La afamada socialité Mary Rose McGill, recientemente fallecida, tenía varias historias en que se cruzó con destacadas personalidades de su tiempo. Una de ellas, fue la también fallecida reina Isabel II, de Reino Unido, a quien incluso pudo conocer personalmente.
Mary Rose, conoció a la reina Isabel en una recepción en los jardines del palacio de Buckingham. “La reina convidaba a una serie de chiquillas, 15, 16 años. Cuando yo recibí la invitación ¡para qué te cuento la agitación mía! porque había que ir vestida de cierta forma, todas con sombrero, por supuesto”, contó a CHV, con ocasión de la muerte de la soberana en 2022.
Así fue que llegó al lugar. “Habían unos sándwich y habían masitas ¡deliciosas!!”, recordó Mary Rose McGill. Antes de la recepción debió aprender a hacer la venia. “Es bien fregado sobre todo si andas con un zapato un poquito más elegante, y con un pequeño taco, como andábamos todas, es decir, hay que practicar”.
Hasta que llegó el momento en que la Reina entró en el lugar y fue saludando, una a una, a las chicas presentes. “Iba con un señor al lado que le iba diciendo quién era yo, quién era cada una. Me preguntó de dónde venía, sabía que yo venía de Chile, dijo que era un país precioso, que sabía mucho de Chile, que siempre le había interesado, que Los Andes, que el mar Pacífico, en fin. Y si no me equivoco me habló de Rapa Nui, de la Isla de Pascua. Eso y después me preguntó qué me parecía Londres, si había visitado”.
“Era (una mujer) magnífica. En los dos minutos que habló conmigo, no me quitó los ojos de la cara”, añadió Mary Rose McGill.
Ese encuentro con la Reina caló hondo en Mary Rose. Tanto que tiempo después, con ocasión de la visita de la soberana a Chile en 1968, la pudo ver, aunque de lejos. “Yo le dije a mi marido, que trabajaba en un banco, en Agustinas con Morandé, voy a ir a una joyería que había ahí en ese momento, que yo conocía a la dueña, les dije ‘le quiero pedir un gran favor’”, para sorpresa de la dueña de la joyería, McGill le pidió algo muy especial: una mesa.
Ante la sorpresa de la dueña de la tienda, Mary Rose McGill, le explicó: “La voy a poner en la calle, para poder subirme y ver bien todo cuando pase auto de la Reina y poder verla bien a ella, porque donde yo estaba después se repletó. Bajó las gente de las oficinas, y por supuesto no había ningún auto, naturalmente ese día no funcionó nada, pero maravilloso todo”. Y efectivamente. Colocó la mesa, y pudo ver el paso de Isabel II por el centro de Santiago.