Hace 120 años , el 12 de julio de 1904, llegaba al mundo Ricardo Reyes, fruto del matrimonio entre José del Carmen Reyes Morales y Rosa Basoalto. Su carrera comenzó en 1917, cuando publicó en el diario La Mañana por primera vez, con su nombre de pila. Tres años después de dar a conocer sus primeros poemas, ya comienza a firmar bajo el pseudónimo por el que ganaría la inmortalidad: así nacía Pablo Neruda.
La figura del segundo Premio Nobel de Literatura en Chile despierta hoy diversas opiniones y reflexiones. Por lo mismo, ¿cómo leerlo en la actualidad? ¿Cómo dimensionar su legado? ¿Qué vigencia tienen sus escritos? Mientras su poesía continúa ocupando un espacio mayúsculo en las letras universales, miradas más recientes -como las de los movimientos feministas- han cuestionado duramente su figura, sobre todo por los capítulos más controversiales de su vida personal.
Diversas voces del mundo literario dialogan con Culto sobre la imagen que se tiene hoy del autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada.
Pablo Neruda, poeta
El periodista Darío Oses ha estudiado a Pablo Neruda por años. Hizo una antología de su trabajo, llamada El poeta deslumbrado por el mundo, y forma parte de la Fundación Neruda. Sin embargo, antes de conversar con Culto, aclara que sus palabras solo lo representan a él. “Neruda, como poeta, es inmenso, muy desconocido, se conoce una parte mínima de su obra. El énfasis está más bien en la poesía amorosa, pero su trabajo es enorme, es una especie de poesía enciclopédica, que comprende todo el mundo”, explica Oses.
Si es más o menos leído que antes, no lo sabe. Sí postula que ahora se lee, en general, menos poesía.
En tanto, Mario Amorós, historiador y periodista español que escribió el libro biográfico Neruda: el príncipe de los poetas, coincide con la mirada de Oses. “Su obra se sigue traduciendo y publicando en los cinco continentes”, señala, y rememora su participación en el lanzamiento de la nueva edición de Una casa en la arena (Itineraria), en la Feria del Libro de Madrid, hace un mes.
“Desde mi punto de vista, su poesía sigue siendo una de las cumbres literarias del siglo XX. Su poesía ha logrado atravesar el umbral del siglo XXI, sus versos forman parte, hace ya muchas décadas, del patrimonio cultural de la humanidad”.
Montserrat Martorell, periodista, autora, académica de la Universidad Alberto Hurtado y doctora en Literatura Hispanoamericana, cree que “siempre va a ser ‘EL’ poeta de nuestra lengua”. “Su poesía no se acaba nunca, su poesía va a seguir envejeciendo muy bien. Es una literatura que no tiene tiempo, a la que todavía le podemos poner muchos nombres y que creo que vamos a seguir estudiando, analizando y masticando. Junto con Gabriela Mistral, ambos reconocidos con el Premio Nobel de Literatura, son nuestras catedrales y espero que el tiempo nos continúe dando la posibilidad de seguir estando cerca de su poesía”, reflexiona.
El nombre de Gabriela Mistral sale inevitablemente en las conversaciones sobre Neruda. Patricia Cerda, historiadora y escritora, estudió a la oriunda del Valle del Elqui para su última novela, Lucila, donde también explora las interacciones que la poeta tuvo con Neruda y el contexto sociopolítico de su obra.
“Fue un poeta de peso, pero eso se debió más bien a las circunstancias en que vivió, era la época de la Guerra Fría y él tomó partido claramente por la Unión Soviética y Stalin. En la época de la Unidad Popular en Chile se glorifica a Neruda en desmedro completamente de Gabriela Mistral, quien queda en el olvido. Es una figura controvertida en muchos aspectos. El hecho de que esté resurgiendo Mistral, es en desmedro de Neruda también”, reflexiona.
Para la escritora afincada en Alemania, la importancia que adquirió Neruda se debió a su influencia política durante la época dorada del socialismo, por lo tanto, al decaer esta ideología, también lo hizo su imagen y obra. Patricia Cerda cree, además, que “a Neruda se le cita cada vez menos” y considera que, si hay un interés por su obra, este tiene relación con “sus primeros poemas”, punto que coincide con lo planteado por Darío Oses.
“Neruda, al tener el prestigio que tiene y, al estar en la palestra crítica después de varias décadas de su muerte, sigue siendo leído. No tanto porque sea un autor excepcionalmente talentoso (cuestión que no se niega del todo), sino, porque existe un sistema patriarcal en el que los nombres de hombre tienen una absoluta relevancia por sobre los de las mujeres. Como forma parte del canon, se ha hecho parte de un producto cultural cuyo prestigio se afianza generación tras generación, pese a que se ha puesto en entredicho su biografía”, matiza Viviana Ávila, profesora de Lengua Castellana y Comunicación, licenciada en Lengua y Literatura, magíster en lingüística y doctora (c) en Estudios Latinoamericanos.
“Se han escrito una serie de investigaciones relativas a la subjetividad y valor ético de la escritura, en tanto habrá quienes atribuyen a la escritura un valor social de denuncia. Es por ello que la imagen de Neruda se ha puesto en entredicho: se reflejaría a través de sus letras la consideración misógina y abusiva de un autor que, gozando de su prestigio, ejerce su poder”, agrega.
Pablo Neruda, hombre
El poema 15 del vate nacido en Parral ha empezado a despertar recelos. “¡Neruda, cállate tú!” es habitualmente la frase con que muchas voces feministas -en manifestaciones callejeras- responden al “Me gusta cuando callas cuando estás como ausente”. La confesión de una violación, que hace en sus memorias en 1974 Confieso que he vivido, completa el cuadro.
“La figura de Neruda se ha desperfilado y se ha diluido. Al final va a quedar en su verdadera dimensión: de un poeta con algunos aciertos poéticos, con ciertos genios poéticos, pero esos poemas quedarán ensombrecidos, digamos así, con las contradicciones vitales del hombre”, reflexiona Patricia Cerda.
Si bien Patricia Cerda considera que lo correcto es analizar una obra considerando la vida de un autor, las otras voces difieren.
“Hay cosas que uno evalúa con los paradigmas actuales, pero en esto tengo una postura cerrada. Yo separo muchísimo la obra del personaje. A mí no me interesa leer a santos, no me gustan los escritores porque sean más o mejores personas, más o menos nobles, más o mejores padres. Si es sí, nos quedaríamos sin héroes o sin personas. Creo que leer a Pablo Neruda considerando su vida personal es una opción. Soy feminista, soy una escritora feminista, y el feminismo es mi manera de instalarme en el mundo, pero hay cosas que creo que tienen distintas dimensiones y que uno puede analizar una obra independiente de las órbitas más personales”, profundiza la autora Montserrat Martorell.
Sobre la confesión de violación, Amorós tiene una postura clara: “Es evidente que en los últimos años la imagen de Pablo Neruda se ha deteriorado a consecuencia de la relectura en nuestro mundo de hoy, con la lucha imprescindible y admirable del movimiento feminista. Sobre este aspecto no hay debate posible: es un hecho absolutamente execrable que, sin embargo, quiso que conociéramos. En el otro lado de la balanza debemos colocar otros pasajes para llegar a un juicio ponderado”. Así, luego nombra el heroísmo con el Winnipeg, su poesía y su compromiso político con el Partido Comunista.
“La cancelación ha ganado mucho terreno”, reflexiona Darío Oses, quien considera que después del centenario de Neruda, donde “hubo mucho—tal vez demasiado—homenaje”, comenzó la intención de “bajar a Neruda a una condición más humana”. “Lo que hizo Neruda (violación) era una situación antes naturalizada. Está bien condenar una práctica, una época… si se aclararan ciertas situaciones de ese tiempo, tendrían que borrarse muchas caras de billetes, muchos nombres de calles”, reflexiona el escritor.
Concluye: “Como sea, es un clásico y el clásico permanece”.