No fue ni en un taller literario, ni por algo que escuchó en las aulas de alguna universidad porteña. La primera novela de María Moreno llegó de mera casualidad. Así lo cuenta ella misma a Culto, desde su residencia en Buenos Aires. “Fue muy casual y casi infantil. Íbamos en una lancha hacia el Delta con mi amiga la poeta Mercedes Roffé y vimos que subía una chica pelirroja que parecía una alucinación. Los demás pasajeros parecían no verla y ella estaba vestida con ropa del siglo XlX, seguramente comprada en una tienda vintage. Se bajó en el muelle de Dolly Basch, otra amiga. Mercedes había inventado un poeta llamado Ferdinand Oziel a quien había atribuido un libro llamado El tapiz. Eran juegos privados entre chicas como Diana Bellessi y Mirtha Rosenberg que también eran poetas”.
“Yo que soy periodista, empecé a escribir versos a la manera de las autoras de una antología que había hecho Diana de poetas norteamericanas, Contéstame, baila mi danza, pero ellas me dijeron que los poemas no estaban mal. Entonces inventé a Dolly Skeffington con la pinta de la chica que habíamos visto en la lancha, el nombre por Dolly Basch, su obra y su vida que es la mía imaginada”.
Se llamó El affair Skeffington y se publicó por primera vez en 1992, con el sello editorial Bajo la luna. Hoy, vuelve a estar disponible en las librerías chilenas con la casa independiente nacional Banda Propia. Si bien María Moreno se ha hecho un nombre, fundamentalmente en el ensayo y la crónica, esta es su única incursión en el formato ficción. De hecho, en sí mismo, es un artefacto literario bastante extraño. Narra las peripecias de una poeta, Dolly Skeffington, en el bullente París de la década de 1920. La misma ciudad de la que Hemingway dijo que era una fiesta. En el libro, se relata esa locura incluyendo los poemas de Skeffington. No es una historia lineal, con inicio-medio-final, sino un puzzle que el lector va fabricando a medida que avanza en sus páginas.
La editora María Yaksic explica cómo está construido este libro: “Convengamos que es una novela porque a su manera estalla las formas del ensayo, de la entrevista, del hipotético manuscrito hallado. Una novela que inventa una especie de paratextismo paródico en cuyo centro se encuentra esta personaje, con aires de poeta mítica, Dolly Skeffington, que desborda las posibilidades de lo biográfico, lo autobiográfico, del yo. La rive gauche parisina, sus librerías, sus bares, sus calles, son el ambiente y una excusa, que nos permite encontrar paseando por allí a Nancy Cunard, Jean Rhys, Gertude Stein, entre otras y otros. Muy lejos de las fantasías metropolitanas o imperiales, en el entorno de esas escrituras aparece una comunidad de bordes, de exiliados, expatriados, una comunidad posible, que ingenia sus lazos”.
“La obra de Dolly, el núcleo de la novela, es la ficción de una autora que siguió existiendo. Recordemos que esta novela en su primera edición, publicada por Bajo la luna, consignaba en su portada una doble autoría: una tal María Moreno y entre paréntesis Cristina Forero, la ‘autora real’. Una de las cosas fascinantes que tiene este libro y que lo convierten en uno de culto es que es la única novela de María Moreno y la primera vez que ella firma un libro como tal. Es en ese sentido un libro de pasaje, la salida pública de una autora que llegó para quedarse”.
En la literatura argentina hay una cierta tradición de novelas poco convencionales, como Adán Buenosayres, el Museo de la novela de la eterna, o Rayuela. Le consultamos a Moreno si siente que El affair Skeffington se inscribe en esta línea. Pero ella tiene otra visión. “No creo. Está el antecedente de Juan Gelman, los heterónimos de Pessoa, y unas ganas de cachar a los muchachos que no conocían a ninguna de esas autoras y creían que me lo había inventado todo en una especie de juego borgeano”.
Hoy, con 77 años, Moreno aún recuerda su contexto de vida cuando escribía la novela: “El periódico y su ambiente bohemio post dictadura. En dictadura escribía muy literariamente porque la censura tenía ese efecto colateral. Por eso el libro tiene ese tono de desparpajo un poco histérico, de burbujas de champagne. Nos juntábamos con mis amigos escritores en el bar La Paz que ahora es sushi bar, y era una especie de universidad laica. Comentábamos las últimas traducciones del estructuralismo, de Lacan, la narrativa policial que empezaba a ponerse de moda, sobre todo nos reíamos especulando dónde habían ido a parar las manos de Perón y cómo había que leer la consigna ‘Perón y Evita/la patria socialista: Perón evita/la patria socialista’. Éramos una elite de payasos”.
Moreno también nos comenta que al momento de armar al personaje de Dolly Skeffington, se planteó construir un artefacto literario destinado a las minorías sexuales. “Como un lugar donde confesar lo inconfesable. De teorizar sin ningún mandato maestro, de armar un libro de las chicas que aman a las chicas copiándome de El almanaque de las damas de Djuna Barnes y de El libro blanco de Cocteau que al principio se vendían en la clandestinidad por las calles de París”. ¿Y por qué en el París de los años 20? “Porque allí se encontraba desde Joyce hasta Gertrude Stein, sobre todo las grandes”.
Por supuesto, Moreno se toma el tiempo de opinar sobre lo que ha sido el gobierno de Javier Milei. “Milei es la versión más audazmente obtusa del brutalismo supremacista libertario, como diría Bifo Berardi. Sus propuestas presentadas como exentas del autoritarismo propio de las “ideologías”, quiera un enemigo común que exalte las identidades y fortalezca la familia biológica contra el enemigo vintage del comunismo (o cualquier acción arbitrariamente bautizada como ‘socialismo’). Nada de esto es nuevo en nuestra América, como intenta hacer creer, sobre todo su retórica de la libertad que ve en la adquisición de derechos, un ataque a la decisiones de la familia, eje de una sociedad formada por sujetos atomizados, emprendedores de sí mismos, responsables de su seguridad y anticomunistas. Pero la historia siempre es enigmática. Y él está fracasando en su mismo proyecto, pero es un mito que se trata de la misma derecha de antes con otra cara como también es un mito que es algo para que no tenemos categorías con que analizar. Resistir, insistir, armar comunidad, esa es la cuestión”.