House of the dragon parece haberse convertido en la serie que revitalizó el hábito de reunir a los espectadores domingo a domingo frente a la televisión. Una costumbre que algunos pronosticaron podía estar en riesgo de desaparición, por el explosivo auge del streaming (y la estrategia de lanzar temporadas completas) y por el término de Game of thrones, quizás el fenómeno televisivo más gigantesco de las primeras décadas de este siglo.
La nueva historia ambientada en ese mundo, precuela de la ficción concluida en 2019, ha desafiado esa y otras apuestas y se ha impuesto con éxito. Tras la emisión de dos ciclos (este domingo 4 finaliza el segundo, a las 21 horas en HBO y Max), se ha consolidado como uno de los títulos más poderosos del escenario televisivo actual.
La primera tanda de episodios estuvo consagrada a presentar a sus personajes principales y a desarrollar matrimonios y nacimientos fundamentales en la génesis del conflicto que se estaba cocinando. Ese diseño obligó a que existieran saltos temporales entre capítulos y a que sus dos protagonistas –Rhaenyra Targaryen y Alicent Hightower– cambiaran de intérpretes a mitad de camino. Aunque la recepción general fue favorable, ese aspecto del debut fue uno de los que despertó mayores críticas.
El segundo ciclo, estrenado tras casi dos años de ausencia, ha confirmado las buenas sensaciones. Sin saltos de tiempo, el foco ha estado en los movimientos que se gestan al interior de los Negros y los Verdes, los dos bandos que protagonizan la guerra civil que tensa a las casas de los Siete Reinos. En la pugna por ocupar el Trono de Hierro juegan un rol preponderante los dragones y la formación de los ejércitos, pero nada es más relevante que las reuniones en que cada facción determina sus siguientes pasos y se manifiesta la mesura o impulsividad de sus respectivos líderes.
“Esta temporada me está gustando bastante. Me gusta cómo cocinan las tramas a fuego lento y cómo la evolución de los personajes es reposada y razonable”, opina Natalia Marcos, periodista y crítica de El País.
La especialista destaca en particular la decisión de repartir la acción en un mayor número de espacios físicos, algo que se extrañó en un primer ciclo ambientado mayoritariamente entre Desembarco del Rey y Dragonstone, los lugares habitados por los miembros de la familia de la trama. “Ha sido una gozada ver más a los dragones y que la serie haya ido tomando más aire, que haya ido saliendo de las habitaciones del palacio”, apunta.
“No sé si me pareció superior a la primera, porque es básicamente una coda de la primera. La primera es una gran introducción dramática de los personajes y te plantea todos los hilos. La segunda es donde se desarrollan todos esos hilos”, indica el escritor Francisco Ortega.
“No es que una sea mejor que la otra, pero esta encuentro que es mucho más madura y arriesgada. Además, es una serie que tiene una estructura dramática muy inglesa, con escenas largas, diálogos expositivos. Muy poco gringa. Eso lo encuentro muy valiente”, agrega, junto con elogiar “cómo ha centrado la trama en un duelo de dos madres completamente dañadas, dos mujeres tratando de hacer lo correcto desde dos lados del espejo. Incluso Alicent, que se supone que está en el lado de los malos, trata de hacer lo correcto”.
En cambio, el también escritor Simón Soto piensa que House of the dragon es una historia “en declive”, en parte porque no ha podido evitar sentirse como una reiteración de Game of thrones. “Me ha parecido, en su totalidad, una serie pobre en términos creativos y dramáticos, con personajes a la deriva, rebotando entre los elevados estándares de producción y los dragones generados por CGI como único punto atractivo. ¿Cuánto más irá a aguantar el mundo creado por George R. R. Martin?”, se pregunta el guionista.
Soto echa de menos la presencia de Viserys Targaryen (Paddy Considine), el rey que falleció en el octavo episodio del primer ciclo y que demoró el inevitable conflicto producto de la división de su clan. “Era una especie de muro de contención cuya existencia dotaba de tensión al relato en general. Esta segunda temporada me parece mucho más perdida en ese sentido”, advierte.
Ortega, por su parte, no observa que House of the dragon repita el mismo modelo que su predecesora. “En la primera había un juego de tronos: distintas casas peleaban por el Trono de Hierro. En ese sentido, era muy parecida a lo que plantea Dune. Esta es mucho más chica. La anterior era una epopeya gigante; esta es una obra de teatro en cual hay dos fuerzas antagónicas: dos mujeres, dos amigas, dos madres, dos adversarias. Es una historia sobre el poder de la maternidad”.
Hay un aspecto que parece generar consenso: lo bien resueltas que están las escenas de acción con dragones, esta vez mayor en número y en espectacularidad. “Eso es lo más entretenido que tiene”, asegura Soto. El guionista Enrique Videla alaba el cuarto capítulo, que culminó en una vibrante batalla entre tres jinetes y sus bestias. “La temporada dos tiene un conflicto más claro y quizás el mejor episodio de la serie, con el enfrentamiento entre Aemond, Aegon y Rhaenys”, señala.
Por otro lado, la línea argumental de Daemon (Matt Smith), encerrado en un enorme y viejo castillo y acechado por perturbadoras visiones desde el tercer capítulo, ha sido uno de los puntos más débiles del regreso de la producción. “Se ha estirado demasiado en el tiempo, es lo que menos me ha interesado de la temporada”, indica Natalia Marcos.
Si bien Videla considera que el segundo ciclo mejora al primero, coincide en que a ratos ha puesto a prueba la paciencia de los espectadores. “Para los seguidores de los libros es un gusto poder ver en pantalla el carácter maldito del castillo de Harrenhal. Sin embargo, en la medida en que avanzan los episodios y Daemon parece dar vueltas en círculo en su laberinto de sueños, mas propio de El origen (2010) o de un viaje de ayahuasca que de un universo de fantasía épica, se empiezan a generar grandes expectativas de que esta digresión valga la pena”.
¿Podrá disipar esas dudas con el final de su segunda temporada? ¿Qué escenario configurará para la ya confirmada tercera entrega? Es una conversación inminente entre quienes la han seguido semana a semana con obsesión.