En La anunciada de Willy Semler, la comedia dramática dirigida por Benjamín Rojo, Willy Semler interpreta a un actor en decadencia que tiene la oportunidad de saldar una deuda pendiente: realizar un montaje de Drácula. La producción es un desastre hasta que habla públicamente de un diagnóstico terminal y por un breve período de tiempo deja de ser considerado una figura venida a menos.
Semler, el verdadero, no el personaje basado en algunos aspectos de sí mismo, reconoce que filmar ese largometraje fue una experiencia algo confusa. “Yo nunca entendí lo que estábamos haciendo en esa película. Hasta que la vi”, dice el actor sobre la cinta que se estrenó en octubre pasado en las salas del país y que le concedió el primer protagónico de su carrera en cine.
Ahora se prepara para el debut del proyecto que rodó inmediatamente después: El fantasma, una comedia de acción donde encarna a José Hidalgo, un exempleado bancario que empieza a cometer a millonarios robos a instituciones financieras en el Chile del año 2006. Mientras su pandilla suma nuevos integrantes, sus delitos alcanzan notoriedad nacional y se transforman en una obsesión para un experimentado policía llamado Daniel (Néstor Cantillana).
“Estoy un poco ansioso. Yo no he visto la película. No me gusta verlas”, asegura, para luego puntualizar: “No me gusta verme, en el fondo, porque eres el peor juez. Como uno sólo se ve frente al espejo, si te ves desde otro ángulo, dices: estoy jorobado, soy narigón. Crea incertidumbre. Crea inseguridad. Y llama al ego. Entonces tú ya no estás actuando, estás tratando de verte bien”.
Cuando ese filme llegue a la cartelera local, el próximo 15 de agosto, será el fin de una aventura de casi una década, el tiempo que pasó desde que el director Martín Duplaquet –a quien conoció en Dios me libre, su ópera prima– lo invitó a protagonizar un largometraje basado en la historia de José Abello González, el líder de una banda especializada en cometer robos a sucursales bancarias en el sector oriente de Santiago. Tras años de idas y vueltas, el guión escrito por los argentinos Juan Pablo Domenech y Emanuel Diez (y adaptado al habla local por Paloma Salas y Elisa Zulueta) usa ese caso más como una inspiración que como un episodio histórico al que ceñirse fielmente.
Semler la llama “la producción más importante en la que he estado, lejos”, en parte porque reúne los esfuerzos de productoras de Chile, Brasil y Argentina. Sobre ella y su presente habla con Culto.
-¿En qué momento tuvo la certeza de que interpretaría al protagonista de El fantasma?
Fue una historia larga. Estuvimos diez años gestándola, por lo tanto, sabía que iba a actuar en ella, pero no necesariamente que iba a ser el protagonista. No ando persiguiendo ese tipo de roles. Me gusta la instancia del rodaje. No creo que mi prestigio, mi fama, entrecomillas, repunte más en un protagonista o en un secundario. Ya soy lo que soy y punto.
-¿En algún instante, durante todo estos años, fue importante para Ud. leer y documentarse sobre el caso real que la inspira?
No, no nos fuimos por ese camino. Cuando con Martín buscábamos hacer una película de marcianos, él leyó un reportaje (sobre Abello) y me dijo: cambiémonos a esto. Ese fue el encendedor de la mecha. De ahí en adelante fue creación del equipo, tanto de Martín conmigo como después de él con los guionistas argentinos. Y siempre Martín como el sujeto más importante del camino creativo de la historia.
-Por tradición y presupuestos, en Chile no se hace demasiado cine de acción. ¿Ha pensado en cómo va a ser leída esta película por el público?
Claro, está muy fuera del género al que estamos acostumbrados. En Instagram, en las redes, uno ve comentarios que dicen: no puedo creer que sea una película donde no aparece Pinochet. Y cosas por el estilo. Hay una propuesta fresca, renovadora… Entrecomillas, porque no es la primera vez en que se hace esto. Yo creo que eso el público lo va a captar. Con esta película van a pasarlo bien y, además, a pensar un poco en estos personajes que actúan de esta manera. El grado humanitario está muy expuesto, muy defendido. No son Caracortada, el remake de Al Pacino. Ese hueón es malo y que se vaya al infierno lo antes posible. Acá no.
-No todos los actores chilenos viven la experiencia de participar en una película de género. ¿Cómo fue su experiencia trabajando en ese registro?
Como la primera película que hice fue Johnny 100 pesos, entré por el género, aunque también he recorrido el cine de autor, el cine de corte político. Esta hampa es como la mafia siciliana, donde no hay baleos, no hay delito más allá del robo y no hay más daño. En ese sentido, me resultó muy atractiva por el dejo de nobleza que tienen los ladrones en esta cinta. Con los años se aprende que cuando uno actúa un personaje malo uno no hace al malo, uno hace al bueno que hay dentro del malo. Todos tenemos un objetivo en la vida y (El fantasma) tiene ese contenido humanitario respecto a por qué lo están haciendo. Creo que la película, sobre todo a través de la dirección de actores que hizo Duplaquet, entró muy profundamente en ese campo, en lo humano de cada personaje. El tipo no es malo porque nació malo. La vida, las circunstancias, su historia, lo van poniendo en ciertos escenarios en que tiene que comportarse mal. Salvo que tenga un par de tornillos sueltos y sea un psicópata que no tiene emociones.
-Al inicio el protagonista está en una situación límite, pero también podría ser un chileno cualquiera.
No es un profesional del delito, para nada. Es un exempleado de banco al que se le acabaron todas las posibilidades, se empobreció y se quedó solo. Todo lo malo que le puede pasar a uno sin que lleguemos a un cáncer terminal. Le plantea un ahora o nunca.
-¿Cuánto hablaron con el director sobre otras películas que se manejen en esos códigos?
Con Martín somos cinéfilos, evidentemente. Nos encanta el género gansteril, mafioso, y por supuesto que pasamos por Coppola, por Scorsese y por los que hacen las películas de ladrones y policías. Teníamos como gran referencia a Buenos muchachos, de Scorsese. Es una película que en el fondo es tan dura, tan desquiciada, que resulta divertida. En nuestro caso no llegamos al desquiciamiento de andar matando a gente a diestra y siniestra, pero para los personajes es una situación desquiciada.
-Si la película alcanza ese acento quizá se libra de embellecer o de ser condescendiente con el mundo que está retratando.
La maldad es la maldad y la bondad es la bondad, y la delgada línea roja que las divide es delgada pero está clara. Lo que sí hacemos es defender a los personajes. El por qué, el desde. Pero indudablemente están fuera de la ley. Es como El Padrino, por citar algo muy básico. Todo el mundo está con los Corleone y los Corleone son los hueones más malos del planeta. O Taxi driver. Uno lo único que quiere es que esa gente se salve. Y son malos. Acá no son exactamente malos, sino que les va resultando el truco antisistémico. Quieren herir al sistema. No es personal. Aunque eso es de El Padrino: “No es personal, son negocios”.
-¿Cuán llamativo le parece que El fantasma se estrene en un momento en que la delincuencia es uno los temas que más le preocupa a los chilenos?
Es llamativo por ese lado. Es como una publicidad paralela que puede estimular a la gente a ir a verla. Pero, como te decía antes, desde otro punto de vista: con personajes que son gente común y corriente, personajes empáticos, y una historia de aventuras en que también, a su modo, se hace justicia. Además, pasa por puntos muy divertidos, muy de comedia. Como son inexpertos, meten las patas, se equivocan, y eso produce una variante de comicidad que está implícita. Está muy equilibrada en todos sus elementos: el fracaso de una posible historia de amor, la investigación de la policía, la transformación y el cuestionamiento que se realiza José respecto a lo que está haciendo.
El rearme
La idea original era que el estreno nacional de El fantasma fuera en agosto de 2023. No se difundió abiertamente, pero esa fue la estrategia que se manejó hasta los primeros meses del año pasado. Todo cambió en marzo, cuando Willy Semler recibió una acusación de abuso sexual y emocional por parte de una exasistente. La denuncia tuvo inmediatas repercusiones en su actividad televisiva y teatral. Luego, justamente en agosto pasado, la Fiscalía Metropolitana Centro Norte desestimó la denuncia y cerró la investigación.
Tras esa determinación de la justicia, se anunció que La anunciada de Willy Semler debutaría en los cines en octubre de 2023, y lentamente se fueron reacomodando las piezas, hasta llegar al lanzamiento de mediados de este mes.
“No hablo de ese tema”, contesta al ser consultado sobre cómo se ha repuesto tras superar ese momento.
-¿Cómo ha reconstruido su carrera?
Bueno, ha costado retomarla, pero tengo toda la fe de que voy a volver a una vida normal en muy poco tiempo. Incluso la película (El fantasma) yo creo que es un factor importante en ese sentido.
-El fantasma tuvo que postergar su fecha estreno, al igual que La anunciada de Willy Semler.
Sí, exactamente.
-Cristián Campos fue uno de los actores que lo apoyó públicamente cuando se interpuso una denuncia en su contra. ¿Ha tenido oportunidad de hacer algo similar a propósito de la situación judicial que él enfrenta?
Bueno, lo he apoyado mucho. Somos muy amigos desde hace mucho tiempo. Y, como ya sabemos, nadie se puede pronunciar antes que la justicia al respecto.
-¿Qué proyectos prepara actualmente?
Tengo pendientes dos etapas de rodaje de una serie que se llama Robinsones, sobre cazadores de tesoros, muy entretenida. Como son cuatro locaciones, asignaron cuatro etapas. Nos faltan la etapa de Santiago y la etapa de Chiloé. Mi hija en la serie es la Itziar Ituño, la policía de La casa de papel. Tengo que dirigir una obra de teatro para la Fundación Cultural de Providencia, que se estrenará en el Teatro Oriente en noviembre. Además, estoy dirigiendo El cepillo de dientes, de Jorge Díaz. Ese es un proyecto independiente y es para abril del próximo año. La semana pasada hice castings para dos series. Entonces, estoy rearmando los proyectos. Se están despejando las vallas y vamos que se puede.
-Sigue muy ligado al teatro.
Ahí están mis raíces. El teatro es muy acogedor, muy amable, muy amoroso. Lo único que te pide es trabajo y un poco de plata para producir. No te exige nada más.
En medio de uno de los momentos de mayor exposición de su carrera, reflexiona: “El teatro es efímero, porque cada función es la primera función. No sabes lo que va a pasar. Se termina y se esfuma. Y al otro día la tienes que reconstruir entera. La televisión es desechable. No en el sentido peyorativo, sino que en el sentido de que haces una escena y esa escena se va a ver una vez o dos si es que la teleserie se repite. En cambio, el cine es trascendental. La escena que quedó en el montaje se va a ver en mil años más. La misma escena”.