Eddie Vedder cuenta que tuvo un sueño. El cantante de Pearl Jam está junto a su grupo el pasado lunes 8 de julio en el Palau Sant Jordi de Barcelona y admite frente al público que la noche anterior había soñado con una tarde tranquila junto a su esposa en la playa, surfeando y devorando olas, cuando de pronto sentado en la arena aparece un joven con un letrero pidiendo por favor tocar con ellos en algún show.
Ya en la vida real, el vocalista apunta a un muchacho entre el público y le dice que probablemente fue él, porque también está con un cartel clamando la misma solicitud, así que lo mejor es que suba, que se una al grupo el escenario, que remate bajo los focos lo que empezó en la imaginación onírica.
El escogido se llama Carlos Zamorano. Tiene 28 años, es ingeniero civil industrial y es chileno. Está de vacaciones en Europa y durante años ha intentado que el conjunto lo invite a escena, un gesto habitual de los originarios de Seattle con su feligresía. Ahora lo ha conseguido y está sobre el final del concierto tocando en guitarra las partes iniciales del clásico Yellow ledbetter. Será el punto culmine de esa noche catalana.
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Para la venida de Pearl Jam a Santiago en 2018 –con un espectáculo en el Movistar Arena y otro en el festival Lollapalooza-, Carlos también intentó la hazaña, pero fracasó. Fue con el mismo letrero a esos encuentros, estuvo cerca, pero no resultó.
“Me encanta la banda y se me había metido el bichito de tocar alguna vez con ellos, porque siempre lo hacen, siempre invitan gente al escenario. Estuve muy cerca cuando pasaron por Chile, pero no se dio. Ahora fue distinto. Ahora vine con mi polola a Europa para verlos, también vimos a Green Day”.
¿Qué fue lo distinto esta vez? Quizás la persistencia. Carlos fue al primer concierto de esta gira que la agrupación ofreció en el Palau Sant Jordi de Barcelona, el pasado sábado 6 de julio. Ahí llevó su primer cartel con la frase “por favor, déjenme tocar Yellow ledbetter en guitarra con ustedes”. Estaba en segunda fila, por lo que el cantante lo vio de inmediato. Hicieron match visual y el artista le lanzó el primer anzuelo.
“Me preguntó ante el público sí era bueno tocando guitarra. Le hago una seña de que sí, por supuesto. Me responde con un gesto de algo así como ‘tendríamos que verlo’. Ese día al final no pasó nada, pero al menos hubo el primer acercamiento”.
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Con la química ya establecida, Carlos Zamorano no lo dudó un segundo: para el segundo show en Barcelona, agendado precisamente para este lunes 8 de julio y tomando en cuenta que estaría en la misma ubicación, tenía que llevar un segundo cartel. Uno, eso sí, que siguiera la suerte de diálogo a distancia que tuvo con Vedder.
“Llevé un cartel que era como la respuesta a lo que él me preguntó, a lo que él me dijo”.
Así, el chileno ideó el enunciado “te juro que sí soy bueno tocando guitarra”. Vedder lo reconoció de inmediato.
Sobre el final del evento, el vocalista contó lo del sueño y agregó con humor: “este tipo lleva dos días pidiéndome tocar una canción”.
Encargados de seguridad se acercaron a Carlos y lo subieron al escenario, solicitándole tranquilidad y que no se escapara con nada fuera de libreto. Vedder le pasó su guitarra y comenzaron los primeros acordes del tema.
“Estaba muy tranquilo, lo disfruté mucho, lo pasé muy bien. Aproveché de ver detalles, observar al grupo, al público. Un guardia me ayudó a salir, sólo me dijo que fuera respetuoso y que no hiciera nada fuera de lo normal. Interpretamos la intro y luego los acordes de la toda la canción hasta el final. Se me acercaba el resto de los integrantes, me sonreían, me hacían show. Lo pasé muy bien”.
Carlos Zamorano -nacido en Viña del Mar- no es músico profesional, pero Yellow ledbetter estaba dentro de su bitácora desde hace años. A los seis comenzó a estudiar violín y por doce años integró diversos grupos y orquestas. Su hermano mayor, en paralelo, le enseñó a tocar guitarra, ejercicio desde donde aprendió el cancionero rockero y, en particular, el grunge, estilo que califica como predilecto.
Con el curso del calendario, se consagró a la ingeniería y fue dejando de lado las seis cuerdas, aunque de pronto toca con amigos en circunstancias menos formales. De Pearl Jam le gusta el sonido y también el mensaje colectivo que transmiten. Una cofradía hermanada desde hace décadas. Como él mismo lo pudo comprobar junto a ellos arriba de un escenario.