Levan Akin, director de Caminos Cruzados: “El mundo está en un momento difícil y quiero ver pequeños momentos de bondad en el cine”

Levan Akin (1979) dice no sentirse en casa en ningún lugar. Una percepción que se sostiene en gran parte en que, si bien nació en Suecia, es hijo de padres georgianos que nacieron en Turquía. Su más reciente película, Caminos cruzados, es una forma de afrontar ese sentimiento de desarraigo.

Premiada en el último Festival de Berlín (y ya en cartelera de las salas del país), la cinta sigue Lia (Mzia Arabuli), una profesora jubilada que viaja desde Georgia hasta Estambul con el objetivo de encontrar a una sobrina perdida que sería la única integrante de su familia aún con vida. Sólo tiene un par de pistas para intentar hallarla: su nombre es Tekla y es una mujer trans. Un joven llamado Achi (Lucas Kankava) asegura que tiene la dirección correcta, una afirmación que es suficiente para que ambos crucen la frontera y se sumerjan en las calles de la capital turca.

Akin completó esa ruta en múltiples ocasiones cuando era niño, un peregrinaje que comenzaba en Batumi (al oeste de Georgia, en la costa) e implicaba cruzar el Mar Negro para llegar a una de las urbes con mayor número de habitantes en el mundo.

“Nunca me propuse hacer una road movie, pero supongo que se convirtió en eso. Estaba más interesado en la dinámica entre los personajes durante este viaje”, indica a Culto a través de Zoom.

La inspiración principal detrás de la película reside en una historia que escuchó durante la época en que preparaba su anterior largometraje, Al final bailamos (2019). Mientras estaba en el proceso de investigación, conoció la historia de una abuela que viajó de Georgia a Turquía en busca de su nieta trans. Ese ingrediente real fue el detonante para que comenzara a escribir el guión, pero luego su sensibilidad construyó un filme que destila vitalidad y empatía. Buena parte de sus virtudes se sostienen en una cámara que se mueve libre y desprejuiciada entre países y entre exteriores e interiores.

“Quería darle al espectador la sensación de estar allí, en las habitaciones, con estos personajes”, apunta el director, quien se considera un amante del neorrealismo italiano y de los documentales. “Eres casi como una mosca pegada a la pared, escuchando como si estuvieras allí. Por eso la cámara a veces tiene vida propia en el filme. Simplemente quería que fuera casi como un punto de vista libre”.

Ese rasgo genera que resulte natural la inclusión de un tercer personaje en la trama: Evrim (Deniz Dumanli), una abogada que trabaja en una ONG que lucha por los derechos de las personas trans y se encuentra en medio de los trámites para que se rectifique su sexo y nombre de pila en sus documentos de identidad. En un momento ella se cruza con Lia, una mujer conservadora pero desesperada por encontrar a su nieta. Mediante ese encuentro de diferentes generaciones el cineasta perfila a su manera el choque que se produce entre quienes vivieron durante la Unión Soviética y las generaciones que nacieron en años posteriores.

“Un gran tema de mis películas es cuán conservadoras y tradicionalistas son las personas, al punto de decir: tienes que ser como nosotros para amar tus orígenes. Eso me enoja”, advierte. “Quería mostrar a un personaje como Lia, quien por supuesto ama a su sobrina de todos modos. Creo que ese fue un poder muy emocionante al hacer este filme”.

En ese sentido, uno de los aspectos que han llamado más la atención de Caminos cruzados (que llegará a la plataforma Mubi el próximo 30 de agosto) es su mirada luminosa. Una suerte de contrapunto a que su análisis del estado del mundo es sombrío.

“Estamos viviendo tiempos muy precarios. Todo parece como si fuera nuestro fin. Y tal vez lo sea. Quiero decir, este es un momento difícil para el mundo. Creo que personalmente quiero ver algunos pequeños momentos de bondad en el cine”.

Y concluye: “Para mí este filme se trata sobre personas conectando, viéndose los unos a otros y comprobando que todos tenemos los mismos anhelos en la vida”.