Crítica de discos de Marcelo Contreras: Jack White, Eminem y The Police vuelven a brillar

The Police
The Police

Los grandes clásicos nunca destiñen. Así lo demuestran las novedades discográficas de esta semana con los retornos de Jack White y Eminem, mientras The Police viaja hacia su último clásico.


*Jack White - No name

La discografía solista de Jack White iniciada con Blunderbuss (2012), se desdibujó progresivamente en la medida que más instrumentación y vetas fueron agregadas a la obra de un artista que, en su periodo de mayor exposición y éxito en The White stripes, hizo maravillas con lo mínimo. A la altura de Fear of the down (2022), el título anterior, el músico de Detroit ofrecía una trabajada masa de sonido, inversamente proporcional a la solidez compositiva; más bosquejos y ejercicios de estilo, que piezas cerradas.

Este sexto álbum arriba de una manera sorpresiva y oblicua: el viernes 19 los clientes de las tiendas Third man records -propiedad de White- en Nashville, Detroit y Londres, recibieron una copia gratis de un vinilo sin nombre, con la instrucción de compartir en línea el material, 14 canciones encajadas en 42 minutos. Para los deudos de algunos de los momentos más electrizantes de los Stripes, este es el disco esperado largo tiempo, en una mezcla de blues procesado con pócimas sabáticas y zepelianas, embutidas en energía garage rock. No hay divagaciones ni extravíos sino cortes dinámicos, redondos y temperamentales sin estridencia vocal, otra licencia cada vez más disonante en discos previos. La mezcla corre algo dispareja en perjuicio del bajo, ante una guitarra enfurecida y en llamas. Detalles en medio de un gran regreso.

*Eminem - The death of Slim Shady (Coupe de grâce)

Mientras este retorno de Eminem conquista el primer lugar del ranking Billboard, desbancando los tres meses de reinado de Taylor Swift, la crítica hace la cruz al rapero de 51 años -apenas 46 puntos de 100 en Metacritic-, porque mediante el alter ego Slim Shady deja orgullosa constancia de lo poco que le importan las sensibilidades de los últimos lustros. The death of Slim Shady (Coupe de grâce) trae de vuelta su lengua ácida y sin restricciones -”todavía enveneno a la juventud” se jacta en la incorrecta Habits-, como un humorista desactualizado haciendo chistes sobre minorías y maridos borrachos.

Con sus decorados característicos remitentes al acompañamiento musical de un dibujo animado o una comedia de ribetes caricaturescos -marco sonoro perfecto para una cultura pop infantilizada-, este duodécimo álbum encantará a la vieja fanaticada del artista más vendedor del siglo, con 220 millones de copias. El eventual último capítulo de Slim Shady contiene todas las palabrotas, incorrecciones y escenas de corte cinematográfico posibles, con el personaje ofreciendo balas y violencia en ambientes siniestros. Frasea con la fluidez de siempre, gambeteando y alterando velocidades, como un vehículo de alta gama que acelera en un parpadeo. Eminem reitera que cuando se trata de rapeo y a pesar de la blanca palidez, no tiene rival.

*The Police - Synchronicity (Super deluxe edition)

A la altura del quinto título -Synchronicity (1983)-, The Police era la banda más grande del mundo que, tal como había sucedido con Led Zeppelin en los 70, reglamentó el sonido y el estilo musical de la década. El reggae colado en energético pop rock de alta factura, se convirtió en receta de triunfo. Hacia fines de 1982, cuando arrancaron las tensas sesiones del que sería su último trabajo, con cada músico en piezas separadas, el trío había alcanzado un nivel de sofisticación estratosférico con elementos de jazz, world music y avant garde. El guitarrista Andy Summers y el baterista Stewart Copeland poseían un estilo definitivo y renovador -y profundamente influyente en generaciones de músicos-, para dar cuerpo al talento autoral de Sting, uno de los más grandes compositores rock de todos los tiempos.

Esta monumental edición de seis discos representa un mapa completo para comprender la génesis y evolución del material, gracias a los rudimentarios demos montados con máquinas y teclados por el líder, que florecen en la medida que Summers y Copeland agregan sus talentos. La edición es generosa en tomas alternativas, canciones que no quedaron en la selección final de Synchronicity, y registros en vivo impecablemente grabados entre 1979 y 1983.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.