En 1977, la NASA lanzó al espacio dos sondas gemelas que poseen una sofisticada estructura para registrar e interpretar imágenes, temperaturas, ondas de plasma y energía. Se trata de dos perfectas cazadoras y tienen por labor almacenar fragmentos de la memoria estelar.
Inspirada en estas máquinas, la compañía La Pieza Oscura (“El taller”, “Liceo de niñas”, “Space Invaders”), vuelve a GAM para estrenar su última creación Voyager. La obra, dirigida por Marcelo Leonart, está basada en el ensayo homónimo de Nona Fernández, libro que ha sido traducido a seis idiomas en tres continentes.
En el interior de las Voyager originales viajan un par de discos de oro en los que se intentó registrar lo mejor de la humanidad de aquella época. Una especie de grandes éxitos o de carta de presentación.
“Si tuviéramos que organizar esos discos hoy, en medio de esta intensa realidad que vivimos humanitariamente, ¿qué seleccionaríamos? ¿cómo podemos trazar un recuerdo colectivo? Creo que las historias que rescatamos en este montaje son los materiales que nos gustaría lanzar al espacio. ¿Cuáles son los recuerdos que queremos que queden constelando en este momento histórico? Probablemente esta obra es nuestro propio disco de oro”, reflexiona su dramaturga e intérprete, Nona Fernández.
El escenario se transforma en el espacio interestelar, o quizá en el cerebro de alguien que recuerda, donde estrellas y neuronas organizan el paisaje en el que viajan Voyager 1 y Voyager 2. Estas dos mujeres máquina, interpretadas por Nona Fernández y Francisca Márquez, están perdidas en el espacio, sin claridad de que sus señales están siendo escuchadas. Ambas siguen narrando historias de la humanidad que han recopilado a lo largo de su viaje de casi cincuenta años.
Entre estas historias se mezclan la memoria de los cuerpos y los recuerdos de un país: una madre se angustia al envejecer y perder la memoria, una hija ve en el electroencefalograma de su madre el recuerdo del momento en que nació, una mujer busca por décadas en el desierto los huesos de su esposo desaparecido, un grupo de familiares de ejecutados políticos quiere configurar una nueva constelación rebautizando 26 estrellas con el nombre de sus seres queridos.
“Quisimos poner en escena recuerdos que nos marcaron de la reciente historia de Chile y del mundo, para lanzarlos al universo. Como compañía siempre nos ha interesado la reflexión sobre la memoria como una herramienta para entender nuestro presente. Y Voyager es una invitación a la memoria de todos y de todas, no es solamente lo que nosotros contamos, sino que es ver el relato de toda la gente en escena”, explica Marcelo Leonart.
¿Qué, por qué y para qué recordamos? ¿Bajo qué guion? ¿Hasta cuándo lo hacemos? ¿Dónde se cruza la memoria personal con la histórica? ¿Cómo padecemos la memoria o desmemoria de nuestras sociedades? ¿Cómo recuerda nuestro cerebro, las estrellas? ¿Por qué olvidamos? Son parte de las preguntas que se lanzan al escenario.
A diferencia de los montajes anteriores, la compañía se planteó nuevas formas de trabajo y narración. Convocaron a un grupo interdisciplinar que por primera vez contempla un formato multimedia a cargo de Pablo Mois y a Claudia Vicuña como directora de movimiento.
“Voyager” es una coproducción de GAM, Fundación Teatro a Mil y el Centro Cultural de España, y cuenta con la colaboración de Teatro Niño Proletario. Tuvo una primera etapa de desarrollo en una residencia de investigación escénica y dramatúrgica en colaboración con Teatro La Memoria en Chile, la Escuela de Escritura Creativa de la Universidad de Houston, USA, y la Sala Beckett de Barcelona, España.
La temporada estará desde el 15 de junio al 14 de julio. Jueves a Sábado, 20 horas; Domingos, 19.00 horas. Entradas desde $5.850 Preventa Gral (primeros 100 tickets).