Pese a su temprana predilección por la actuación, Alison Brie (Los Angeles, 1982) no quiso asistir a una escuela especializada en artes escénicas y completó sus estudios en un colegio común y corriente. Una vez que llegó el momento de elegir universidad ingresó al Instituto de las Artes de California, más conocido como CalArts, fundado por Walt y Roy Disney en 1961. De esa época recuerda una imagen que le sirvió como referencia para su proyecto televisivo más reciente.
“Es algo con lo que bromeo, pero no es falso: allí había muchas personas que se vestían como Amy y hablaban como ella”, explica a Culto. Alude en específico a su papel en la miniserie Apples never fall, Amy Delaney, una mujer que tiene una fuente inestable de ingresos como coach espiritual y dificultades para asumir su rol de hermana mayor en un momento crítico para su familia.
“No tengo mucha experiencia con el life coaching, pero sí tengo experiencia con la espiritualidad. Soy conocida por encender algunas velas y quemar pequeños deseos a la Luna. He hecho cosas así”, dice entre risas a través de Zoom. “Fue bueno que tuviera esas experiencias personales, porque permitieron que me tomara realmente en serio al personaje. A diferencia de cualquiera de los miembros de su familia”.
Reconocida en la industria por producciones como Mad men y GLOW, la actriz se mostró interesada en unirse a Apples never fall (ya disponible en Universal+) porque sentía que el guión le ofrecía la oportunidad de encarnar a alguien que era “muy diferente a los personajes que he interpretado antes”.
“Creo que ella tiene muchos lados diferentes. Lo que ves desde fuera es que es muy espiritual, muy emocional, pero ella tiene mucha profundidad, mucha pasión que me interesaba poder interpretar”, indica Brie.
También, reconoce, fue un factor clave tener la posibilidad de actuar junto a Annette Bening y Sam Neill, quienes dan vida a sus padres en la trama. “Soy una gran admiradora de ambos. Simplemente no podía dejar pasar la oportunidad de trabajar con ellos”, apunta.
Y fue relevante el formato que se escogió para adaptar la novela de la escritora Liane Moriarty: una miniserie de siete capítulos, donde se presenta el remezón que vive una familia dedicada al tenis tras la desaparición de su matriarca, Joy Delaney.
-Ud. previamente ha definido a su personaje como la “oveja negra” de la familia Delaney. ¿En qué momento concluyó eso?
Quizá la primera vez que leí el guión. Incluso en el libro (de Liane Moriarty) hay algunas referencias a eso. Creo que Amy se siente como una extraña en su familia, por el camino espiritual en el que se encuentra, porque es capaz de comunicar y porque no oculta sus emociones. El resto de la familia pueden ser muy cerrados. Gran parte de la esencia Delaney es no mostrar emociones. Son competidores, son tenistas, y Amy parece ser la que más se ha alejado del tenis y de la competencia. Aún la veo como la oveja negra de la familia, aunque la otra vez estaba haciendo una entrevista con Jake Lacy y él dijo que creía que su personaje era la oveja negra. Tuvimos un momento en el que nos dimos cuenta de que quizá todos los niños Delaney piensan que son la oveja negra, porque todos están tratando de obtener la aprobación de sus padres y ninguno cree que la tenga.
-La serie plantea múltiples preguntas sobre la familia y las relaciones humanas. De todas ellas, ¿cuál diría que es la más importante?
Para mí la pregunta más importante de la serie es cómo nos relacionamos con nuestros padres cuando somos adultos. Cómo tu infancia influye en quién eres como adulto y cómo eso puede cambiar tu relación con tus papás a medida que te vuelves mayor. Creo que todos pasamos por diferentes etapas con nuestros padres cuando somos niños. Quizá los idolatras, les temes o simplemente les tienes un amor incondicional. Cuando te vuelves un poco mayor empiezas a verlos como seres humanos, no sólo según cómo se relacionan contigo como padres. Y creo que eso a veces es algo realmente difícil.
“También analizas qué partes de tu personalidad que heredaste de ellos amas y qué partes de tu personalidad que heredaste de ellos odias. Y cómo eso afecta a la relación. Creo que todo eso está dentro de la serie, a pesar de que se encuentran lidiando con el misterio mayor de la desaparición de su madre”.
-Cada episodio se centra en un integrante diferente de la familia Delaney. ¿Cuán estimulante fue trabajar bajo esa estructura?
Fue muy satisfactorio. Esta es una verdadera serie de elenco. Todos comparten el foco y puedes ver la historia desde múltiples perspectivas. Como actriz fue muy divertido no sentir el peso de tener que llevar toda la serie yo sola. Sentí como si estuviéramos todos juntos en esto. Y creo que hubo un intercambio realmente hermoso entre los miembros del elenco, en el que tuvimos momentos en los que estábamos en el foco, porque teníamos grandes momentos para el arco de los personajes, y pudimos sentir el apoyo del resto. Y luego tuvimos otros momentos en los que existía la conciencia real de que era un instante para quedarse atrás, porque otra persona se destacaría, y solo querías apoyarla y estar allí para ella. Creo que el hecho de que todos nos lleváramos tan bien como elenco hizo que ese aspecto fuera sencillo. Nadie luchaba por quedarse con el foco.
Como en casa
Alison Brie se considera una persona de hábitos, alguien que prefiere consumir los mismos alimentos a diario y procura ser ordenada con sus horarios. La televisión, en ese sentido, se adapta bien a su ritmo de vida. Ese medio se transformó en su casa durante los años en que grabó simultáneamente Mad men y Community, dos de las mejores series antes de que se disparara el fenómeno del streaming.
Con GLOW, donde se sumergió en la lucha libre femenina de los años 80, tuvo de dulce y agraz: alcanzó elogios de la crítica (y una nominación a los Globos de Oro y dos a los Premios del Sindicato de Actores), pero la producción fue cancelada por Netflix en 2020. Un revés doloroso, porque ya había sido renovada y, antes de la pandemia, había alcanzado a grabar dos capítulos de la cuarta temporada. En su momento la actriz tildó esa medida como la “mayor tristeza de mi carrera”.
Tras coescribir tres películas, sus incursiones televisivas más recientes son una serie antológica (Roar) y una miniserie (Apples never fall). ¿Volverá a interpretar un papel durante varias temporadas? Es parte de los dilemas que está intentando resolver.
-Ud. ha trabajado en algunas de las series más destacadas de los últimos años. ¿Cuán difícil es buscar nuevos roles en el escenario actual de la televisión?
¡Es difícil! ¡Es complicado! He tenido mucha suerte y he podido trabajar en algunas series increíbles, lo que ha puesto el nivel muy alto. Entonces, todo lo que leo lo comparo con Mad men, Community, GLOW y ahora con esta (Apples never fall). Creo que probablemente me siento un poco más asustada o algo así. Cuando comencé a trabajar en Mad men y Community, esas podrían haber sido cualquier serie, porque habría aceptado cualquier trabajo. Tuve mucha suerte de que fueran series tan geniales. Ahora tengo algo de poder y autonomía para poder elegir en qué trabajar. Pero eso provoca que esas decisiones sean un poco más intimidantes.
-En el momento impredecible y cambiante que vive la televisión, ¿cree que las miniseries son una especie de refugio para los actores?
Definitivamente, porque implican un menor compromiso de tiempo. Aunque las series no tienden a durar tanto como antes, a veces se te pide que firmes contratos por cinco o siete años. Entonces, hacer una miniserie es genial. Puedes contar una historia contenida y es una decisión más fácil. Básicamente es como firmar para hacer una película, donde existe una cantidad de tiempo determinada y no necesariamente se prolongará por años y años. Y, por supuesto, vivimos en una época en la que hay una tendencia de miniseries que tienen una temporada y, cuando alcanzan mucho éxito, quizá todos eligen hacer otra temporada. Que exista esa opción también lo vuelve emocionante.