Fue en el mismo Estadio Santa Laura que los británicos Deep Purple hicieron en el año 1997 un debut en Chile a la altura de la misma gesta que estampa su épica Smoke on the Water, con la accidentada caída de una torre de sonido sobre el público.
Ian Gillan (79) unas de las voces más enérgicas del rock -escogido por Andrew Lloyd Webber para la versión original de la ópera rock Jesus Christ Superstar- y cuya sola mención de inmediato trae al recuerdo los alaridos desgarrados de la clásica Child in time del álbum In rock (1970), entró precisamente en aquella placa a cimentar la que hoy se conoce como la formación clave del quinteto: Ritchie Blackmore (guitarra), Jon Lord (teclados), Ian Paice (batería), Roger Glover (bajo) y Gillan en voz. Juntos registraron también el enérgico Fireball (1971), el definitivo Machine head (1972), el imbatible en vivo Made in Japan (1972) y Why do we think we are (1973).
Si bien Gillan se alejó de la banda en múltiples ocasiones posteriormente a su estadía en la fase imperial -con la vorágine de las presentaciones en vivo como causa principal de su hastío- finalmente retornó a la misma en 1993 y ha seguido inamovible desde entonces. El álbum número 23 de Deep Purple, editado hace un mes atrás, y titulado =1 es, para el vocalista, una reafirmación del presente.
“Nunca recuerdo el pasado cuando estoy en el escenario, cada ocasión es especial, es algo en sí mismo, yo estoy inmerso en la música. Cuando comencé, cuando joven, lo único que quería era estar en una banda y para mí se resume en dos cosas; en la alegría de estar en una banda de músicos fantásticos y vivir por ese momento, cien por ciento en el momento. Cada noche es especial y no tengo tiempo para pensar en el pasado, menos estando en el escenario pues cada evento es diferente, cada momento en particular en el tiempo lo es. No pienso en nada más”, explica a Culto al teléfono desde un hotel en Texas, en medio de la gira norteamericana.
“Todo tiene que ver con los fans y la música. No hay ataduras cuando se trata de Deep Purple. La banda es lo que es y creo que los fans tuvieron una respuesta tremenda en Chile la última vez (en el festival Masters of Rock 2023, en el mismo Santa Laura). Fue fantástico. Para ser honesto, no es algo que pueda describir, simplemente es hermoso”.
Un monumento
Si, tal como en una escena a lo Alta fidelidad fuese necesario elegir cinco discos que definieron los pilares del hard rock y su evolución, dos de ellos serían inexcusablemente In rock y Machine head de Deep Purple. Colosales y épicos, pero a la vez directos y bombásticos, son obras que aún a la distancia de los años se vislumbran como monumentos esculpidos en roca. Desde el ojo mismo del huracán, la percepción puede ser distinta.
“Es una pregunta difícil”, acota Gillan al intentar seleccionar su favorito del canon. “Tal vez sea In rock. Ese junto a Fireball eran mis preferidos, porque ambos estaban abriendo terreno. Eran hitos importantes en establecer el ethos de la banda. Son especiales para mí por esa razón. Era un tiempo hermoso y siento que, desde entonces, hemos completado un círculo”.
-Junto a ustedes, Led Zeppelin y Black Sabbath forman la tríada fundamental para entender la evolución lógica del hard rock al metal.
Lo creo totalmente. Aunque para el metal habría que darle todo el crédito a Black Sabbath porque ellos fueron los que, con las estructuras, acordes y el sonido de Tony Iommi fueron la base de incluso lo que surgió en Seattle (grunge) muchos años después. Led Zeppelin tenía su base en el blues indudablemente y Deep Purple éramos hard rock. Lo que ocurre con Deep Purple es que es muy diferente por el bagaje de sus músicos: habíamos incorporado en nuestro estilo de música lo que eran las composiciones orquestales -de la mano de Jon Lord-, el blues, el jazz, el swing y las big bands -Ian Paice era fan de Gene Krupa-, Ritchie era sesionista y era capaz de tocar cualquier estilo en el estudio, y Roger Glover venía del folk y lo incorporamos; para mí lo que me movía era el soul y el rock and roll. Así que el rango de estilos en nuestros primeros años era amplio y cada uno tenía su propia voz. Luego, de forma colectiva, tuvimos un legado. ¡Incluso había sentido del humor en Deep Purple aparte de la música y las texturas y las dinámicas!
-Además las personalidades de ustedes cinco eran muy diferentes
Y todas eran vitales. La química humana es muy compleja. Si tomas cualquier grupo de gente y observas la dinámica y las interacciones, es algo verdaderamente mágico. Ian Paice y Roger Glover eran muy importantes. Ritchie (Blackmore) era extravagante y Jon llevaba consigo otros aspectos de la vida (risas) pero es igual que analizar un equipo de fútbol. Cuando los jugadores son los correctos, si quitas a uno de ellos, el estilo se modifica y todo cambia.
Cabezas de máquina
La alineación actual de Deep Purple, que incluye al guitarrista Simon McBride, se apronta a visitar nuestro país con el flamante álbum =1 recién publicado. Es la quinta placa producida junto al eminente Bob Ezrin y su enigmático título hace referencia a la defensa de la humanidad versus la burocracia y la complejidad de la modernidad, representada como la esencia de la simpleza en una ecuación ídem. “Me vi de pronto intentando infructuosamente demostrarle a un sitio web que yo no era un robot, y me cabreé”, ríe Gillan. El tono inmediato permea las composiciones, y el arte de la placa es un espejo del mismo concepto.
“Decidimos hacer un disco porque tenemos un nuevo guitarrista que es Simon McBride, que es un genio y, como hay tanta energía en la banda ahora, era el momento. Fuimos a Alemania y comenzamos a componer canciones. Nos tomó poco tiempo porque estamos con harta inspiración y hay muchas ideas. Simon es muy directo para escribir y me parece que fue muy fácil usar este material para contar historias, para hacer letras más narrativas, muy similar en su construcción a, precisamente, Smoke on the Water, como lo hacíamos antaño”, asegura el intérprete.
Después continúa: “Este disco es muy compatible con lo que hicimos en los setentas ya que su estilo es similar aunque es extremadamente moderno. Tiene el mismo tipo de andamiaje y ha funcionado extremadamente bien en vivo. Colamos cinco de estas nuevas canciones en el show, y eso es algo que no habíamos hecho nunca antes. Es simplemente sorprendente y la reacción del público es increíble. Simon no es un guitarrista angular, es directo, y las construcciones son fantásticas, es una plataforma simple que hace mejor contar historias. Hace mucho lo aprendí: una base más simple es grandiosa, es mejor que el virtuosismo. Estoy emocionado con Simon y siento que estamos en una nueva era. La banda está explosiva. No he visto nada así desde 1969″
Cuando Gillan habla de completar un círculo con la configuración actual de Deep Purple, se refiere a retornar a la cualidad narrativa de la quintaesencial Smoke on the water. Con su riff moldeado por Ritchie Blackmore en una inversión de la famosa progresión de acordes que abre la Sinfonía número 5 de Beethoven, es una pieza que, cual cantar de gesta heroica, conserva en ámbar un hecho verídico. Se trata, además, de una epopeya dentro de otra: en su letra, escrita por Gillan, se narra la génesis de la misma canción y del disco que la incluye: Machine head (1972)
“Estábamos en Montreal, en Suiza, y se supone que íbamos a grabar ahí el disco Machine head. Era un resort de verano, era noviembre y Franz Zappa con los Mothers estaban tocando. El plan era que después del show íbamos a ponernos a grabar, pero a mitad del mismo un tipo pasa por encima de mi hombro y dispara una bengala. Todo el edificio era de madera y se incendió entero. Nadie murió pero todo fue muy dramático, con las montañas y el humo reflejado en el lago Ginebra. Tuvimos que irnos al Grand Hotel y usar el estudio móvil de los Rolling Stones. Cuando terminamos, nos faltaban todavía siete minutos para completar el disco y no teníamos más tiempo, así que usamos el soundcheck para armar esta canción a la cual no le teníamos letra; y se nos ocurrió contar esta historia, que es algo biográfico, porque habla de cómo se hizo el disco del cual Smoke on the Water es parte. Todo en ella es cierto. Es dramática y muy épica”.
Medio siglo después de aquello, las historias quedan y las perspectivas cambian. Todo se simplifica. “Alguna vez nos describieron como hard rock pero, a medida que uno se hace viejo, uno evoluciona y se convierte en algo diferente. Deep Purple ya no responde a una etiqueta. Ahora se ha establecido simplemente como Deep Purple y nos identificamos con eso. Al menos esa es mi opinión”.
El reencuentro con Deep Purple es este 17 de septiembre a las 19 horas en Estadio Santa Laura, junto a Journey. Entradas a la venta en PuntoTicket.