Ewan Mitchell (Derby, 1997) propone recordar un momento de la primera temporada de House of the dragon. Aemond, en ese instante un niño, reclamó a Vhagar, el dragón vivo más grande de los Siete Reinos. Pese a su corta edad y a que los otros niños de la familia le hacían bullying por nunca haber tenido su propia bestia, se armó de valor y tuvo éxito en una misión que parecía suicida. Esa vivencia, piensa el actor inglés, es fundamental en la conformación de la identidad del implacable personaje que interpreta.
“Eso, entre otras cosas, es lo que lo convierte en un personaje muy multifacético. Un día puede que lo ames y al día siguiente puede que lo odies. Y al día después puede que lo vuelvas a amar”, señala a Culto a través de Zoom.
Hay quienes sentirán lo contrario, que el príncipe Aemond Targaryen es una figura que la mayor parte del tiempo motiva rechazo en los espectadores. Existen argumentos que podrían respaldar esa afirmación. Al final del primer ciclo mató a Lucerys, el hijo de Rhaenyra, y en el cuarto episodio de la segunda temporada, durante la mayor batalla de la producción, liquidó a Rhaenys, la tía de la aspirante al Trono de Hierro. Subrayando su cara más cruel, durante ese mismo enfrentamiento embistió (con toda intención) al rey Aegon, su hermano, y estuvo cerca de ejecutarlo antes de que apareciera en escena la Mano del Rey, Ser Criston Cole.
El segundo hijo varón de Viserys y Alicent Hightower se ha consolidado como un villano frío y letal, pero Mitchell no cree que se trate de alguien unidimensional. Si bien no podría comparar a Aemond con los hombres más siniestros de Game of thrones (como Ramsay o Joffrey), porque prefirió no ver la serie madre, profundizó en el material leyendo Fuego y sangre (2018), el libro de George R. R. Martin en el que se basa House of the dragon. “Funcionó como una especie de biblia para mí”, declara.
El actor –recientemente visto en Saltburn– menciona varias referencias que fueron de ayuda durante su preparación. Cita a íconos del cine de terror de los 70 y 80 (Michael Myers, Freddy Krueger), “personajes que no necesariamente hablan mucho, pero que habitan el espacio. Caminan muy despacio y, sin importar lo que ocurra, siempre alcanzan a su víctima”.
También alude a Michael Fassbender en Prometeo (2012), Kirk Douglas en Los vikingos (1958) y a Peter O’Toole en Lawrence de Arabia (1962), figuras que quieren “alcanzar la grandeza e inscribir sus nombres en los libros de Historia”.
Bajo ese prisma, el de un hombre ambicioso que está pensando más allá de su propia existencia, podría ser algo más sencillo entender su comportamiento cada vez más despiadado durante la guerra civil que libran los Targaryen. Del mismo modo, una revisión de su infancia también podría resultar útil.
“Aunque él es el segundo hijo, quería que lo trataran como si fuera el primero. Quería esa aprobación de su mamá. Nunca sintió que recibiera suficiente de Alicent”, explica. “La otra vez alguien me preguntaba si él tenía mommy issues. No sé si tiene mommy issues o si más bien solo quiere ser amado un poco más por su mamá. Él nunca sintió ese amor incondicional a medida que crecía, por lo que tuvo que buscarlo en otro lugar”.
¿Dónde habría encontrado ese afecto? A juzgar por los capítulos emitidos hasta ahora (este domingo 14 debuta el quinto del segundo ciclo en HBO y Max), en Sylvi, la mujer que visita regularmente en un burdel de Desembarco del Rey, y en Vhagar, en estricto rigor una vieja dragona. “Pero si un dragón puede o no llenar ese vacío, lo averiguarán durante la segunda temporada”, sugiere.
La segunda tanda de episodios también podría iluminar nuevas zonas de la singular relación entre Aemond y Daemon, su irascible tío (y esposo de Rhaenyra). Mitchell imagina a uno como el joven retador y al otro como el viejo pistolero, pero unidos por varias similitudes. “Ambos son los segundos hijos (de sus familias), son desechables, (pero) son los que van a la guerra”, indica, junto con asegurar que “Aemond, hasta cierto punto, idolatra a Daemon”.
El rol cada vez más preponderante de su personaje en la ficción de HBO ha disparado la atención en torno al actor de 27 años. Aunque su carrera podría estar a punto de transformarse radicalmente (ya trabajó en películas de Claire Denis y Emerald Fennell, y House of the dragon es su mayor proyecto), transmite serenidad al hablar sobre el impacto de la serie.
“Es entrañable que los fanáticos se te acerquen en la calle o recibir un correo electrónico de un fanático. A fin de cuentas, es una colaboración”, sostiene. Según su análisis, “no defraudamos a los seguidores de Game of thrones, sino que les dimos un nuevo giro. Les dimos lo que querían, pero con algo más. Tomo las reacciones del público como una motivación”, concluye.