*Johnny Cash - Songwriter
Johnny Cash había acumulado canciones sin grabar durante décadas, hasta que a comienzos de 1993 registró demos como antesala de un álbum destinado a dar una mano al estudio LSI en Nashville, propiedad de un yerno. Al poco tiempo, El Hombre de negro conoció a Rick Rubin y se embarcaron en una saga a partir de American recordings (1994), reflotando su carrera hasta la muerte en septiembre de 2003.
Pasadas tres décadas John Carter Cash, el hijo de la leyenda del country, cogió el material, dejó solo la voz y la guitarra, y formó alianza con David “Fergie” Ferguson, el ingeniero que trabajó en los laureados álbumes finales junto a Rubin. Armaron una banda con varios de los sesionistas de Cash, más invitados ilustres como Dan Auerbach (The Black Keys). El resultado es asombroso en tanto se experimenta como un genuino trabajo de Johnny Cash.
La voz resuena firme y expresiva; ese talante solemne con matices -el humor era un ingrediente en su recetario- para relatar historias, recuerdos y reflexiones como ocurre, por ejemplo, en I love you tonite, donde repasa su relación con su esposa June, y She sang “Sweet baby Jane”, el relato de una mujer que batalla para sobrevivir junto a su bebé. Los arreglos engalanan sutiles una de las voces definitivas, para comprender las entrañas de la psique campirana estadounidense.
*John Lennon - Mind games (The ultimate collection)
Esta extensa edición de media docena de discos del cuarto título de John Lennon publicado en 1973, no logra soslayar el bajo momento creativo del músico británico mientras su vida personal se descarrilaba. Superada la etapa con Phil Spector y Yoko Ono como co productores de sus primeros trabajos, Mind games supuso retomar la composición tras casi un año, en un periodo donde las dificultades maritales se agravaron hasta la legendaria separación de 18 meses, además de la presión del FBI por su activismo político teñido de idealismo utópico.
Con la notable excepción de la canción homónima -una de las mejores piezas solistas del asesinado músico- y el último corte, la sabrosa y rockera Meat city, el resto del material resulta chato y reiterativo de su visión musical -y de mundo- desde el emparejamiento con la artista japonesa, con un nivel de autoindulgencia y discursividad superlativo. Las restantes versiones del disco presentan distintos estados de avance, mezclas y versiones de las canciones, que resaltan detalles como la guitarra reggae del tema central. Algunas solo ofrecen la base rítmica, otras son demos donde nuevamente lo más interesante es rastrear la evolución de un corte como Meat city. Para fanáticos.
*Kittie - Fire
Hacia fines de los 90 Kittie fue la única banda de nü metal con repercusión, integrada exclusivamente por mujeres. En sus inicios giraron con Slipknot promocionado el debut Spite (1999), que cumplía con todas las reglas del género: angustia, rabia y brutalidad metalizada con cadencia. Lideradas por las hermanas Morgan (voz, guitarra y piano) y Mercedes Lander (batería y coros), Kittie registra bitácora de documental -de hecho tienen uno llamado Origins/evolutions (2017)- entre el reconocimiento, la constante lucha por seguir en una escena que languidecía, y la muerte de la bajista Trish Doan en 2017 en circunstancias no aclaradas, poniendo en duda la continuidad de la banda. La nostalgia por el género (que Limp Bizkit levante la mano), pavimentó el regreso.
Fire, el primer álbum desde I’ve failed you (2011), está producido por el reputado Nick Raskulinecz, que encaja el sonido con esa textura fría que impera en el heavy metal hace largo tiempo, con baterías de ejecución exacta y sonido uniforme, un tanto aburridas. Eventualmente detalles para lo que importa: Fire es un mazazo de comienzo a fin y una señal de evolución, con alternancias melódicas y guturales, creando ambientes sugerentes de inclinación gótica, cargados de groove. Un festival de riffs monumentales y buenos estribillos.