Columna de Marisol García: Milton y Esperanza, voz de tierra
Aquí hay música cálida hasta lo envolvente. Y hay encuentros entre músicos que se profesan un cariño convincente. Milton + esperanza suena como un abrazo.
La pintura expresionista-abstracta en la carátula (de la portorriqueña Olga Albizu) se volvió símbolo visual de la bossanova. Pero el LP Getz/Gilberto (1964) iba a dejar huellas sobre todo musicales, partiendo por la más indeleble de todas: la primera grabación de Garota de Ipanema con letra en inglés, en esa versión que la voz de Astrud Gilberto volvió universal. Los puristas tuvieron que afrontar que tan improbable grabación en Nueva York entre el saxofonista Stan Getz y una comitiva brasilera deluxe (pues además de João Gilberto, estuvo ahí “Tom” Jobim) se convirtiera en un súperventas capaz de ascender en varios ránkings en simultáneo: era jazz, era bossanova, era “world music” y, ay, easy-listening. Fue el primer título no estadounidense en ganarse un Grammy como Álbum del año.
No era el primer cruce entre Brasil y el jazz de Estados Unidos, pero desde entonces el lazo se hizo firme, con sucesivas cumbres e inesperados encuentros, hasta hoy. A la altura de esa bendita secuencia, el nuevo Milton + esperanza representa, entre otras cosas, un encuentro intergeneracional. Milton Nascimento grabó su primera canción en 1962, y Esperanza Spalding es una artista del siglo XXI, con publicaciones a solas, por encargo y en colaboración desde 2006. La cercanía cálida que transmite este disco no es, por eso, complicidad amistosa, sino una sintonía desde el oficio, en una dinámica que excede el arquetipo simplón de dueto entre aprendiz y maestro.
La admiradora es ella, sí, quien estuvo dispuesta a trasladarse hasta Río de Janeiro junto a su banda para facilitar las condiciones del trabajo y el registro de las piezas promocionales complementarias (vale la pena verlos juntos en el emocionante video para “Outubro”) junto a quien hace tiempo define como uno de sus héroes. Pero hablamos de una compositora e intérprete (contrabajo, bajo eléctrico, voz) de excelencia, cargada de Grammys, con experiencia como instructora en Berklee y en Harvard, además de dos doctorados en 39 años de vida.
Basta escuchar su canto en impecable portugués para aquilatar un talento excepcional, al cual la historia de Milton Nascimento y sus canciones (hay aquí algunos antiguos temas suyos rearreglados por Spalding) se acoplan con prestancia, al igual que invitados tan relevantes como Paul Simon (quien aprendió sus partes en portugués para un tema que Milton le compuso especialmente). El único par de covers anglo (uno de los Beatles, otro de Michael Jackson) quizás no sean tan felices en el contexto general, que es el de un álbum al margen de las dinámicas más inmediatas del pop.
“Cuando escucho tu música, siento la voz del planeta. Tu voz me suena a... hogar”, le comenta ella a él en un video asociado a la presentación del disco. Le responde Milton: “Siempre he basado mi música en la amistad”. Hay música magnífica, que no por su altura deja de sonarnos fría o distante. Hay música cálida hasta lo envolvente. Y hay encuentros entre músicos que se profesan un cariño convincente. Milton + esperanza suena como un abrazo.