Cuesta imaginarlo. Myriam Hernández (57), la artista chilena que ha convertido la chispa y la vitalidad casi en su huella dactilar, caricaturizada muchas veces como una figura pública que irradia felicidad ilimitada, alguna vez se sintió débil y vulnerable. “Sentí que no era capaz de muchas cosas. Hace un tiempo pasé un momento muy difícil en mi vida. Es muy personal, pero es de esos instantes en que sientes que no ves el horizonte”, revela en conversación con Culto, sin entregar mayores detalles.
Eso sí, transitar por la cornisa la llevó a refugiarse en la música y a concebir una canción de título elocuente: Invencible, el single que salió en 2023 y que sirvió de preludio de su álbum de esta temporada, el sólido Tauro (2024).
“Traté de pensar en el poder que tiene uno mismo para poder levantarse, para volverte invencible. Muchas gente amiga mía tuvieron enfermedades difíciles, como el cáncer, y se volvieron invencibles. Tiene que ver con cómo enfrentas los problemas. O los aceptas y te vuelves vulnerable, débil y no ves futuro, o te vuelves invencible, te levantas y sientes que eres capaz de lograrlo y decidir ser feliz, aunque todas estas parezcan frases que aparecen en Instagram. En un momento, la música era lo único que me podía salvar”, subraya la intérprete al repetir el concepto con que no sólo bautizó uno de sus últimos hits, sino que también su actual tour, de reciente éxito en cuatro ciudades europeas y que entre otras fechas la tendrá el sábado 24 de agosto en el Movistar Arena (Puntoticket).
Será su tercera vez en solitario en el recinto del Parque O’Higgins. Un hito que parece coronar un 2024 donde hace sólo un par de meses fue premiada como Figura Fundamental de la Música Chilena por parte de la Sociedad Chilena del Derecho de Autor (SCD), reconociendo una carrera que la consolida como una baladista adherida durante décadas a la memoria popular del país.
-Usted habla de vulnerabilidad, pero siempre ha parecido una cantante sin esos problemas. ¿Se transformó en una presión andar siempre demostrando simpatía?
Sin quererlo uno muchas veces puedes estar viviendo momentos difíciles y tienes que sonreír, y yo que he sido muy cuidadosa también de mi entorno, de mi vida privada. Pero muchas veces sí, me tocó salir a un escenario demostrando que todo está bien, cuando a veces tenía muchos problemas. Como que te enseñan, por lo menos dentro de lo que fue mi crecimiento, a tener que demostrar que todo está bien. De hecho, en televisión lo primero que aprendí es que el show debe continuar siempre. Entonces, creo que hoy sí se da una sociedad en donde podemos convivir con el público siendo más cercanos, mostrando también que hay un día que no tienes ganas de levantarte o no estás bien.
-Hay artistas que han empezado a hablar de la salud mental y ya no se muestran como una divinidad intocable.
Exactamente. De hecho, hasta Alejandro Sanz habló de una depresión que tuvo. Antes era impensable que un artista se mostrara débil, cuando era el artista que no tenía nada imperfecto, sino que era como intachable.
-En el último tramo de su carrera, usted se ha mostrado muy productiva: desde 2022, ha lanzado cuatro álbumes. Muchos de esas canciones tienen ritmos más modernos y se acercan a la música urbana. ¿Siente que, desde que empezó su carrera en los 80, usted trató de diferenciarse del resto aferrándose a sus propias características?
Quizás inconscientemente en un momento del último año quería meterme sólo en el trabajo. Pero mi intención de renovarme en términos artísticos está siempre. Recuerdo que a los 18 años me invitaron a Viña con otros compañeros también de televisión para hacer un medley de canciones del momento. Y yo me negué y me echaron del canal de televisión, diciéndome que yo nunca más iba a pisar ese canal, ni que nunca más iba a pisar el escenario de la Quinta Vergara por haber dicho que no. Por soberbia.
“Y yo les dije: no es soberbia. Es porque yo respeto mucho ese escenario y yo no quiero decir que sólo tuve la experiencia de estar. Yo quería que me llamaran por mis canciones y por mi estilo. Yo quería un estilo propio. Entonces era súper miedosa para decir las cosas, pero me atrevía. O sea, después me iba a encerrar a llorar. Pero en ese minuto me mostraba segura de lo que quería. Sabía lo que me gustaba. Me querían hacer rockera en un momento y yo dije que no, porque no vivo como rockera, no pienso como rockera. Yo creo que tiene que haber siempre una consecuencia de cómo uno es y eso lo llevas a la música y así la gente te cree. De lo contrario, es una imposición a algo que no eres. Seis años después me llamaron de Viña por mis canciones, el año 89″.
¿Regreso a Viña?
-¿Cuál diría usted que es la huella que ha dejado en la música chilena?
A mí me cuesta pensarlo así. Tal vez porque me enseñaron desde chica a no creerme nada. Mis papás siempre me tiraban el cable a tierra, o sea, tú no eres más importante que tu compañera de curso, tú cantas y punto, eres un ser humano más. Y eso me lo tomé tan a pecho, tan en serio, que vivo mucho más feliz así. Me cuesta decir ‘sí, yo he aportado esto a la música’. Me parece soberbio. No soy así.
-¿Le gustaría coronar esta gira exitosa con un retorno en 2025 al Festival de Viña?
Yo siempre he dicho que el Festival de Viña es muy importante para mí porque yo partí mi carrera internacional ahí, el año 89. Y era jurado, era reina. Viví todos los roles en un festival. Después fui animadora. Pero siento que este año está terminando redondo igual. Estoy feliz. Y si viene una invitación, maravilloso, pero si no lo hay, no siento que haya deuda de parte de Viña. En algún minuto me dolió que no me hayan invitado para los 50 años (en 2009), ahí yo lo esperaba… pero después ya no. Hay otras cosas lindas también que he vivido tan grandes que no siento que haya una deuda ni que deban invitarme. Pero será cuando tiene que ser. Si no es, no es. Aprendí también, por todas las cosas que uno va viviendo como experiencia, que no hay que tener expectativas de nada, hay que vivir lo que tienes que vivir. Tener ilusiones, sí, porque en la música se deben tener ilusiones, deseos, sueños. Pero expectativas y crear planes sobre esas expectativas, no. Aprendí hace poco que, si no pasa nada, no hay problema. Vives más feliz así.
-Y en ese sentido, ¿cómo ve su carrera en el futuro? ¿Tiene algún referente?
Lo voy a mencionar porque fui a verlo con mis papás y con Jorge (Saint-Jean, su esposo). Es Raphael. Estamos hablando de alguien que ya tiene 80 años, que ha tenido una enfermedad tremenda y que sigue vigente sacando discos. Sigue cantando muy bien. Sigue teniendo un público cautivo que se pone de pie a rabiar y lo aplaude. Y si él se retira mañana, se retira con éxito. No es que “ay, se retiró porque ya con Raphael no pasa nada”. No, se retira bien dentro de lo que es un artista de 80 años, con muchos éxitos. Siento que hay artistas que han sido muy inteligentes en mantener una carrera. Yo creo que no voy a llegar a los 80 años.
-¿Por qué?
Porque siento que no, no me gustaría tampoco. Creo que me dedicaría más bien a ayudar a otros artistas.
-Pero, ¿por qué no le gustaría llegar a esa edad como artista?
Porque me gustaría despedirme con mucho éxito y bien. Ni siquiera porque “ay, está tan viejita”. No. Me gustaría que dijeran “ay qué pena, ¿por qué se retiró?” en vez de “qué bueno que se retira”. Quiero hacerlo en plenitud de mis capacidades.
-¿Le da temor el avance de los años en su carrera?
No, porque nunca en realidad me desesperé demasiado. Creo además que el mayor éxito de mi vida ha sido ser una cantante exitosa, pero que puede ser una mamá y una esposa normal. Soy mamá presente. Nunca me sentí una mamá ausente, porque toda mi carrera la hice en torno a mis hijos. Es decir, me fui a vivir a Miami por mis hijos, para poder llevármelos a cualquier lugar. Y me vine a Chile por ellos, para que no se me quedaran allá y poder mantener una familia unida la mayor cantidad de tiempo posible.
“Nunca me obsesionó el éxito profesional. Amo intensamente lo que hago, pero si tuviera que elegir, elijo a mi familia. Conozco a artistas que lo dejan todo, que no pueden vivir sin cantar, que no pueden vivir si van a un lugar donde no los conocen”.
Definiciones políticas: de Lavín a Boric
-¿Hay algo de lo que se arrepienta en su trayectoria?
Cosas que no sé si dependían de mí. Cosas tipo “¿por qué acepté esta compañía discográfica?”, por ejemplo. Una compañía discográfica que me dejó con los brazos cortados sin darme la liberación y sin la posibilidad de irme a otro sello. Entonces ahí uno dice, me equivoqué en irme a esta compañía, pero después dices, el primer disco fue bueno, fue Huele a peligro, entonces tampoco me puedo arrepentir.
-¿Se arrepiente de haberse involucrado en política y haber apoyado a Joaquín Lavín en las elecciones de 1999?
No, no me arrepentí. ¿Sabes por qué? Porque fue el año 2000 cuando yo me subí al escenario de Lavín y fue por convicción mía, porque yo estudiaba periodismo y tenía que entrevistar a alguien, lo hice con Joaquín Lavín. Entonces yo voy como Myriam Hernández Navarro, yo no dije que era Myriam Hernández, la cantante. Entonces, pedí la hora y me la dieron y él fue súper divertido. Me atendió, “¡pero no sabía que eras tú!” y no sé qué, “¡podrías haber dicho!”. “No, yo vengo como alumna”, le dije. Y fue tan simpático, me cayó tan bien, que hicimos una amistad con él, con mi marido, con la señora, nos invitamos a comer. Y cuando me pidieron cantar, yo dije: ¿por qué no, si yo le creo a él? Siempre la gente me ha visto como “Myriam, ay, que todo lindo”, y no. Puedo tener opinión también. Y dije sí, que lo iba a hacer. Eso significó que mucha gente creyera, me apoyara, otras no, como es lo lógico, pero creo que no estaba tan equivocada, igual fue por muy poco que perdió.
-Con Ricardo Lagos.
Claro. Y dije, yo voy a estar siempre para mi país, porque yo he hecho mi carrera independiente del gobierno que esté en mi país. Una vez me preguntaron si yo iría a apoyar a Michelle Bachelet. Y yo dije que sí. Y me invita. Y fui (en el acto “Canta América Canta” en 2006). Es una mujer, yo no estoy por política, por izquierda, por derecha. Yo sabía lo que iba a pasar, pero yo quería demostrar que yo no tenía miedo. Lo que sí, no me metería nunca en algún cargo político. No entiendo mucho de política. No me gusta, para empezar. O sea una de las cosas que a mí me cargaba de mi marido era que estuviera en política y dejó la política por mí.
-¿Porque usted le dijo?
Yo lo apoyé. Lo apoyé en su tiempo, así como él me ha apoyado en mi carrera, como pareja tienes que apoyar, pero no me gusta. No creo en los políticos. Me parecía una actividad muy expuesta, poco honesta.
“A mí no me complicaba que Jorge estuviera involucrado en política. Eso era lo de él. Mi vida de cantante era otra. Yo no iba a hacer lo que él hubiera dicho que haga porque a él le convenía en la parte política. Pero no me gustaba. Se lo dije. Las mujeres no lloramos, las mujeres ahora facturamos (se ríe)”.
-Quique Neira, a quien usted conoce, dijo que se había sentido “utilizado” al cantar para el estallido social. ¿Se sientes utilizados posteriormente los artistas cuando cantan para instancias políticas?
Yo no lo haría de nuevo, pero tampoco me arrepiento. Con respecto a Quique, él puede decir lo que quiera. O sea, es su posición y es súper lícito. En mi caso no, no me sentí utilizada, porque si me utilizaron, yo también lo acepté. O sea, yo decidí algo por convicción, si eso se utiliza o se percibe como utilización, yo fui la que lo acepté también.
-¿Y tiene una opinión sobre el actual gobierno?
Creo que es valiente. Gabriel Boric lo encuentro valiente dentro de todas las cosas buenas y malas que puede tener un gobierno. Me gusta que se atreva en algunas cosas que ha hecho y que ha dicho.
-¿Cómo cuáles?
No recuerdo bien en estos momentos, pero hace poco se refirió a lo de Venezuela y sí, es valiente. Dijo las cosas como son.
El caso Jaime Román
-En su reciente documental, Mon Laferte comentó una experiencia de acoso que sufrió durante su paso por Rojo con el productor Jaime Román. Usted hace un tiempo en un podcast relató algo similar con el mismo personaje. ¿De qué manera es importante expresar que hayan sucedido estas experiencias en la industria?
Yo creo que por eso se cuenta. Hoy día uno se atreve a contarlo porque estamos en esa dinámica de hoy de las mujeres de hablar, de que no siga pasando, de que hay cosas que uno no tiene que permitir y de que si no se hablan y se exponen, hay muchas niñas jóvenes que pueden pensar hoy día que tienen que callar. Entonces, de alguna manera, cuando hay una persona que puede ser un referente para otra, es importante hablarlo.
“Yo nunca había contado que tuve violencia en un pololeo y sí lo conté fue porque había habido muchos femicidios en el período de pandemia. Entonces, frente a una niña que había muerto, que la habían matado, yo dije bueno, contar mi historia puede servir a muchas mujeres que están aceptando una relación en donde hay violencia psicológica, violencia verbal o peor, y yo lo viví así, tuve un pololeo así. Entonces lo voy a contar, me voy a atrever y lo hice. Pero por eso, no sé si me hubiese atrevido si la sociedad no hubiese cambiado”.
-¿Era común estas experiencias de acoso en la antigua industria, en otra sociedad, con otras características?
A mí no me pasó mucho, fue muy poco, una o dos experiencias de ese tipo. No me pasó mucho, yo creo porque mis papás andaban conmigo para todos lados, siempre. O sea, mi mamá era muy aprensiva, yo también soy igual, salí igual, pero yo lo agradezco, pese a que igual me daba vergüenza, tenía 18 o 19 años, y me llevaban al canal y me estaban esperando a la salida. Yo era la única que andaba con la mamá o el papá, porque a ellos les daba miedo soltar a esta niñita y que viviera cosas que probablemente no tenía que vivir, que ojo, no solo ocurre en el ambiente artístico, ocurre en cualquier medio, lo que pasa es que esto está mucho más expuesto. Pero de todas maneras es bueno que se revelen estas historias.