Sobre el principio del show de Ana Tijoux de este domingo 18 en el Movistar Arena, incluso antes que ella aparezca en el escenario, los parlantes disparan el audio de entrevistas y declaraciones históricas alguna vez proclamadas por Víctor Jara y Violeta Parra. Aquellas donde hablan del poder de la canción, de la estela que incluso en sus días dejaba la Nueva Canción Chilena, de cómo el futuro se vislumbraba esplendoroso si parte de él era diseñado por artistas.

Mucho de ese discurso ha sido empalmado por Ana Tijoux, como si se tratara de un eslabón más de una saga de autores que cree firmemente en el arrastre de la música popular como un vehículo que no sólo puede mostrar conciencia social, sino que también melodías de buena factura y una performance en vivo de alta producción.

18.08.2024. ANA TIJOUX EN MOVISTAR ARENA FOTO PEDRO RODRIGUEZ

Eso es lo que la cantante nacida en Francia ofreció en su debut en solitario en el recinto, ante cinco mil personas –en un formato de medio arena-, en un espectáculo centrado en su último título Vida (2024), donde parece llegar a su mayor techo de diversidad estilística al transitar por el jazz, el funk, el soul, el hip hop y la música latina. Tijoux es todo eso y más y lo exhibe con un concierto urdido con prestancia y delicadeza.

Niñx, de precisamente su álbum más reciente, se encarga de abrir los fuegos, con cierto acento urbano propio de estos tiempos. A ello la rapera suma un nutrido cuerpo de baile, lo que la hace despuntar más exuberancia bajo los focos, evitando la figura solitaria que siempre parece acompañar al exponente vinculado al hip hop. Eso sí, la estilizada iluminación que secunda la escena –parte esencial de su actual concepto en vivo- presenta a una artista de silueta casi en penumbra, con lentes oscuros y vestida de negro, como si siempre estuviera arrojando versos agazapada y fuera de los contornos oficiales.

18.08.2024. ANA TIJOUX EN MOVISTAR ARENA FOTO PEDRO RODRIGUEZ

En esa misión, el tándem teclados-batería-bajo que la acompañan se encarga de aportar el cuerpo que hoy necesitan sus composiciones, tan llenas de detalles y ricas en distintos lenguajes.

Luego siguen Millonaria, Vengo y Antipatriarca, que sobre el final adquiere un vuelo casi espacial fusionado con una letra que funciona como declaración de principios.

Vida la devuelve a la envoltura más urbana, mientras A veces la suma con el esencial MC Hordatoj.

Sobre la mitad del espectáculo, Tijoux saluda a otros ilustres del hip hop nacional presentes en la audiencia, integrantes de Calambre, Tiro de Gracia y Panteras Negras: ella es también parte nuclear de esa escena que ha convertido al género local en una de las variantes más sobresalientes de habla hispana.

18.08.2024. ANA TIJOUX EN MOVISTAR ARENA FOTO PEDRO RODRIGUEZ

Tras ello, como una celebración, vienen hits como 1977, Sacar la voz, Mi verdad y el cierre con la emblemática La rosa de los vientos, de su vida anterior en Makiza.

Antes, para subrayar aún más ambición de sonidos, se atreve con un dúo de guitarristas acústicos –Ramiro Durán y Raimundo Santander- para interpretar el talante evocativo y cercano al bolero de Calaveritas. También envía un abrazo a la Villa Francia y su radio, “un ejemplo de lucha gústele a quien le guste”, según dice.

En la síntesis, Ana Tijoux ha podido dar forma a un espectáculo íntegro que definen a una personalidad única en la escena nacional. Una creadora de ángulos distintivos que sólo crece con el curso de los años.

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