La escritora argentina Mariana Enríquez ha demostrado a través de sus publicaciones que se mueve de manera cómoda entre distintos géneros: la novela, los cuentos y el ensayo son los principales; este último, por supuesto, tiene relación con su formación original como periodista. Y desde mediados del año pasado sumó un nuevo formato: el teatro.

No traigan flores es una performance que incluye lectura de textos, visuales creadas con la técnica del Sand Art por Alejandro Bustos, el acompañamiento musical del contrabajo de Horacio “Mono” Hurtado y dos espacios escenográficos que simulaban decorosas salas de estar. Se presentó por primera vez en Chile, con una función única, el pasado miércoles 4 de septiembre en el Teatro Nescafé de las Artes, en un evento que agotó la totalidad de las entradas.

El terror ahora en performance

Mariana Enríquez tiene una llamativa cercanía con su público, quienes a través de sus más de diez libros publicados, han podido acercarse un poco a sus posturas, gustos e intereses. Los eventos en los que se puede interactuar con ella, o simplemente escucharla hablar, resultan relevantes para comprender en profundidad el fenómeno que causa la denominada “Reina del terror latinoamericano”.

No traigan flores - @ERICKVALERO.CP

En ese sentido, el terror es su género maestro. Los fantasmas, las apariciones paranormales, la reinvención de mitos urbanos, los cementerios y las críticas políticas sociales desde la ficción son su atractivo. Y es precisamente eso lo que guía esta performance que comienza a tener alcance internacional.

En un show de dos horas de duración, que incluyó incluso un intermedio con cambio de vestuario, la autora lee seis escritos que logran una recopilación completa de su trayectoria. Esto a la par que mezcla tres áreas artísticas: la literatura, la música y las imágenes.

“Creo que la literatura, como cualquier otro arte: el cine, el teatro, lo que sea, puede tomar de otras disciplinas para hacer una nueva experiencia. Y la idea (con este show) es esa, que sea una experiencia de literatura, pero no solo de eso”, comentó Enríquez a Culto posterior al show.

No traigan flores

Partiendo a las 20.10, el acompañamiento musical y artístico con arena inauguraron el espacio con un cartel con el nombre de la obra creado en vivo y proyectado en la gran pantalla del teatro. Esto dio paso a la escritora de Las cosas que perdimos en el fuego, que subió al escenario con un vestido floreado en tonos pálidos e inmediatamente hizo referencia al título de la presentación. “Traigo todas las flores puestas así que por eso les digo: No traigan flores”.

Sin tener un monólogo muy preciso, la autora saludó al emocionado público entre aplausos. Esta cercanía mencionada aparece de manera clara una vez que comienza la interacción. A pesar de estar hablando temas oscuros, que muchas veces tienen que ver con la muerte o situaciones bastante desafortunadas, la audiencia ríe constantemente. Se crea entonces una difusa línea que no permite identificar si el espectáculo se compone de una simple lectura dramatizada, una performance que permite interrupciones para contar anécdotas o incluso una especie de rutina cómica sobre temas fantasmagóricos.

Alejandro Morales y Horacio "Mono" Hurtado - @ERICKVALERO.CP

La no ficción: la ouija y el aborto

La casa y los espíritus, texto publicado en 2012 en la revista El Guardián de Argentina, fue el elegido para romper el hielo. La lectura a viva voz, en conjunto con ciertas confidencias y anécdotas que la autora compartía, formaron rápidamente una atmósfera de entendimiento mutuo. El público estaba dispuesto a escuchar historias paranormales que, por supuesto, se mezclan con la vida cotidiana de la persona en la tarima.

La ouija, o el Juego de la Copa, como se le conoce en Argentina, es el tema principal de este primer escrito. “Siempre quise ver fantasmas, pero nunca he visto uno”, comentó Enríquez al inicio; es así que introduce esta historia en la que también lamenta la desaparición de muchas revistas en las que ha publicado a través de los años –cosa que sucedió con El Guardián–.

Sin realizar spoilers, la autora cierra diciendo que su interés y obsesión por el “tablero maldito” en décadas anteriores se podía catalogar como una obsesión, y que a raíz de un evento traumático narrado en la misma oportunidad, decidió no acercarse a uno nunca más. Según lo que expuso, lo ha cumplido.

Continuando con la performance y sin dejar de lado los temas interesantes, el segundo texto de la jornada fue uno publicado en la también extinta revista La mujer de mi vida. Fue escrito mientras se debatía por primera vez el aborto legal en el país trasandino el aborto legal –proyecto que fue aprobado en diciembre de 2020–, y el tema principal es el profundo deseo de Enríquez, de entonces 40 años, de no ser madre.

Es una postura que mantiene hasta el día de hoy y fue enfática en decir que no siente ningún arrepentimiento al respecto. Con una posición que sustenta la idea de que si las mujeres tienen poder de decisión sobre sus cuerpos en caso de embarazo, también tienen derecho a no ser juzgadas por no querer ser madres en absoluto.

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A través de anécdotas y análisis personales, la escritora presenta un texto que mantiene su vigencia, a más de diez años de su origen, en forma de columna. Es un discurso que se repite en la actualidad, en la que las mujeres muchas veces cargan con la imposición social de ser madres solamente por la posibilidad biológica que ofrece el cuerpo femenino. “Lo escribí hace mucho, pero creo que siempre es importante recordarlo”, dijo sobre el escenario.

Ambos textos de este segmento se encuentran en la recopilación El otro lado, publicada en Chile por Ediciones UDP, en una edición a cargo de Leila Guerriero.

Los cementerios

Continuando con la no ficción, y tras un intermedio que se aprovechó para mostrar en la pantalla algunos Fan Arts de las historias terroríficas de Enríquez –con personajes reconocibles como la mujer del subte, el chico sucio, la bebé Adela, entre otros–, Enríquez continuó con la publicación de 2013 Alguien camina sobre tu tumba, un libro de crónicas en las que narra sus visitas a cementerios de distintas partes del mundo. Para la Furia del Libro del año pasado, la Editorial Montacerdos publicó una edición aumentada que incluye la visita a un cementerio chileno: el Cementerio Municipal Sara Braun de Punta Arenas.

Ahora con un vestido color negro que ella misma catalogó como una tenida fúnebre, acorde a la temática, comenzó con la lectura de la crónica llamada El cementerio más hermoso del mundo. En esta, la autora reconstruye algunas postales del lugar, en el que destaca una llamativa vegetación, acompañada de las inclemencias del clima en el extremo sur del país. Este relato se nutre también de algunos hechos históricos relacionados a fallecidos que descansan en ese campo: desde momias de familias importantes hasta la supuesta anécdota de un esposo que cada año iba a cepillar el cabello de su fallecida esposa.

Posterior al show, la autora comentó a Culto sobre la lectura de esa crónica en territorio chileno: “Estaba esperando que alguien me dijera: “¡No! ¡Te equivocas! pero nadie me dijo nada. Fue una gran experiencia”.

En esta misma sección, se traslada de continente para leer la crónica Un hueso de los inocentes, que habla de su visita a las Catacumbas y al cementerio de Montparnasse, de París, en 2006. Son muchas las películas y productos literarios que representan estos túneles subterráneos repletos de huesos antiquísimos, y es así que se crea un aura de misterio y tentación frente a lo que es considerado hace décadas como uno de los espacios turísticos más llamativos en Francia. Enríquez no fue una excepción, y a través de una anécdota que se sumerge en lo delictual, narra una historia que incluye a un turista italiano desmayado y un robo que nunca fue descubierto.

Póster de No traigan flores

La ficción

La más reciente publicación de la autora de terror es el libro de cuentos Un lugar soleado para gente sombría. Son doce relatos que de acuerdo a la sinopsis, hablan “sobre el mal que acecha y la presencia de lo monstruoso”. En esta oportunidad, desde el escenario leyó Ojos negros, el último de la compilación.

Gran parte del éxito literario de Mariana Enríquez se debe a sus obras de ficción. Durante el confinamiento de la pandemia aumentaron notoriamente sus lectores, en específico con Nuestra parte de noche, novela publicada por Anagrama que ganó el Premio Herralde en 2019.

Esta cuarta novela tiene como protagonistas a Juan y su hijo Gaspar, quienes en 1981 tienen que escapar de un tormentoso destino en medio de la dictadura militar que afectó a Argentina. La portada tiene una parte de la obra El ángel caído del pintor Cabanel; según la historia, en el Apocalipsis de San Juan hay una batalla en los cielos, de ahí cae este ángel que es condenado a vivir en la tierra. Algo que metafóricamente puede interpretarse similar al relato de Enríquez.

Tiene sentido entonces que la experiencia teatral de No traigan flores cierre con un extracto del amplio escrito. Lo que sacó aplausos incluso de pie por parte del público, pero que en el conjunto de la presentación no terminan de calzar en su totalidad.

La cercanía que se mezcla con el humor espontáneo eran claves en la puesta en escena. Fueron comunes las risas tras la lectura de un par de líneas y las acotaciones de la escritora en vivo. Sin embargo, en ambas lecturas de ficción eso no ocurrió, y en muchos casos se apreciaba la falta de concentración por parte de los espectadores; la que se volvía difícil de sostener por más de 10 minutos de lectura continua, con textos que destacan por una pluma prolífica pero que también se conocen por ser profundos y complejos. Quizás no fueron las mejores elecciones entre el aplaudido repertorio de no ficción, que parece haber conectado bien.

A pesar de lo anterior, la reacción de Enríquez fue positiva: “Se divirtieron. Sentí muy buena vibración y la pasé muy bien”, dijo al medio.

El arte multidisciplinario en No traigan flores

Desde el primer momento destacó la presencia de Horacio “Mono” Hurtado en el contrabajo y de Alejandro Bustos con la técnica del Sand Art o arte sobre arena. La música creaba una atmósfera a ratos tétrica que acompañaba las subidas y bajadas de las temáticas de los textos. Por otro lado, Morales creaba imágenes en movimiento con arena sobre un tablero de acrílico, que funciona a contraluz para proyectar los resultados en tiempo real en el fondo del escenario; sin duda un complemento único y destacable.

“Voy tirando arena con mis manos y me ayudo con algunos cepillos para retirar la arena y volver a agregarle. La técnica tiene la particularidad de que uno puede ir transformando el dibujo y darle movimiento. Eso hace que un personaje pueda estar con los ojos cerrados y los abra. La arena permite que mi obra esté en constante transformación”, comentó Morales a Culto.

Sobre la planificación de las creaciones artísticas, dice tener siempre un esquema previo, pero que todo cambia en cada presentación: “Me dejo el margen para improvisar normalmente. Con el público y la voz de Mariana a veces suceden cosas que no tenía previstas”.

Arte de Alejandro Morales en No traigan flores - @ERICKVALERO.CP

Con la presentación de No traigan flores en Chile se inicia un recorrido internacional con la experiencia teatral que comenzó con una gira por distintas ciudades de Argentina; siempre con notorio éxito de venta de entradas. La próxima fecha agendada será el 4 de noviembre en el Teatro El Galpón de Montevideo, Uruguay.

Respecto a los meses venideros, Enríquez tiene su objetivo claro: “Ahora me tengo que dedicar a escribir, cosa que voy a hacer, pero pronto volveré supongo. Vamos a ver”, cerró.

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