Durante el lanzamiento del su último libro, titulado El buzón de las impuras, la escritora chilena Francisca Solar se tomó unos minutos para responder una carta, escrita por el jesuita Javier Hernán Ossa, que excusaba a la orden religiosa de su vínculo con el incendio de la Compañía de Jesús del 8 de diciembre de 1863.
Recordemos que la más reciente novela de Solar toma como puntapié base la tragedia del siglo XIX, para ficcionar la vida de las mujeres que allí perecieron. En el relato, se sigue a las Hijas de María, una cofradía laica que realmente existió y que en ese periodo estaba bajo la dirección de los jesuitas, en específico—y según consta en la prensa de la época y la novela misma—, bajo la tutela del presbítero Juan Bautista Ugarte.
El jesuita Javier Hernán Ossa escribió lo siguiente en una carta al director de El Mercurio, publicada el pasado martes 25 de junio. “Se desliza una ambigüedad que permitiría entender que los jesuitas éramos los responsables de dicho templo en ese tiempo. La realidad es que ese templo dejó de estar vinculado a los jesuitas unos 100 años antes. Vale la pena recordar que este inolvidable y horroroso acontecimiento fue tratado en el libro de la historiadora Sol Serrano ¿Qué hacer con Dios en la República (2008), de fácil acceso en internet”, escribió el sacerdote.
Tal como había adelantado Francisca Solar, el lanzamiento del libro tomaría un formato diferente. La tarde de ayer, en medio del escenario del Teatro Oriente y frente a cientos de personas, la escritora expuso los detalles de su investigación que sustentan El buzón de las impuras. A través de una presentación, desentrañó las causas del incendio a través de litografías de la época, archivos de prensa, entre otros insumos.
La respuesta
Antes de comenzar su exposición, la autora se refirió a la carta de Ossa. “Esto está completamente fuera de pauta, así que pido disculpa a la organización desde ya”, dijo, para luego contextualizar el contenido de la misiva publicada.
“No le voy a responder a Javier Hernán por carta a El Mercurio, porque boomer. Como millenial que soy, le voy a responder a Javier Hernán por YouTube”, comenzó la autora apuntando a la cámara, como puede verse en el registro de la plataforma. “Tengo solo una pregunta para ti: ¿No te da vergüenza? ¿Así un poco de pudor haber mandado esa carta al director? ¿No te das cuenta de lo patético que es que a 160 años de esta tragedia, los jesuitas sigan eludiendo su responsabilidad en los hechos, por demás, con un tecnisismo barato, ordinario, que por demás es tan fácil de rebatir?”, sentenció.
“Tu carta era absolutamente innecesaria, pero la agradezco por dos razones. La primera, porque tu carta hace que se me vendan muchos libros, así que gracias Javier Hernán. Y segundo, muy importante, es que tu carta me da pie y me invita a ser todavía más enfática a esta presentación, en cuanto a lo cobardes y miserables que fueron los jesuitas frente a los hechos del 8 de diciembre. Que no lo digo yo, no solo lo digo yo, lo dice la prensa de época muy elocuentemente, vamos a ver varios ejemplos de esto”.
La autora fue enfática al asegurar que este hecho sí fue un accidente y precisó que efectivamente el terreno y el templo era propiedad del Estado chileno, pero que se encontraba bajo la administración de la compañía de Jesús.
Sin embargo, realzó la deplorable actitud de los sacerdotes jesuitas presentes en la misa del Día de la Inmaculada Concepción, que se celebrara al momento de la tragedia. “La Corte Suprema, en sentencia de noviembre de 1864 estableció que referido al incendio de la Compañía no había ningún delito y que no hubo culpables. Justamente los jesuitas se agarran de eso para decir: Nosotros no hicimos. Ya sabemos nosotros cuántas veces la historia de Chile, la justicia no imparte justicia”, reflexionó Francisca Solar.
Dentro de las causas del incendio esgrimidas por la autora, señala directamente el papel que jugaron ambos sacerdotes jesuitas en la tragedia: Juan Bautista Ugarte y Francisco Cañas. “Javier Hernán, atención. Ugarte era conocido —esto lo dice la prensa—y cuando él tenía que dar misa siempre se quejaba de que la acústica de la iglesia era mala. Era sabido que él mandaba al sacristán a cerrar todas las puertas. Se dice, porque no hay evidencia, que para la misa del 8 de diciembre, Juan Bautista Ugarte mandó a cerrar con llave todas las puertas”.
Además, recalcó que una de las salidas de la iglesia, presente en la sacristía, fue cerrada intencionalmente por los jesuitas. “¿Por qué? Porque para ellos era más importante salvar los cálices, las casullas, los muebles, antes que las mujeres. No lo digo yo, está en la prensa de la época una y otra vez. Hay un inventario de todo lo que se salvó de la sacristía”, profundiza.
Luego de su presentación, que incluyó los recortes de prensa que respaldaban sus afirmaciones, la autora hizo también un llamado a la reparación histórica y patrimonial. “Me gustaría lograr que podamos abrir el patrimonio a los chilenos”, dijo, haciendo referencia al jardín cercado donde se hallaba la iglesia de la Compañía, en las esquinas de las calle Bandera y Compañía, donde hoy se ubican los jardines del exCongreso Nacional.
“Ahí está nuestra historia viva, la historia de estas mujeres. Cuando terminen esta novela y queden indignados, aférrense a ese sentimiento, porque de aquí al 8 de diciembre quiero hacer algo, sobre todo en el lugar de la fosa común, para que podamos recordar a estas mujeres. Ese día es un feriado religioso, el Día de la Inmaculada Concepción, pero debería ser el día del incendio de la Compañía, día de duelo nacional”, reflexionó la escritora.