Luego de darse unas cuantas vueltas en busca de la mejor opción, HBO finalmente se decantó por un camino: en octubre de 2019 dio luz verde a una serie sobre la dinastía Targaryen y la Danza de los Dragones, el nombre con el que se conoce a la guerra civil que enfrentó a los ancestros de Daenerys Targaryen por el poder en Westeros.

De todas las opciones que la compañía consideró para expandir a Game of thrones como franquicia audiovisual, esa lucía como la alternativa más conservadora. Enfocarse en ese período del sombrío mundo creado por George R. R. Martin ofrecía la posibilidad de narrar una feroz lucha por el Trono de Hierro y emular tanto el tablero político como la dimensión más espectacular de la producción que se emitió con aplastante éxito durante ocho temporadas.

Foto: Theo Whitman/HBO

Probablemente por ese mismo motivo también existía una dosis de riesgo al optar por hacer una precuela basada en Fuego y sangre (2018). ¿Cómo dar forma a una digna sucesora sin que pareciera un refrito de la ficción televisiva que fascinó al mundo durante casi una década? ¿El público estaría interesado en un conjunto de personajes nuevos peleando por el mismo fin que los protagonistas de la historia original?

La solución que idearon los realizadores de House of the dragon (o La casa del dragón) consistió en concentrarse en los aspectos más elementales de esa fórmula –la sed de poder, las maquinaciones en las sombras, los personajes ambiguos– y recurrir a la fanfarria sólo en momentos específicos, alcanzando un balance que las últimas temporadas de Game of thrones extraviaron. La otra clave fue limitar toda la acción a un par de lugares (la Fortaleza Roja, Dragonstone), consiguiendo incrementar la intensidad del conflicto central. En síntesis, primero dedicar todos los esfuerzos a sentar las bases del drama y luego pensar en aumentar la ambición.

Ryan Condal, cocreador de la serie junto a George R. R. Martin, se refiere a la dinámica inicial como “insular”. “Se trataba de la familia de Viserys y de mostrarlos en la Fortaleza Roja hasta que todos fueran enviados a sus propios mundos”, explica. Aunque funcionó durante gran parte de la temporada, esa lógica fue mutando en la medida que se desencadenaron algunos hechos cruciales.

Tras la muerte del rey Viserys Targaryen (Paddy Considine), en el tramo final del primer ciclo, se formaron dos bandos: el que apoya a Rhaenyra (Emma D’Arcy), a quien el monarca designó como su heredera legítima ante todas las casas de Westeros, y el que respalda a Aegon (Tom Glynn-Carney), su primer hijo varón, quien es coronado como rey con el beneplácito de los miembros del consejo.

Ryan Condal. Foto: HBO

Los primeros diez capítulos terminaron en un punto de no retorno –el asesinato de uno de los hijos de Rhaenyra, a manos del hermano de Aegon, Aemond–, por lo que la mesa quedó servida para un conflicto de proporciones monumentales entre los Negros y los Verdes, como se les denomina a cada grupo.

En la segunda temporada, que se estrenará en HBO y Max este domingo 16 a las 21 horas, la consecuencia más tangible de ese acontecimiento es que las dos facciones no comparten espacio físico y se mueven en paralelo, permitiendo la exploración de nuevos rincones.

Creo que la serie se está abriendo de manera importante. Verán muchas más locaciones y lugares, los que serán habitados por personajes que ya conocen y por personajes que todavía tenemos que conocer”, adelanta el showrunner a Culto desde Nueva York. “Ahora el mundo se ha expandido”.

En ese sentido, la nueva entrega por momentos se acerca a la estructura de Game of thrones, que desarrollaba distintas subtramas en diferentes esquinas de los Siete Reinos, con múltiples personajes aspirando al Trono de Hierro o actuando para que alguien más lo ocupara. El nuevo ciclo incorpora algo de esa mecánica a la disputa que protagonizan dos Targaryen que parecen estar al borde de marchar hacia la guerra.

Foto: Ollie Upton/HBO

Ryan Condal remarca que, pese a lo que podía sugerir el devastador desenlace de la primera temporada, aún queda algo de tiempo antes de que ambos ejércitos se enfrenten. Para explicarlo realiza un paralelo con la Guerra Fría: si durante la segunda mitad del siglo XX existió la amenaza de un Armagedón a causa de la tensión entre dos potencias mundiales, en el universo ficticio de Westeros el peligro lo encarnan los dragones, criaturas capaces de arrasar con todo a su paso si sus jinetes así lo desean (como terminó ocurriendo con Daenerys y su dragón Drogon en Game of thrones).

“Muchos de los aliados cercanos a los Verdes y a los Negros están muy lejos, por lo que mientras esas fuerzas se trasladan a Desembarco del Rey, para desafiar o defender el trono, observaremos a personajes que moverán las piezas sobre el tablero con mucho cuidado; nadie quiere actuar demasiado rápido. Es como jugar al ajedrez: no quieres lanzarte por el rey demasiado rápido y perder a tu reina. Este es un tipo de historia similar”, detalla el guionista y productor.

“La razón por la que uso la Guerra Fría como metáfora es porque este es un conflicto nuclear. Obviamente los personajes de este mundo no tienen las palabras para eso, pero existe una amenaza de destrucción mutua garantizada. Puedo enviar a Vhagar (el dragón de Aemond) a tu ciudad, pero probablemente responderías con tus propios dragones, y si quemamos Desembarco del Rey mientras peleamos por el trono, entonces ¿cuál fue realmente el punto de todo esto? Creo que todos quieren ganar sin quemar el reino mientras pelean”.

En el paisaje descrito por House of the dragon hay personajes más racionales, otros más impulsivos y unos cuantos derechamente impredecibles. Probablemente el más difícil de descifrar sea Daemon (Matt Smith), el esposo (y tío) de Rhaenyra. “Le gusta el caos y disfruta del proceso de la violencia”, analiza Smith sobre su papel, cuyo arco por ahora es mejor mantener en reserva.

Foto: Theo Whitman/HBO

Steve Toussaint, quien interpreta a Lord Corlys Velaryon, considera que el comportamiento de gran parte de los personajes estará definido por los violentos sucesos que concluyeron el ciclo anterior; después de todo, cuando comienza el primer episodio apenas han transcurrido algunos días desde que Rhaenyra recibió la noticia de la muerte de su hijo Lucerys. “Creo que el duelo es un catalizador de gran parte de la acción y las motivaciones de la segunda temporada”, apunta.

Y están los dragones, por supuesto. Eve Best, quien encarna a Rhaenys Targaryen (la esposa de Corlys y tía de Rhaenyra), señala que “la conexión más estable que tiene durante esta temporada es con su dragón”. “Ella está cargando con mucho de todos los que la rodean –toda la generación más joven, su esposo–, además de cargar con su propio duelo. Como todas las grandes madres, los abraza con amor y compasión, mientras cumple con su trabajo, por cierto, porque pasa mucho tiempo arriba de su dragón”.

Nuevas generaciones

Uno de los cambios más notorios del regreso de House of the dragon es que entre capítulos no hay saltos temporales significativos ni cambios de actores, una particularidad que a algunos no los convenció en 2022, pero que a juicio de Ryan Condal era indispensable para llegar al punto con el que deseaban cerrar el primer ciclo. En resumen, necesitaba que el público entendiera la fractura de la amistad entre Rhaenyra y Alicent Hightower (quien se casa con el rey, por lo que se transforma en su madrastra) e instalar el problema de la sucesión de los Targaryen a través de un puñado de nacimientos.

“Creo que como guionista lo que más me enorgullece de la primera temporada es su estructura, que fue algo muy complicado de crear y mantener sólido”, expresa Condal. “Habla de la calidad de la narración, la producción y, por supuesto, los maravillosos actores que tuvimos en nuestra serie el hecho de que el público estuviera de acuerdo y aceptara que modificáramos a la mitad del elenco a mitad de temporada”.

Foto: Theo Whitman/HBO

Liberado de esos trucos, el segundo ciclo (compuesto de ocho episodios en vez de diez) posee una narrativa que a muchos les parecerá más fluida. Según la perspectiva del showrunner, esta “comenzará a descender cerro abajo con bastante rapidez”.

En ese esquema renovado los hijos de Rhaenyra y Alicent –además de las dos hijas de Daemon con la fallecida Laena Velaryon– adquieren más peso en la trama, uno de los rasgos que genera más entusiasmo en Condal.

“Esta temporada estoy muy emocionado de poder pasar el tiempo adecuado con Jace, Baela y Rhaena, y con Aegon, Helaena y Aemond. Estas son las versiones adultas de los personajes e interpretarán esos roles desde aquí hasta el final de la serie”, sostiene, celebrando a los actores como “fabulosos y talentosos, aportan mucha humanidad, profundidad y dimensiones”.

Aemond, cuya seguridad corre peligro después de haber matado al hijo de Rhaenyra (y su sobrino, según el árbol genealógico), gana nuevos matices en este ciclo. “Aemond es un producto de su entorno y crianza”, opina Ewan Mitchell, el actor que le da vida. “Él no era como el resto de los niños de la familia. Fue el único al que no le dieron un huevo de dragón, por lo que fue tratado de manera diferente. Los otros niños de la familia le hacían bullying por ser diferente”. Y agrega: “Al ingresar en la segunda temporada verán otros ángulos de Aemond, diferentes tonos. No es sólo alguien unidimensional y genérico”.

Foto: Ollie Upton/HBO

Condal profundiza en la raíz de los hijos de Alicent con el difunto rey Viserys, tres personajes con los que fue difícil empatizar durante la primera tanda de capítulos. “(Alicent) se convirtió en madre cuando era adolescente y su propia mamá murió cuando ella era muy joven, por lo que fue criada lejos de casa por su papá y no creo que le hayan dado las herramientas que ella podría requerir o el sistema de apoyo que tienen los padres modernos para criar a sus hijos. Y sus hijos son un reflejo de ello”.

El cocreador conoce a la perfección los dobleces de los hombres y mujeres que habitan House of the dragon, una galería de figuras dispuestas a todo con tal de conseguir sus objetivos. También cree haber encontrado la clave para que Westeros funcione en todo su esplendor.

“Me encanta la fantasía, he estado obsesionado con ella desde que era niño. Pero creo que lo que provoca que la gente vuelva a la serie es toda la intriga y el trabajo con los personajes. Muchas veces eso sucede en estas mesas del consejo y en los tranquilos pasillos de la Fortaleza Roja y Dragonstone. Esas son las cosas que me encanta escribir como guionista de drama. Esas son escenas interesantes que es divertido escribir y luego hablar sobre ellas con el director y ver cómo se filman”, cuenta. “Es un equilibrio entre esas dos cosas. Quiero decir, habrá espectáculo, pero para que el espectáculo sea relevante te tienen que importar la situación y los personajes que intervienen en ella”.

Aunque muchos la extrañaron en la pantalla durante 2023, el realizador descarta que sea posible estrenar una nueva temporada cada 12 meses. Entre la preproducción y la filmación tardan un año, y sólo la postproducción demora seis meses, volviendo inviable esa frecuencia (hoy trabajan en el tercer ciclo, aunque HBO aún no ha liberado el anuncio oficial con su renovación).

Foto: Ollie Upton/HBO

“Siempre digo que nadie se queja cuando se requieren dos o tres años para que se estrene una nueva película de Dune. Soy uno de los mayores fanáticos de Dune en el mundo y entiendo por qué les toma tanto tiempo. No quiero compararnos con eso, pero hacer esta serie es como hacer varios largometrajes grandes al mismo tiempo”, indica.

“Mi expectativa es que mientras tanto los fanáticos se refresquen con la historia anterior, vuelvan a ver la primera temporada para prepararse para la segunda y hagan de ello un evento. Es algo que no ocurrirá todos los años, pero cuando suceda será lo suficientemente especial como para que valga la pena el largo camino que se necesita para llegar allí”.

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