El artista Eduardo Martínez Bonati (93 años), forjador de la colección de arte del edificio UNCTAD III (actual GAM), vuelve a este lugar de origen para mostrar su iconografía reciente en obras inéditas y compartir las distintas facetas que ha explorado en más de tres décadas de destacada carrera.
Autor de emblemáticas obras, como el mural del paso bajo nivel Santa Lucía y otros proyectos de gran envergadura en edificios y espacios públicos de Chile, Bonati reanuda con esta muestra su vinculación con la escena visual chilena.
El camino a mí mismo es el nombre de la exposición que el pintor, grabador y académico chileno desarrollará en su muestra individual en GAM, en coproducción con CH.ACO. La muestra busca resaltar el vitalismo que aún singulariza a Bonati, con una serie de obras abstractas de gran formato, realizadas en la última década en su taller de Pirque e inspiradas en estudios psiquiátricos y meditación trascendental.
Por otra parte, la muestra contempla un trabajo audiovisual que revisará los principales hitos de su producción, desde mediados de los años ‘70, durante su auto exilio en España, como también su rol en la UNCTAD, su propio testimonio creativo y las influencias que ha ejercido, como artista y docente.
“Rescatamos en la historia de Bonati la posibilidad de reinvención y de desarrollo de una carrera a partir de cero, en un país lejano, llegando a ser un académico e intelectual activo y figura destacada en la escena pictórica española. Y sobre todo, la frescura, vitalismo y profundidad de su trabajo actual, en un diálogo incesante con la pintura pura”, cuenta su curadora, Elisa Cárdenas.
La serie de obras que protagoniza esta exposición se vincula, por una parte, a las búsquedas espirituales del artista, a través de conocimientos como el Tao y la práctica de meditación trascendental. Y a la vez, es resultado de sensaciones particularmente terrenales y el estado de presencia total en un ser humano.
“Esta es una enorme oportunidad de mostrar la profundidad y vigencia de su obra a través de sus exposiciones y la circulación de su trabajo. Esta muestra representa la valoración del trabajo actual y activo de los artistas que vienen con una enorme historia, que constituyen de alguna manera ‘patrimonio’, y que a la vez encarnan la naturaleza dinámica de ese concepto”, indica Cárdenas.
Martínez Bonati es uno de los artistas más completos del siglo XX chileno. Fue profesor de grabado en la Universidad de Chile, formando a artistas como Eugenio Dittborn, Francisco Brugnoli y Carlos Leppe, entre muchos otros. Muy pronto comenzó a trabajar el concepto de “arte incorporado” inserto en el medioambiente urbano. Realizó entonces importantes murales como los de la Escuela de Agronomía de la U. de Chile, el Centro de Investigación Nuclear de La Reina y el de azulejos en el paso bajo nivel de Santa Lucía, que elaboró en equipo con Carlos Ortúzar e Iván Vial, tras ganar un concurso nacional.
Formó parte del grupo Signo, junto a José Balmes, Gracia Barrios y Alberto Pérez y, el año 1972, convenció a los personeros de la Unidad Popular, que el arte chileno debía estar presente en el edificio UNCTAD III, no de manera decorativa, sino en una integración con el diseño arquitectónico. “A mí me llamaron para ayudar con ciertos problemas de espacios, materiales, colores y revestimientos... Entre el aburrimiento y las ganas de hacer algo, me di cuenta de que estaba lleno de muros pelados… Entonces pedí a algunos artistas que me hicieran bocetos de tapices y murales… Y es así como empezamos”, contó Martínez Bonati.
Después del autoexilio, Martínez Bonati regresó a Chile tras 30 años, para dedicarse a la pintura: “Es lo único que amo. Me he negado a los encargos, a los murales, a hacer clases, sólo pinto. Cuando me alejo de la pintura me desarmo. Es un proceso y me encanta sufrirlo; creo que tengo algo de masoquista” decía en una entrevista.
Su estilo vanguardista ha pasado por muchas vertientes. Los primeros años fuera de Chile corresponden a lo que se podría denominar “etapa negra”, en que produce una pintura brutal, densa, casi monocroma. Luego realiza pinturas, acuarelas y obra gráfica que muestra mundos delirantes y escenas llenas de vértigo, teñidas de un humor ácido, mucha crítica social y política. Posteriormente, surge una figuración más cercana al cómic, y hoy se enfoca más a la abstracción. Su última exposición, titulada “Vuelvo a casa 1978 al 1986″, ocurrió el 2011 en el Museo Nacional de Bellas Artes.
La exposición estará entre el 20 de junio al 11 de agosto. Martes a Domingo, 10 a 21 horas. Sala Artes Visuales GAM. Entrada liberada