Crítica de discos de Marcelo Contreras: Lenny Kravitz, Álex Anwandter y Twenty One Pilots no destiñen
En esta semana de novedades discográficas, la música chilena brilla con el acento bailable de Anwandter, crédito de absoluta exportación del cancionero local. Por su lado, Kravitz aguanta con maestría el paso del tiempo, así como Twenty One Pilots despachan un trabajo adhesivo.
*Lenny Kravitz - Blue electric light
Desde el debut Let love rule en 1989, Lenny Kravitz propuso relativizar el tiempo con una propuesta vintage. El músico de Nueva York, con 60 años recién cumplidos aparentando fácil un par de décadas menos, conectaba con un pasado musical análogo en un contexto de programaciones y guitarras procesadas. Kravitz se instaló como símbolo revivalista de buen gusto, un personaje cool de pasarela sacado de una cinta blaxploitation.
Blue electric light, su primer trabajo en seis años marcando la pausa más amplia en su discografía, fue registrado en Bahamas siguiendo la tradiciones de su catálogo. Asume la mayoría de los instrumentos, secundado por Craig Ross, su guitarrista y partner creativo histórico. Kravitz se exhibe en notable forma vocal aullando, cantando romántico o emulando a James Brown, como lo hace en el single TK241. Human, segundo sencillo de melancólica melodía, subraya un estilo personalizado emulando a otros.
No todos los homenajes funcionan. Los aires zepelianos de Paralyzed no alcanzan suficiente vuelo, a pesar de los refuerzos de sintetizadores y el quiebre con guiño a Whole lotta love, como Let it ride es una versión anémica de Prince. A pesar de esos breves reveses, en Blue electric light brilla un artista que se impone, y domina el calendario inapelablemente.
*Álex Anwandter - Dime precioso
Después de cinco álbumes, los escenarios, personajes e intereses de Álex Anwandter están resueltos a la manera de un realizador cinematográfico de talla autoral. El baile sana, el sexo es vital y la melancolía mezclada de vulnerabilidad, se configuran en un estado permanente.
Dime precioso no involucra mayores novedades en esos aspectos temáticos que han dominado el cancionero del artista chileno de estatura internacional, como tampoco en términos estilísticos. El house y el dance europeo entre fines de los 80 y la partida de los 90, ya patentes en El diablo en el cuerpo (2023), se repiten en este disco que se disfruta más en los detalles que los resultados generales, menos directos que otros pasajes de su recorrido artístico.
Como productor avezado, Anwandter juguetea con la mezcla y los planos sonoros, como ocurre en algunos segmentos de Perdido. No me molesta retoma el formato banda híbrida entre synth pop y post punk con un estribillo coqueto y pegajoso, mientras la canción que da nombre al álbum -”solo nos falta la plata, pero nos vemos preciosos”- funde en un punto exacto ingredientes de acid jazz, guitarras chirriantes y bronces fantasmagóricos, en una elegante conjugación. Si en El diablo en el cuerpo sobraban canciones, Dime precioso se pasa volando en una medida precisa.
*Twenty one pilots - Clancy
Por un lado, el dúo de Ohio liderado por Tyler Joseph acompañado de Josh Dun, es una propuesta absolutamente identificada con la música y la moral artística de este siglo, con etiquetas elásticas que derivan en una compleja clasificación, cruzando del hip hop a la electrónica tomando atajos por la caletera emo rock, todo bajo un poderoso componente generacional. Por otra parte, llevan prácticamente una década elaborando una seguidilla de álbumes conceptuales, a la manera de una banda progresiva de hace medio siglo. La saga en la distópica ciudad de Dema llega a su fin en este séptimo título.
Clancy abre con aroma a Chemical brothers en la enérgica Overcompensate; una trama de máquinas y voces en distintos idiomas, deriva en un pulso de batería bailable que cambia de métrica para disparar rimas reconfiguradas en melodía pop, una demostración de la agilidad de Twenty One Pilots para virar sin sentir el movimiento. Next semester recoge el guante rock de tinte emotivo en una pieza de excelente factura, espíritu que se repite en la efervescente Midwest indigo. Vignette es hip hop envuelto en frescura radial de primer nivel en un álbum que nunca baja de categoría, atento a buscar la atención siempre con un toque de relajo (y hasta algún yerro por ahí), a pesar de la producción de primera.
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