Dan Aykroyd estaba fascinado por los fantasmas desde su infancia, cuando espiaba las sesiones de espiritismo en la casa vacacional de la familia. Gracias a la influencia de su bisabuelo, un aficionado de lo sobrenatural, el actor y guionista tuvo una idea que resultaría en una de las películas más icónicas de los ochenta: Los cazafantasmas.
Su estreno, el 8 de junio de 1984 —este año se cumplen cuatro décadas del hito— marcó un antes y un después en la vida de millones de personas. En los albores del cine de ciencia ficción y de terror, la comedia de Los cazafantasmas fue un vaso de agua fresca. A Chile, el fenómeno llegó meses después, el 7 de diciembre.
“La primera vez que la vi fue en su mismo año de estreno, en un cine del centro, cuando llegó a la cartelera chilena. Fue una de las películas que más disfruté ver en pantalla grande en esos días de infancia, lo pasé muy bien, me entretuve mucho. Es de mis cintas ochenteras preferidas del cine más comercial hollywoodense”, recuerda en Culto Joel Poblete, crítico de cine en radio Cooperativa.
Sol Márquez, en tanto, la vio por primera vez en la comodidad de su hogar. “Tuve la suerte de crecer con un padre muy cinéfilo, quien nos hacía ver todas las películas. Recuerdo haber visto Los cazafantasmas en los ochenta y que fue muy importante en mi casa, se veía muchísimo, se arrendaba o se veía en tardes de cine. Era una película que reunía a toda la familia. Yo era chica en esa época y me encantaba, porque tenía esa combinación de que te daba miedo, pero te daba mucha risa”, relata a Culto la crítica de cine de radio Universo.
“La vi en los años ochenta, al final, cuando la película se empezó a dar repetidamente en televisión. En ese tiempo la televisión era la gran ventana para ver películas, no existía el cable, y estaban recién empezando los videoclubs. Recuerdo que se hablaba mucho de la película. Amigos del barrio y del colegio, todos la vieron. Cuando la vi, me llamaron la atención los efectos especiales, pero al verla después repetida, esos efectos especiales parecen añejos. Se nota el paso del tiempo”, reflexiona Rodrigo González, crítico de cine de La Tercera.
Una historia que pudo no existir
Hace aproximadamente cuarenta años, Dan Aykroyd, quien además era uno de los escritores del famoso programa Saturday Night Live, no pasaba por su mejor momento. Tras el éxito de su cinta Los hermanos caradura (1980) y el fracaso de Vecinos (1981), su mejor amigo y socio, John Belushi, falleció de una sobredosis en 1982. Así, Dan Aykroyd perdió también a su compañero de elenco para los dos guiones que estaba preparando, entre ellos, el de los locos profesores universitarios que emprenden una curiosa empresa en Nueva York.
Sin embargo, el director Ivan Reitman y el actor y guionista Harold Ramis se sumaron al proyecto y este se puso nuevamente en marcha. De Ghost Smashers (algo así como Destructores de Fantasmas), la entrega pasó a llamarse Los cazafantasmas y contó con el apoyo del estudio cinematográfico Columbia Pictures. También, se habían unido al reparto Rick Moranis, como el vecino contador, Sigourney Weaver, en el papel de Dana Barret y Ernie Hudson, el cuarto cazafantasma.
Ahora solo faltaba un detalle: encontrar a alguien que tomara el lugar de John Belushi. Bill Murray, quien había participado en Saturday Night Live y en comedias como Los locos del golf (1980), recibió la oferta y, tras varias conversaciones, Dan Aykroyd lo convenció de unirse a la película. El equipo estaba completo.
El fenómeno de Los cazafantasmas
El tema principal de la película, Ghostbusters, de Ray Parker Jr., se volvió uno de los emblemas de la historia de los doctores Venkman, Stantz y Spengler y Winston Zeddemore. “La canción era muy famosa. A partir de la canción, el filme se popularizó. Muchos vieron el videoclip y después vieron la película. Coincidió un poco con el famoso video de John Landis de Thriller, de Michael Jackson, considerado uno de los mejores videos de la historia, estaba todo entrelazado de cierta forma”, comenta Rodrigo González, crítico de cine de La Tercera.
En 1978 había llegado al cine Star Wars; en 1982, E.T. y, ese mismo año, en 1984, Terminator. El ambiente era ideal para el arribo de una cinta como Los cazafantasmas. “Fue muy pop, la película fue parte de una cultura de entretención muy ochentera, orientada hacia el público masivo y que puso en el tapete a Bill Murray”, agrega Rodrigo González.
“Es una de las buenas producciones masivas de esos años que pudieron llegar a audiencias muy transversales, desde niños y jóvenes hasta adultos, su público no estaba tan estrictamente segmentado. Algunas escenas y momentos, y su música, se convirtieron en iconos que hasta el día de hoy son recordados con cariño y nostalgia por distintas generaciones”, indica el crítico Joel Poblete.
“Los cazafantasmas llega en una década donde el terror era súper psicológico, donde los fantasmas eran para temerles, estoy pensando en Poltergeist (Juegos diabólicos, 1982). La cinta tomó estos elementos del terror y los abordó desde la comedia, que tiene muchos rasgos del sketch de Saturday Knight Live, y lo hace con humor político y subversivo, con crítica al status quo, a las autoridades, y a esta idea de que hay una sola manera de ser. Muy de la política de Reagan, de los ochenta. Esta película celebra, defiende y valora la diversidad, la posibilidad de ser nerd, porque ser nerd te permite cazar fantasmas”, añade Sol Márquez.
Los cuarenta años de Los cazafantasmas pasaron entre secuelas, series inspiradas en la cinta y nuevas versiones, aplaudidas por unos y abucheadas por otros. Lo que es indiscutible, es que la historia del cuarteto seguirá marcando las vidas de los amantes de lo sobrenatural. Actualmente, el filme está disponible en Max.