espacio poco receptivo con las producciones de género–, pero el largometraje le ha reportado elogiosos comentarios, muchos de ellos centrados en la expresividad de su mirada.
“Los enormes ojos de Sweeney van de charcos de dulzura a charcos de terror y luego de rabia cada vez que el filme lo requiere, y el filme lo requiere cada vez más a medida que la historia avanza hacia un clímax que es incluso más espantoso por aquello que no vemos. Lo que importa es que la vemos a ella, y ella es espectacular”, opinó Vulture.
Según The New York Times, “Mohan y Sweeney convierten un personaje vagamente esbozado y potencialmente dudoso en el tipo de heroína cuya supervivencia se convierte en la razón de ser de la película. La actuación a toda máquina de Sweeney es crucial en este sentido, porque explota inteligentemente su apariencia”.