*Van Halen - For unlawful carnal knowledge (expanded edition)
Van Halen ingresó a los 90 decidido a recuperar el protagonismo de la guitarra, luego de tres discos con los teclados ganando territorio gracias al descomunal éxito de Jump (1984). La intención de enfocar en primerísimo primer plano el instrumento que instaló para siempre a Eddie Van Halen en el firmamento rock, resalta desde Poundcake, el primer corte de gruesa metáfora y memorable arranque mediante el sonido de un taladro activo, antesala de un riff con genética power pop. Es el primero de los siete singles de este noveno álbum donde dominan las estructuras simples con pianos en reemplazo de los sintetizadores, y los estribillos para estadios en títulos como Right now, Top of the world y Runaround. A falta de poesía, Sammy Haggar está espléndido con su rango amplio mientras la batería de Alex Van Halen compite con su hermano en volumen, mediante ese martillazo grave y aireado, en guiño a John Bonham. Las pocas ideas de Michael Anthony al bajo se compensan, como siempre, mediante fenomenales armonías estratosféricas.
Esta edición suma un segundo disco con algunas tomas alternativas, y cortes en vivo de la gira de 1991 incluyendo furiosas versiones del nuevo material -Judgement day por ejemplo-, y la rendición de clásicos como Panama, Finish what ya started y Why can’t this be love.
*Travis - L.A. Times
A un cuarto de siglo del álbum que visibilizó a Travis en el mapa post britpop -The Man who-, la banda de Escocia podría transitar la fase del retorno-a-las-raíces o alguna triquiñuela parecida para disimular escasa creatividad en el estanque pero, como es costumbre, tienen algo que decir digno de atención y disfrute. L.A. Times, décima parada en la discografía del cuarteto, representa un catálogo de las habilidades del líder, cantante y guitarrista Fran Healy, haciendo suyo un espacio atemporal de pop rock para retratar la vida en Los Ángeles, donde reside en la última década. No han sido años fáciles para el músico entre una separación, la muerte de seres queridos y cambios en el manejo de la banda.
Algunos pasajes resuenan a canción autoral teñida del género americana -Naked in New York city, por ejemplo-. Cortes como Raze the bar, Home y I hope that you spontaneously combust, contienen los ecos de Beck, que ha sido producido por Tony Hoffer en Midnite vultures (1999) y Guero (2005), responsable en esta entrega de los escoceses. La alternancia emotiva, los suaves acentos, la melodía como pivote y los arrebatos indie rock -cada casilla cubierta con elegancia y madurez-, eternizan el cariño por esta banda constructora de un cancionero que irradia un mundo más amable sin cursilerías.
*Deep Purple - = 1
Deep Purple se eterniza en una trayectoria con escaso parangón, los únicos activos de una tríada gloriosa y fundamental junto a Led Zeppelin y Black Sabbath, cincelando el rock duro y el heavy metal, con elementos psicodélicos y progresivos. Este es el primer álbum junto al guitarrista irlandés Simon McBride (45), que arribó en reemplazo de Steve Morse en 2022, el último de una genealogía iniciada por la figura seminal de Ritchie Blackmore.
Los británicos siguen curso inalterable con un sonido que no requiere modificación alguna, y una dinámica instrumental donde la guitarra de McBride y el teclado del virtuoso Don Airey (76), se retroalimentan fluidamente. Lejos de los chillidos crispantes, Ian Gillan (78) está en excelente forma melódica, mientras la condición del tándem rítmico entre el bajista Roger Glover (78) y el baterista Ian Paice (76) es granítica.
Entran con todo en Show me, el primero de 13 cortes, y prácticamente no bajan la intensidad hasta el último título, la progresiva Bleeding obvious, con un arranque digno de Mastodon seguido de velocidades alternadas, métricas cambiantes y ambientes distintos. Producidos nuevamente por Bob Ezrin (Pink Floyd, Kiss), = 1 demuestra que a) Simon McBride es perfecto para el puesto y b) Deep Purple no tiene fecha de vencimiento.