Columna de Marcelo Contreras: Chica Disney: la rebelión ante el padre
Desde Annette Funicello en los 50, hasta Sabrina Carpenter -actual figura en auge-, las estrellas femeninas adolescentes del canal homónimo responden a un molde. La Chica Disney encarna un servicio militar de élite para el estrellato. Britney Spears, Christina Aguilera, Hillary Duff, Miley Cyrus, Demi Lovato, Selena Gomez, Zendaya y Olivia Rodrigo, son las máximas representantes de un extenso elenco notoriamente superior a las figuras masculinas, incluyendo los anodinos Jonas Brothers y el alicaído Justin Timberlake.
El doctor Juluis Hibbert lo testificó en un capítulo de Los Simpsons. Interrogado por el abogado Lionel Hutz, explicó que el “gen del mal” surge en un par de individuos por cada millón de personas. “Hitler lo tenía, Walt Disney lo tenía”, aseguró el médico de risa fácil en el episodio The boy who knew too much, de la quinta temporada de la serie animada.
A mediados de los 90, el chiste -además de gracioso- causaba cierta impresión por el retrato maléfico del creador de un imperio multimedia símbolo de ternura; arquitecto de la cultura pop planetaria por casi un siglo como sinónimo de entretenimiento y fantasía de alta gama, envuelto en valores universales transversalmente aceptados -la amistad, entre varios-, es pos de la felicidad y la realización.
Es la obra del genial artista devenido en empresario; el mismo que, impertérrito, socavó por distintas vías la organización sindical de sus trabajadores en los años 40, por considerarla innecesaria. Entre diversas maniobras, recurrió al espionaje y las querellas en contra de sus empleados, hasta denunciar en plena fiebre Macartista a quienes habían promovido instancias gremiales en su empresa, en declaraciones suscritas en octubre de 1947 ante el Comité de actividades anti estadounidenses.
Sin aportar pruebas, el célebre dibujante y productor afirmó que los comunistas habían intentado controlar sus estudios, en referencia a la huelga de 1941. “(...) definitivamente siento que era un grupo comunista que intentaba apoderarse de mis artistas -declaró-, y efectivamente se apoderaron de ellos”.
Focalizado en la familia, Disney promueve valores tradicionales a la manera de un credo, con parques-catedrales repartidos en grandes urbes, a los que fans-feligreses de todo el mundo concurren para divertirse y confirmar su devoción a la imaginería, estética y principios de la marca sintetizada en un símbolo ratonil.
En el universo Disney, donde la innovación tecnológica manda, conviven fórmulas inalterables de fuertes repercusiones en la industria musical y el firmamento pop. Fue el propio Walt Disney quien modeló uno de los personajes protagónicos de su cultura: la Chica Disney.
Desde Annette Funicello en los 50, hasta Sabrina Carpenter -actual figura en auge-, las estrellas femeninas adolescentes del canal homónimo responden a un molde. Así también fuera del cascarón, estallan en múltiples formas que suelen desdibujar la moral de la marca, como sucedió con Britney Spears y Miley Cyrus.
Funicello era una artista precoz con lecciones de música y baile, descubierta por el propio Walt Disney a los 12 años. Desde 1955 fue una de las integrantes originales de El Club de Mickey Mouse, definiendo el patrón con un carácter de chica ideal, simpática y talentosa, la vecina encantadora con dotes de líder. Protagonizó series en clave comedia mientras bailaba, cantaba y lanzaba singles. En paralelo, tuvo un romance con Lonnie Burr, también miembro del programa, redondeando la plantilla a seguir.
Desde entonces, la Chica Disney encarna un servicio militar de élite para el estrellato. Britney Spears, Christina Aguilera, Hillary Duff, Miley Cyrus, Demi Lovato, Selena Gomez, Zendaya y Olivia Rodrigo, son las máximas representantes de un extenso elenco notoriamente superior a las figuras masculinas, incluyendo los anodinos Jonas Brothers y el alicaído Justin Timberlake.
La paradoja de anidar empoderamiento desde un entorno conservador con la intención de seriar el carácter femenino, ha dado como respuesta una galería de artistas que, una vez fuera de la nación Disney, reacciona siempre de la misma manera: todas son distintas y singulares.
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