Inquieto como suele ser, Álex Anwandter no solo lanzó recientemente su último álbum, Dime precioso, y se ha hecho un nombre como productor, sino que ahora además decidió internarse en otro terreno. Algo similar hizo en 2016 con su filme Nunca vas a estar solo, en que debutó dirigiendo un largometraje (aunque ya tenía cierta experiencia dirigiendo sus videoclips y los de su extinta banda, Teleradio Donoso). Ahora, Anwandter decidió ingresar al campo literario, pues acaba de publicar su primer libro, el poemario Mil noches de Sudamérica, a través de la editorial independiente Hueders.
Anwandter -en charla con Culto vía Zoom- nos comenta que el proceso de escribir poesía fue muy orgánico. “Se desprendió de la escritura de letras de canciones. Sobre todo desde la lectura de poesía como herramienta para soltar la mano en términos de pensar en imágenes. La lectura se transformó en escritura, junto con ese mismo objetivo de soltar la mano un poco más. Y en un minuto me di cuenta que tenía una buena cantidad de poemas para un libro, y a mí me gusta mucho publicar las cosas que hago”.
En sus páginas, leemos a un narrador que en verso libre va reflexionando sobre la soledad, las ganas de estar acompañado, además del deseo y una visión algo crítica y pesimista de la sociedad donde vive. “Yo creo que mi mirada es pesimista en general, no solo sobre Chile. En Chile piensan que es sobre Chile, pero no, es sobre la humanidad. Pero me rio también, es pesimista pero hay muchas cosas que encuentro graciosas del fin del mundo”, comenta sobre eso.
Pese a que el poemario está en primera persona, Anwandter aclara que no es autobiográfico. “El libro no es una autobiografía, tiene muchas emociones que son genuinas, pero mucha información que no tiene nada que ver conmigo. Lo que más he estado hablando es que yo me llevo muy bien con mi papá, y el libro habla de la figura del padre detestado. Creo que hoy en día hay muchas ganas de leer todo como biográfico, porque el arte está cada vez basado en identidades, y a mí me interesa alejarme de eso”.
- Hay un poema -Este es el tiempo- donde dices “Este es el tiempo en que se manifiestan los espíritus conservadores” y más adelante dices “La historia se repite una y otra vez”. ¿Efectivamente crees que la historia se repite?
- Sí. Lo veo porque me gusta mucho leer de historia, y creo que lo que más se aprende es que estamos siempre en lo mismo. Por ejemplo, para darte un ejemplo medio estereotípico, la gente cuando envejece siempre cree que la tuvo más difícil que la siguiente generación. O si lees autores romanos, ellos piensan que están en la época más complicada de la Historia, ¡y eso sucede siempre! Uno siempre cree que está en el momento más complejo de la política mundial.
- Hay poemas como Oda a Stalin, que es medio Nicanor Parra, medio sarcástica. ¿Te identificas con él?
- No. De hecho la Oda a Stalin es una referencia a Neruda, porque él sí tiene una Oda a Stalin, que no es tan conocida. Me imagino que la Fundación Neruda se ha encargado de no promover mucho esa obra (ríe). Pero ese poema es un esfuerzo por subvertir esta idea de los poetas varones que hablan de grandes temas. Supongo que Neruda es como lo canónico, el poeta hombre que habla de los grandes conflictos del siglo XX, que tiene muchas mujeres y que no puede evitar amar a cuánta mujer se le cruce por delante. El chiste de ese poema es que pareciera que quiero hablar de una figura gigante pero en verdad quiero hablar de algo medio absurdo, que es una película hecha para la televisión un poco mediocre, que sin embargo recuerdo que me produjo una impresión cuando chico. Eso sí es biográfico.
- ¿Te gustaría seguir explorando esa faceta literaria escribiendo en otros formatos, como una novela, por ejemplo?
No. O sea, quiero seguir escribiendo poesía porque realmente siento que es un medio donde me sentí bien cómodo y que me permitía llegar a unos espacios que la música no me permitía. La música es súper estricta -o la música popular, quiero decir- todas las canciones suenan distinto, pero el 99% de las canciones tienen la misma estructura y tienen, no sé, 20 segundos de diferencia solamente. Es como así de riguroso y la poesía es lo opuesto de eso. Lo que sí me interesa más narrativo es seguir escribiendo cosas para cine, guiones y hacer más cine.
- Estamos próximos a conmemorar cinco años del estallido social. En ese tiempo hiciste una canción llamada Paco vampiro. ¿Cómo recuerdas ese periodo?
- Lo encuentro decepcionante en el sentido que las demandas del estallido son demandas que están intactas, que eran muy válidas y que se acumularon durante muchísimo tiempo. Partiendo por la demanda más básica que es recuperar el derecho nacional a la autodeterminación, que se nos fue quitada en la dictadura, y tener una constitución hecha por nosotros, que nos represente y que se parezca a lo que queremos como país. Eso era como la demanda más básica. Luego de eso se desprendían un montón de otras cosas de salud, de educación, todo ese tipo de cosas. Entonces no haber logrado eso y que se haya caído, primero en un reformismo, y ahora en un clima medio contrarrevolucionario súper conservador se me hace triste, porque las demandas y el sufrimiento de no cambiar esas demandas va a seguir por un buen tiempo.
- Quique Neira dijo sentirse “utilizado” por el estallido social. ¿Sientes algo similar?
- Siento medio vieja escuela mi referencia, pero quedo medio plop al oír eso, porque nadie estaba utilizando a nadie. Era un movimiento social súper amplio, no se trataba sobre los músicos. O sea, quien quería participar participaba, según yo.
- Mencionaste que leías poesía, ¿qué autores te gustan?
- Me gusta leer muchas cosas distintas. La poesía es medio como la comida en el sentido que te gusta lo que te gusta y es rico como explorar distintas cosas. Me gusta mucho la poesía latinoamericana, obviamente, porque la poesía se trata mucho sobre el idioma y las traducciones por ahí como que se pierden mucho. Un poeta que me influyó mucho es el gran poeta brasilero del siglo XX, Carlos Drummond de Andrade que no se conoce tanto en español porque, de nuevo, la poesía es más sobre el propio idioma, pero como mi papá es brasilero y yo hablo portugués pude leer eso como desde chico. En Chile probablemente lo que más he leído y lo que más me gusta como poeta es Violeta Parra, que también tiene un pie en la música obviamente pero también encuentro que su obra poética es súper importante o sea es mi preferida de toda nuestra gran historia de poetas.
- ¿Y cómo te llevas con los nombres más canónicos? Y no solo Neruda, también Gabriela Mistral, Enrique Lihn, Pablo De Rokha, Gonzalo Millán, Jorge Teillier, etc.
- Me gustan. A pesar de estar canceladísimo, Neruda igual escribió Residencia en la tierra y eso tiene un valor literario, poético. La verdad es que me encanta ese cliché del “Chile país de poetas”, medio que me lo compro porque quiero creer en eso, porque encuentro lindo venir de un lugar que tiene tradición de hacer algo que no sirve de nada, pero que es como un ejercicio muy bonito. Escribir poesía es poético como acto en el sentido que no sabemos para qué. Todos pensamos algo distinto al respecto pero claramente no es algo que haga ningún daño, o sea como arte se me hace muy inocente y muy enfocado a conectar con los sentimientos de nuestra idiosincrasia más introspectiva chilena, y yo me siento muy parte de eso porque somos más apagaditos que el resto de Sudamérica. Es bacán que seamos proclives a ese mundo interior lleno de riqueza.
- ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
- Unas vacaciones son mi proyecto más urgente (ríe). Pero lo que más tengo ganas de hacer es retomar proyectos de cine que tengo un poco en pausa o bastante en pausa, y tengo muchas muchas ganas de volver a eso.