La actriz Shopie Nélisse, a quien vimos como Liesel en la adaptación de La ladrona de libros (2013), vuelve a protagonizar una película ambientada en la Segunda Guerra Mundial. Esta vez, interpreta a la heroína real Irene Gut, una enfermera polaca que salvó la vida de doce judíos escondiéndolos en la casa de un mayor nazi.

La cinta de 121 minutos cuenta la historia de esta joven, quien fue obligada a dejar los estudios y a trabajar para el ejército alemán. El filme, titulado La promesa de Irene (2023), es una adaptación de la obra de teatro Irena’s Vow, escrita por Dan Gordon, quien también escribió el guion de la producción.

“Conocí a Irene los últimos 10 años de su vida y escuché su historia en varios grupos. Ella era como una abuela para mí. Estaba decidido a hacer esta película. La historia es improbable, pero es cierta. Ella escondió a judíos muchos meses bajo la nariz de un oficial nazi, en su propia casa”, dijo Dan Gordon, según consigna el medio The Times of Israel.

Louise Archambault (Y llovieron pájaros) es la directora de la cinta que se estrenó en España el 31 de mayo de este año, y que integra a Dougray Scott (Misión: Imposible 2) y Andrzej Seweryn (La lista de Schindler) en su elenco.

La crítica, en general, ha sido positiva. “Esa casa donde la vida y la muerte se hallan al albur del destino se convierte en una inteligente y nada complaciente metáfora alrededor del exterminio y la crueldad humana”, escribió Fausto Fernández, de Fotogramas. En tanto, Sergi Sánchez, de La Razón, sostiene: “¿Otra del Holocausto? (…) la única novedad relevante del filme, a su vez adaptación de la obra teatral basada en las memorias de Irene, es el uso de los espacios”.

Aún no hay noticias sobre su estreno en Chile. Revisa el tráiler aquí.

La historia real

Irene Gut nació en Kozienice, Polonia, en 1918. Estudiaba enfermería y trabajaba como voluntaria en una unidad del ejército polaco, cuando los alemanes invadieron su país en 1939, iniciándose así la Segunda Guerra Mundial.

Tras huir del ejército nazi, la joven fue capturada por las tropas rusas, donde fue agredida y abusada sexualmente. Después de trabajar un tiempo en un hospital ruso, fue tomada prisionera por los alemanes y obligada a trabajar en una fábrica de municiones en Polonia.

En 1942, presenció un hecho que jamás pudo olvidar. Irene vio cómo unos soldados alemanes abrieron fuego contra personas judías en medio de la calle y cómo le dispararon a un bebé en la cabeza. “Eso era algo que nunca puedes olvidar”, dijo ella en una entrevista en 2001.

Irene Gut

Anémica y fatigada por los trabajos forzados, cayó a los pies de un mayor alemán llamado Eduard Rugemer, según relata NBC News. Los rasgos caucásicos de la joven y su manejo del idioma alemán fueron su salvación. El militar se conmovió y la envió a trabajar a un hotel para oficiales germanos, ubicado cerca de un gueto local. Durante el día era la encargada de supervisar a doce judíos en la lavandería y por las noches, servía comida a los soldados.

Ahí comenzó la misión de Irene Gut. Se hizo amiga de sus compañeros en la lavandería y empezó a traspasar comida sobrante hacia el gueto, además de ayudar a judíos a escapar a los bosques. En una de las cenas en las que trabajó, escuchó decir a los alemanes que pronto debían eliminar a todos los judíos de la zona y alertó a sus amigos.

Irene Gut

Sin embargo, la solución estaba al alcance. El mayor Rugemer anunció que se iba a mudar a una villa y le pidió a ella que lo acompañara como su ama de llaves. Días después de llegar a la nueva mansión, Irene Gut escondió a sus doce amigos en el sótano de la casona, que contaba con un túnel secreto que daba a un búnker.

Durante meses, mientras el mayor Rugemer salía, los doce amigos de Gut salían del sótano y rondaban por la casa, ayudándola incluso con sus tareas domésticas. Entre los escondidos estaban Lazar e Ida Haller, un matrimonio que estaba esperando un bebé. El panorama era complejo. Una vez que naciera el niño, sus llantos podrían delatar a todo el grupo.

El descubrimiento

Un día, el mayor Rugemer se saltó la rutina, llegó antes a su casa y encontró a los judíos. Antes de que pudiera denunciar la situación, Irene lo detuvo, pidiendo que perdonara la vida de sus amigos. El hombre, de entre 60 y 70 años, le planteó una salida: ella debía convertirse en su amante para que él no dijera nada.

Así lo hizo Irene, quien describe el primer encuentro como “peor que una violación”. “Sabía que tenía que soportar la vergüenza sola. Nunca pude contarle a mis amigos cómo conseguí su seguridad”, relata Irene Gut en su libro de memorias In My Hands: Memories of a Holocaust Rescuer (en español: En mis manos: Memorias de una Sobreviviente del Holocausto), publicado en 1999.

Tras la inminente derrota nazi, el mayor Rugemer abandonó la propiedad y la enfermera y los judíos escaparon hacia los bosques. Ahí nació Roman, el bebé que esperaba el matrimonio Haller. “Irene Gut es como una segunda madre para mí. Sin ella, yo no estaría vivo”, relató Roman Haller en 2022, cuando tenía 77 años, en una entrevista con NBC News.

Roman Haller y sus padres, Ida y Lazar

Después de pasar unos años en un campo de desplazados, en Polonia, Irene Gut llegó a Estados Unidos en 1949, donde se casó con William Opdyke, un delegado de las Naciones Unidas a quien había conocido en Europa. Ambos tuvieron una hija llamada Jeannie.

Irene Gut guardó silencio por décadas, hasta 1974, cuando decidió compartir su historia con el mundo. Hasta su muerte, que tuvo fecha en 2003, a la edad de 81 años, dio charlas y conferencias sobre su testimonio de vida.

Según Deadline, su hija fue consultora de la película La promesa de Irene.

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