Fue en 2019, después de un quiebre sentimental, cuando la escritora argentina Camila Fabbri (35) comenzó a escribir un texto. Sin saber muy bien qué era, simplemente se lanzó. Poco a poco comenzó a tomar forma la escena de una mujer -Paulina- sobreviviente de un accidente de tránsito. Entre los fierros retorcidos, el pánico de los testigos, la sangre y los dolores corporales, narra su historia.
“Empecé a escribir un soliloquio sobre una mujer que acaba de colisionar su propio auto. Intenté pensar qué siente alguien que no termina de entender quién es, dónde está, qué pasó. Esa sensación de pesadilla o de sueño muy pesado, pero con el cuerpo entumecido, de algo que causó daños”, cuenta Fabbri a Culto, desde su residencia en Buenos Aires.
A partir de esa escena, Fabbri siguió adelante, y terminó escribiendo una novela que tituló La reina del baile. Publicada por Anagrama, fue finalista del 41.º Premio Herralde de Novela 2023, el tradicional galardón que obtuviera Roberto Bolaño en 1998 por Los detectives salvajes, y del que Alejandra Costamagna fuese finalista en 2018 por El sistema del tacto. Hoy, La reina del baile acaba de llegar a las librerías nacionales. Se trata de una novela que parte con el accidente de Paulina, y como un monólogo en reversa, el lector va descubriendo cómo llegó a esa situación.
Pese a su juventud, Fabbri ha tenido una interesante trayectoria narrativa. En 2021, fue incluida en el listado de la revista Granta como parte de los 25 mejores narradores en español menores de 35 años. Publicó el libro de cuentos Los accidentes (2015), la novela de no ficción El día que apagaron la luz (2021) y el volumen de relatos Estamos a salvo (2022). Asimismo, su filme Clara se pierde en el bosque (2023) se estrenó en el Festival de Cine de San Sebastián.
Así que, ahora podemos leerla con esta novela con la cual, reconoce, solo se fue encontrando en el camino, sin mayor planificación. “No surgió como una idea. Simplemente empecé a escribir con una imagen disparadora y eso creció sin que lo contemplara demasiado. Estaba escribiendo una novela sin darme cuenta, sin habérmelo planteado necesariamente. Yo creo que se escribe así. No es algo que se pueda planear mucho, por suerte. Si crece mucho es una novela, si se detiene, es un cuento”.
Además de escritora, eres dramaturga, actriz y cineasta. ¿Cómo esas actividades tienen -o no- una influencia en tu escritura?
Creo que todo se va amalgamando naturalmente. No son cosas que hago todas juntas, de hecho. Actué durante algunos años cuando tenía veintipocos y después no lo seguí haciendo. Formó parte de mi preparación como artista, creo yo. Alimentó algo que me sirvió después para escribir, teniendo un conocimiento distinto sobre crear personajes. El trabajo como cineasta surge por un encargo, a partir del cual escribo un guion audiovisual, y yo ya tenía herramientas de escritura de diálogo por haberme formado como dramaturga. Creo que son todas disciplinas sinónimo entre sí, no son cosas muy distintas. Forman parte de la obra de una artista, con lo cual, es distinto pensarlas por separado. Es como un psicólogo que deviene en psicoanalista, por ejemplo, o un chofer que maneja distintos tipos de transportes.
La novela parte con una escena del accidente de tránsito que sufre Paulina. ¿Cómo fue armar esa escena?
Intenté ponerme en el lugar de Paulina cuando entiende que el cuerpo no le responderá, qué está viendo, cómo puede unir las partes. Hacía tiempo que tenía esa imagen en mi cabeza, la de una mujer que choca y que tiene que entender que eso es lo que acaba de pasar. La fui escribiendo así, a cuentagotas, intentando ser lo más fiel posible al verosímil y a la vez, sabiendo que es ficción y pudiendo dominar algunas libertades.
¿Por qué elegiste el título de La reina de baile?
La novela no tenía un título definido, ni siquiera cuando quedó finalista del Premio. Tenía una frase, algo momentáneo. La edición del libro se agilizó mucho después de que nos enteramos, con Luis López Carrasco, que nuestros libros habían ganado. Tenía solo días para elegir el título, entonces busqué en los subtítulos de los capítulos que había escrito. Me llamó la atención ese que se llamaba La reina del baile, sobre todo por el sarcasmo. Creo que escribí una novela que es, sobre todo, sarcasmo. La idea de que Paulina sea la reina de algo me parecía lo más insólito de todo, así que me pareció bien que la novela llevara ese nombre.
Paulina parece ser alguien muy ensimismada y poco interesada en el contacto social. ¿Qué es lo que te interesa de esa forma de ver la vida que tiene el personaje?
Me interesan los personajes apocados, con el pensamiento revuelto. Si son personajes demasiado exteriores es difícil poder escribirlos o definirlos del todo. Lo mismo me pasa en la vida real, creo, me interesa indagar en esas personas de difícil acceso. Esa gente que exige una especie de clave para que ingreses.
¿Cuánto de Paulina hay en ti?
Yo creo que en todo protagonista de algo que una escribe, hay mucho. No todo, por supuesto, pero es imposible escindirse de los personajes que se escriben con tanta dedicación. Están llenos de nuestras contradicciones y de esas cosas que no queremos mostrar. Paulina es una especie de catapulta de sarcasmo, todo lo ve con un doble sentido, ve lo bueno y también lo malo y hace un uso pseudo cómico de eso. Yo creo que soy bastante parecida. Para esconder lo peor intento dejar a la vista el humor, que en definitiva es lo que el mundo está preparado para recibir. Es una forma de hacerle bien al resto, también, ¿no? Una especie de servicio.
Con esta novela fuiste finalista del Premio Herralde de Novela, ¿qué ha significado para ti y tu carrera literaria?
Todavía estoy viendo qué significa ser finalista del Herralde. No lo tengo claro. Es un honor, una noticia inmensa y me llena de orgullo, pero muchas veces uno usa esas palabras sin haberlas terminado de habitar del todo. Yo creo que esas certezas necesitan tiempo. Por ahora siento un voto de confianza y eso da un gran respiro.
En otro ámbito, ¿qué piensas de la Inteligencia Artificial?
No tengo una idea formada sobre la inteligencia artificial. Creo que es algo que existe cada vez más, algo inminente. Ojalá tuviéramos las agallas para detenerlo, pero ahí viene. No tengo ganas de que exista pero acá está.
¿Cómo ves tú el gobierno de Javier Milei y su gestión en cultura?
Una pesadilla. Cierta parte de la comunidad argentina, al menos el recorte que conozco, perdió la fe. Andamos atontados sin ver el porvenir. No hay recursos materiales ni económicos para encarar nuevos proyectos. El gobierno de Milei nos convenció de que lo que hacemos las artistas no sirve para nada y no le interesa a nadie, y cuando la bajada de turno es esa, es difícil volver hacia adentro y asegurarse de que eso no es verdad. No sé cómo se sale de esta situación. No hay muchas fuerzas.
Camila Fabbri estará en nuestro país como parte de la Cátedra abierta en Homenaje a Roberto Bolaño UDP, el próximo 29 de agosto a las 16.00 horas, en el Estudio de TV - Facultad de Comunicación y Letras, Universidad Diego Portales (Vergara 240). En la ocasión, charlará con la autora Juana Inés Casas.