Russell Crowe no le teme a nada. Ha interpretado a Noé, a Zeus y a Robin Hood. Ha hecho western (3:10 a Yuma), comedia negra (Dos tipos peligrosos), musical (Los miserables) y drama romántico (Un buen año). Ha trabajado con los mejores directores de nuestra época y con los mayores astros de Hollywood, y también en producciones donde el presupuesto es más estrecho.
El tipo viene de vuelta y eso se nota en sus elecciones más recientes. Este año estrenará su tercera película de superhéroes en una década (Kraven: El Cazador, junto a Aaron Taylor-Johnson) y su segundo filme de exorcismos en dos años.
En 2023 apareció como el padre Gabriele Amorth, el protagonista de El exorcista del Papa, la historia de dos curas que investigan el caso de una familia estadounidense atormentada por un demonio en una localidad de España. El largometraje desató el enojo de la Asociación Internacional de Exorcistas, la entidad cofundada por Amorth, que acusó que “tergiversa y falsea lo que verdaderamente viven y experimentan durante el exorcismo las personas realmente poseídas”.
Su nueva cinta de género no ha generado esa clase de críticas. Exorcismo, que debuta en cines chilenos este jueves 29 de agosto, gira en torno a Anthony Miller, un actor atormentado por sus demonios personales y por la presencia maligna que encuentra en el set de una película de terror. El filme, titulado The Georgetown Project, trata sobre un sacerdote que tiene una crisis de fe y es convocado a expulsar a un demonio de una adolescente.
Anthony debe soportar la carga que significa la reciente muerte de su mamá y una experiencia traumática ligada a la época en que era monaguillo. Además, en el presente debe lidiar con su hija adolescente, Lee (Ryan Simpkins), quien acaba de ser suspendida de su internado católico. Una vez que comienza el rodaje del largometraje (bajo la dirección de un malhumorado director), el protagonista entra en un estado que lleva a que su hija se pregunte si recayó en las drogas o si hay un factor sobrenatural que esté incidiendo en su errático comportamiento.
El papel de Crowe se construyó a partir de experiencias familiares del director Joshua John Miller. El realizador es hijo de Susan Bernard y Jason Miller, el actor de El exorcista (1973) que tras caer en una crisis sucumbió a las drogas y el abuso de alcohol. A ese ingrediente se agregó que Bernard falleció poco antes de que comenzara el rodaje de Exorcismo (filmada en 2019), dando como resultado una cinta sobre la industria del cine y exorcismos que es inherentemente personal.
“El personaje de Russell está lidiando con un trauma no resuelto. Todos tenemos diferentes traumas de duelo, así que creo que no había forma de escapar de eso; el aspecto meta de lo que había sucedido en nuestra vida personal”, explicó al medio Bloody Disgusting.
Tras aparecer en ese papel, Crowe interpretará al líder nazi Hermann Göring en un nuevo largometraje y como el pintor abstracto Mark Rothko en otro proyecto cinematográfico. Nuevos retos que mantienen el impulso de una carrera que se mueve con libertad entre secundarios y protagónicos y entre proyectos de alto perfil y otros más discretos.
Si la estrella de 60 años se detiene a mirar el pasado es únicamente por la coyuntura: en noviembre se lanzará Gladiador II, un estreno que se ha vuelto un tema obligado en cada una de sus entrevistas recientes, a pesar de que no es parte del elenco (su personaje murió al final de la cinta original).
En junio, en diálogo con el podcast Kyle Meredith With…, reconoció que sentía una dosis de melancolía y celos a raíz de la película de Ridley Scott que tendrá a Paul Mescal como protagonista.
“Me siento un poco incómodo por el hecho de que estén haciendo otra, ¿sabes? Porque, por supuesto, estoy muerto y no tengo voz ni voto en lo que se haga”, admitió.
Y agregó: “Reflexiono sobre la edad que tenía cuando hice ese filme y todas las cosas que vinieron después y las puertas que esa película en particular me abrió”.