Silvio Rodríguez (77) entrega una respuesta que, aunque elemental, no deja de ser significativa. Consultado por cómo ha modificado su forma de escribir en comparación con sus días de juventud, uno de los cantautores hispanohablantes más influyentes del siglo XX compara: “Lo que más ha cambiado son los medios de los que nos valemos para escribir. Hemos ido del lápiz y el papel al ordenador, pasando por la máquina de escribir”.
En sus palabras, el cubano sintetiza el curso del tiempo en la faena de cualquier autor, e incluso en el trabajo de cualquier ser humano, pero en su caso hay una diferencia importante. Esa misma marcha del calendario la ha podido capturar en parte de su último disco.
Se trata de Quería saber, aparecido el pasado viernes 7, donde precisamente laten canciones que evocan los giros inexorables de la vida, las intrigas que surgen cuando el destino se va estrechando, de alguna forma las inquietudes habituales de los creadores en el instante en que miran de cerca las ocho décadas de vida.
Ahí está, por ejemplo, Nuestro después, de título elocuente, donde Rodríguez se pregunta bajo sensibilidad acústica “quiénes contarán lo que fuimos” o admite que “cuando se van los hijos, los nietos y el futuro, nos quedan acertijos, nos mira el lado oscuro”. El propio nombre del disco -Quería saber- se puede leer como una mirada nostálgica a lo que quiso comprender, pero que por algún motivo ya no pudo. Aunque su propio compositor se encarga de atajar de inmediato: “Se refiere a que quería, quiero y querré saber”.
En rigor, casi la totalidad de las once composiciones que integran su nuevo trabajo representan a Silvio Rodríguez en versión adulta, modelo siglo XXI -salvo Tonada para dos poemas de Rubén Martínez Villena, de los años 70-, sin que existan grandes vestigios de temas acumulados desde sus tiempos formativos, como suele suceder con algunos artistas de carreras legendarias.
“Las canciones de Quería saber fueron compuestas entre 2015 y 2020; y fueron grabadas entre 2015 y 2024. Y más bien retratan lo que me pasaba por la mente cuando las hice”, asegura en esta entrevista con Culto, también retrato de su presente, ya que prefiere responder vía correo electrónico desde La Habana.
-¿Qué es lo que más lo motiva al minuto de seguir lanzando discos?
Lo que me impulsa a publicar nuevos trabajos es la esperanza de que aún haya personas que los esperen.
-Estas canciones fueron escritas justo antes del encierro de la pandemia. Distintas miradas anhelaban que el ser humano saliera fortalecido tras esos años y que tuviéramos una sensibilidad distinta con respecto a nuestras relaciones. ¿Cree que sucedió eso?
Creo que la crisis económica mundial que creó el aislamiento pandémico hizo más hegemónicas a las hegemonías. Como son sistemas basados en la supremacía, invierten más en armas que en beneficios humanos. Es catastrófico. Mire lo que le hacen a Palestina ante los ojos del mundo entero.
-Hablemos de su disco y su trayectoria actual. ¿Cómo enfoca hoy su carrera tomando en cuenta que, de modo natural, posee un camino que tiene más pasado que futuro, en donde posiblemente el tiempo para seguir desplegando su talento sea menor que el que tenía hace unos años?
No alivia saber que lo mismo le pasó a Neruda, a Walt Whitman o a Lezama Lima. “Si tu mal no tiene cura ¿por qué te apuras?”.
-Imagino que el concepto de “retiro” nunca ha merodeado su léxico, ¿no?
Legalmente me jubilé a los 60, aunque 17 años después aún resisto.
-¿Le teme a la muerte?
Decía el gran poeta cubano Eliseo Diego que se cuidaba de los espejos porque la muerte presumía. Coincido.
-En la canción Nuestro después dice “cuando se van los hijos, los nietos y el futuro, nos quedan acertijos, nos mira el lado oscuro”. ¿Es así? ¿A qué temas se refiere con aquello?
Me refiero a los éxodos.
-¿Le preocupa lo que se contará de usted en el futuro?
Nunca he pensado en semejante cosa.
-¿Qué acertijos le han quedado a usted con la partida de sus hijos o sus nietos? ¿A qué se refiere con “el lado oscuro”?
A que es triste estar lejos de los seres queridos.
América y los gobiernos
Pero la última producción del trovador no sólo es un compendio rico en versos adultos; también es el recuerdo de la multiplicidad de lenguajes creativos que siempre ha declarado su obra. En la reciente pieza no sólo está su tradicional acento acústico dirigido desde su guitarra; además hay variantes caribeñas, inflexiones jazzísticas, salsa diseñada con elegancia, abrazos esporádicos con el rock y ensambles que lo acercan al sonido progresivo.
Su voz sigue sonando increíblemente fresca, el timbre diáfano y sereno reconocible por décadas, sin que se note un registro exigido a una edad mayor.
Una arquitectura evidente desde el inicio con América, la canción que abre el disco. Esa misma donde dice: “A luz me guarde del abrazo de América, de su mirada, de su hechizo de amor. De madrugada se oye el llanto de América y se parece al dolor”.
-¿Qué mirada de América expresan estos versos?
América era una bella muchacha de mi barrio, hace medio siglo. Mi mirada es la del lejano admirador que fui.
-¿Tiene una mirada actual de los procesos sociales y políticos que atraviesa América Latina?
Aplaudo a los gobiernos que se preocupan por los olvidados, a los que creen en la justicia social, a los que sostienen principios humanos solidarios.
-Vamos a lo específico. En Chile, ¿ha seguido con alguna clase de interés a la llegada a la presidencia de Gabriel Boric?
Por supuesto que sí, y he notado lo dura que ha sido la respuesta conservadora, y supongo lo mucho que ha tenido que posponer. Tuve el gusto de hablar con él unos instantes, cuando fue el 50 aniversario del golpe. Entonces no pude ir a Chile, pero organicé en Cuba un evento cultural con artistas de muy alta calidad.
-Por otra parte, ¿qué le parece que una personalidad de ultraderecha como Javier Milei hoy esté a la cabeza de un país como Argentina?
Al menos la mitad del pueblo argentino lo eligió y por principio eso siempre es algo que respeto.
-Hay otra canción muy interesante en el álbum: Para no botar el sofá. Ahí dice: “No quiero el abrazo con horma, ni el beso como obligación, no quiero que vicios y dogmas dispongan en mi corazón. Los vi truncar publicaciones, inteligentes, y descalificar canciones por diferentes”. ¿Qué es lo que intentó retratar en esta composición?
Es una canción que critica el dogmatismo, lo esquemático, lo inanimado que a veces puede ser el pensamiento.
-¿Alguna vez usted fue o se consideró una persona dogmática?
Ignorante sí que he podido ser, aunque creo que siempre se impone mi espíritu de superación.
-Usted dice “los vi descalificar canciones por diferentes” en este tema. ¿Puede aplicarse tal consideración a lo que fue la Revolución cubana en sus inicios, cuando apartó a géneros como el rock por considerarlos imperialistas o alienantes?
Esa línea habla de la desconfianza que suscitó la aparición de mi generación de trovadores.
-En esta misma canción, Para no botar el sofá, usted dice: “Los vi cebando las hogueras de la homofobia, en nombre de falsas banderas y tristes glorias”. ¿Considera que la Revolución en sus primeras décadas tuvo un carácter homofóbico?
Heredamos machismo y homofobia de la colonia y de gobiernos anteriores a la revolución. La revolución hizo la campaña de alfabetización y abrió el estudio y las universidades para todos. Pero hay prejuicios que se arraigan y demoran años en superarse.
-¿Cree usted que pertenece a una generación que hace años -tanto en Cuba como en el resto del mundo- tuvo actitudes homofóbicas y machistas?
Jamás fui homofóbico. Tuve amigos homosexuales desde muy joven. Algo de machismo si puedo haber tenido (una mujer se ha perdido / conocer el delirio y el polvo). Son siglos de cultura patriarcal contra los que debe luchar una conciencia.
(N de la R: en esta última respuesta, Rodríguez alude a los versos de la canción Óleo de mujer con sombrero).
-¿Qué le parecen las protestas que en los últimos meses se han desencadenado en Cuba por los apagones y la falta de alimentos?
Me parecen normales.
-Según dijo el presidente Miguel Díaz-Canel, gran parte de la responsabilidad de estas protestas se debe a enemigos desestabilizadores externos, “terroristas” radicados en Estados Unidos que incentivan “acciones contra el orden interior del país”. ¿Qué cree usted?
Lo que creo prefiero decírselo al presidente Díaz-Canel y no a través de un diario de otro país.
-Díaz-Canel también ha dicho que “las protestas no son reclamos de ruptura con la Revolución”. ¿Lo cree igual? ¿Cree que los principios de la Revolución siguen intactos pese a estas muestras de disconformidad?
Idem.
-Finalmente, ¿piensa salir de gira para mostrar su disco Quería saber?
No pienso promover en gira este disco, o al menos no por ahora.
-¿Qué relación cree usted que ha fortalecido con Chile?
La amistad, el respeto, el afecto.