Una niña ha desaparecido. Gloria Miranda Felipe, de 2 años y 8 meses, ha sido raptada de su casa en la colonia Juárez, en el Distrito Federal de México. Hija de una familia más o menos acomodada, su repentina desaparición comienza a acaparar los titulares de los periódicos mexicanos que reciben la información de la desesperada familia. Es enero de 1946, y la policía comienza su búsqueda.

Así empieza Soñar como sueñan los árboles, la nueva novela de la escritora mexicana Brenda Lozano (41), y que acaba de llegar a Chile vía Alfaguara. Es la quinta de su trayectoria. Se trata básicamente de un thriller de época, en un México convulsionado porque se han reportado muchos secuestros de menores, y se cree que este es uno más. En sus páginas, el lector acompaña la búsqueda de la chica, y nota cómo van apareciendo elementos de la historia que la van complejizando y personajes algo obsesionados, como Nuria Valencia, que al final se terminan cruzando en la trama. Es una novela rápida y que se lee de modo accesible.

Lozano es uno de los nombres literarios más destacados de su generación. En 2017, fue nombrada dentro del listado Bogotá 39, como una de las mejores escritores jóvenes de América Latina, y en 2019 recibió el premio PEN de traducciones. Además, es una redactora habitual de El País.

Desde el otro lado de la pantalla, vía Zoom, Lozano comenta a Culto cómo surgió la idea de esta novela. “Estaba platicando con un buen amigo en el periódico (El País) sobre la crónica roja, que en México tiene titulares muy llamativos, y estuvimos intercambiando algunas historias interesantes. Justo llegué a una nota de finales de la década de los 40, una crónica de un par de páginas que al leerla me pareció que se podía crear un mundo de personajes. Así empezó la cosa, entre unas chelas con un amigo, y terminó en ese proceso de escritura que además fue bastante veloz. Normalmente yo me tardo bastante más y en esta ocasión fue como un rayo”.

“Venía de un muy mal momento en mi vida, que requería abrir este espacio creativo que para mí es muy importante. No lo había podido tener por lo menos desde la pandemia. De hecho, había intentado escribir una novela en pandemia, pero no resultó. En el caso de esta, el primer borrador lo hice en 4-5 semanas”.

¿Por qué ambientaste esta historia en la década del 40 en México?

Me interesaba mucho situarla en esa época. Es la época de mis abuelos. Creo que hay muchas preguntas y temas de entonces que tienen mucha actualidad, como, por ejemplo, el de la violencia de género, que son temas que obviamente me interesan mucho desde la ficción y desde el periódico. Entonces, quise situarla en el pasado desde un punto de vista presente, lo cual me daba una mayor amplitud para poder cuestionar de dónde vienen muchas de las cosas que hoy nos acontecen y nos preocupan.

Brenda Lozano. Foto: Pablo López.

En la novela hay distintas reflexiones sobre la maternidad, no hay una mirada única. A Nuria le obsesiona la idea y a otro personaje, Constanza, dice que le carga. ¿Quisiste dar cuenta de esa diversidad de miradas en la novela?

Claro. Creo que es como un caleidoscopio. Tantito giras el punto de vista con el tema de la maternidad, ves todos los despliegues que eso va teniendo. Me interesaba retratar a las mujeres en distintas edades. El foco en Ana María que tiene 60 años, en su caso el ser abuela, por supuesto también su maternidad. Y cómo vas girando el caleidoscopio y de pronto la maternidad se convierte en tantas otras cosas y en tantos otros roles que también jugamos las mujeres en sociedad. Me interesaba muchísimo el lugar de una niña pequeña que es secuestrada, los miedos que suscita, lo que pasa en esa familia que la pierde, en paralelo a Nuria, que es este personaje que está obsesionada con la maternidad. También el tema de ser mujer en esta sociedad que es extremadamente violenta y es violenta contra las mujeres. Y cómo hay tantos aspectos desde las violencias ginecobstetras en el caso de Nuria, hasta las violencias sociales, las cosas que se esperan en sociedad de las mujeres. Y todo esto, por supuesto, está relacionado también a los papeles de madre, hija, esposa, pareja, toda esta cantidad también de exigencias y de expectativas que se dan en el hecho de ser mujer.

También te adentras en la crianza vista desde un punto de vista masculino, algo que en general no se toca mucho. ¿Qué te animó a incluir eso?

Es el mismo caleidoscopio de las familias y de los roles de familias. Me interesaba el arquetipo del padre que abandona a la familia, el padre presente, y me interesaba mucho que ese fuera el padre protagonista o uno de los hombres protagonistas en esta configuración. Eso viene de un lugar muy personal. Mi abuelo era una persona muy presente, que llevaba una paternidad bastante moderna para su tiempo y una forma de pensar, pues creo, bastante vanguardista. Si por vanguardista hablamos de derechos muy básicos y quizás de una apreciación de la vida bastante más moderna a como se estilaba antes. Entonces, me interesaba mucho que este hombre fuera muy comprometido con su familia, con su pareja, con su paternidad, al mismo tiempo que hubiera también un padre ausente, por ejemplo, en el caso de Martín, el marido de Nuria; o que hubiera también un hombre muy extremadamente violento, como es el caso de Ana María, que tiene una pareja que es terrible.

¿Qué te pasa a ti con la idea de maternidad?

Digamos que por lo pronto me interesaba explorar estos temas y todos estos ángulos desde la ficción. Creo que todos los lugares desde los cuales se es mujer, o la idea de ser mujer en una sociedad, se pueden cuestionar. Pues me parecía muy interesante pensar la maternidad desde ahí y explorarla desde ahí.

En otro aspecto, ¿qué te parece la reciente elección de Claudia Sheinbaum? La primera mujer presidenta de México.

Ciertamente me parece una noticia histórica, es la primera vez en 200 años que hay una mujer que tiene el puesto de poder más alto en este país. Obviamente, creo que hay que celebrarse desde muchísimos ángulos. Ojalá que sea desde la perspectiva de género. Ahora pues, es muy reciente. O sea, es una presidenta virtual. Ella comienza en unos meses como la presidenta oficial de México. Creo que rompe también con este espantoso camino que estaba tomando Latinoamérica hacia las derechas. Por ejemplo, en el caso de Milei en Argentina, creo que nuestra región entera se cimbró ante eso. Su perfil es muy interesante, porque ella es doctora en ciencia del medio ambiente, de una tradición más de centro izquierda o de izquierda progresista. Más adelante hay que ver qué posturas tiene, por ejemplo, con respecto a la militarización, con respecto a la cultura, que es un tema que en lo personal me interesa mucho, o con respecto a los temas de género, que es algo que también nos compete mucho en este país que sufre estas desapariciones forzadas y que sufre también de los femicidios. Me gusta pensar que está a la altura de la situación.

¿Qué expectativas tienes con su gestión?

Es muy temprano. Creo que está en el espacio de las expectativas de entrada. Me resulta emocionante que haya una primera presidenta y una mujer muy preparada también y una mujer con una visión progresista. Creo que es un aspecto positivo para Latinoamérica.

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