Quentin Tarantino saboreaba la victoria. Perros de la calle (1992), su primer largometraje, se había convertido en un fenómeno de taquilla y crítica, la clase de coronación que catapulta a su director y protagonistas a lo más alto de Hollywood. Tras presentarse con éxito en la industria, todos las miradas seguían con atención sus siguientes pasos.
Sin embargo, le costó trabajo hallar una compañía que respaldara su nuevo proyecto. TriStar tuvo el guión en sus manos, pero lo descartó. Roger Avary, responsable de crear la historia de Pulp fiction (1994) junto a Tarantino, afirmó que al estudio le pareció “demasiado larga, violenta e imposible de filmar”.
La idea recién arrancó cuando llegó a las manos de Miramax Films, compañía que Disney había adquirido recientemente con el fin de tener presencia en el cine independiente. Harvey Weinsten, fundador de la empresa junto a su hermano Bob, puso en práctica su plena autonomía y ordenó cerrar el trato.
Tarantino tomó algunos resguardos. Demostrando que ya era un tipo de ideas claras (mucho antes de declarar que sólo haría diez películas y luego se retiraría), le presentó una serie de requisitos al productor. Esa condiciones consistían en tener la palabra final en torno al montaje final, la duración (dos horas y media) y la elección de los actores.
Ese fue el primer motivo de fricción entre el realizador y los ejecutivos. Harvey Weinstein desaprobaba que John Travolta fuera escogido para interpretar a Vincent Vega, el sicario de la trama y cómplice de Jules Winnfield (Samuel L. Jackson). ¿Motivos? Probablemente que su nombre venía a la baja. Pero Tarantino estaba plenamente convencido de su elección, basado en la admiración que sentía por la estrella y por las sensaciones que le dejó un encuentro que habían compartido hace poco.
El director arregló una cita con Travolta para plantearle su interés en contar con él en un futuro proyecto. “Eres su actor favorito y quiere hacer algo contigo”, le dijo un agente al actor. Se presentó en la puerta de la casa del cineasta, un departamento ubicado en West Hollywood, y a su llegada se sorprendió al advertir que el lugar le resultaba sospechosamente familiar: había vivido allí durante su juventud.
Según contó Travolta en abril pasado, estuvieron juntos casi un día completo. Le pareció una persona “adorable” y aceptó cumplir su sueño: jugar con él los juegos de mesa basados en sus producciones más recordadas, entre ellas Fiebre de sábado por la noche (1977), Grease (1978) y la sitcom Welcome back, Kotter. También accedió a realizar la icónica pose de Tony Manero en Fiebre de sábado por la noche.
En el marco de la complicidad que se generó, el actor le preguntó sobre sus finanzas. “Ahora eres un artista en ascenso. Tienes que tener algunas reservas”, sugirió, para luego revisar sus cuentas. “Me sentí un poco mejor después de eso”, aseguró.
El cineasta le habló sobre Del crepúsculo al amanecer (que terminó siendo dirigida por Robert Rodriguez) y Pulp fiction. Se restó de la primera, por lo que el diálogo se concentró en la segunda. Una semana después recibió la oferta para encarnar a Vincent Vega, un papel para el que el realizador había considerado originalmente a Michael Madsen.
Travolta tenía algunas dudas sobre dar vida a un adicto a la heroína y se dio un tiempo para conversarlo con su círculo más estrecho, incluyendo su esposa, la actriz Kelly Preston. Una vez que aceptó, interrogó a Tarantino sobre las razones que lo impulsaron a seleccionarlo. “Fuiste quien me ayudó con mis finanzas. Tenías ese punto de vista analítico, teórico y filosófico que necesito para este personaje”, le habría respondido.
Harvey Weinstein presionó para que ese papel recayera en Daniel Day-Lewis, quien ya tenía su primer Oscar y venía de actuar bajo las órdenes de Michael Mann y Martin Scorsese. Otras de sus cartas eran Sean Penn y William Hurt. Sin embargo, Tarantino se mantuvo firme, amenazando incluso con desechar el acuerdo con Miramax. Bruce Willis, quien también había mostrado interés en asumir el rol de Vincent, se quedó con Butch.
Según detalló un artículo publicado por Vanity Fair, la reacción del productor fue elocuente. A los 20 minutos de película se giró y bromeó: “Me alegra tanto haber tenido la idea de elegir a John Travolta”.
Tras estrenar la comedia Mira quién habla (1989) –y sus dos secuelas–, Travolta revitalizó su carrera con Pulp fiction, que le reportó elogios y nominaciones a los Oscar y Globos de Oro. A los 40 años pudo iniciar un nuevo capítulo en Hollywood. Con un poco de ayuda de su mayor fan.