*Francisco Victoria - La Necesidad

Francisco Victoria (28) abraza las guitarras para este tercer álbum sumergiéndose en los 80 y ramificaciones como el britpop, cuando el instrumento tuvo un auge espectacular cristalizando texturas, suavizando el rugido del hard rock y el punk de la década anterior; un vehículo renovado para crear música más evocativa y sugerente, dinámica y ligera. La Necesidad reacciona en torno al amor intenso y la desilusión -cierto tedio-, motivos recurrentes en la obra de este artista nacido en Victoria, que no la tuvo fácil como “queer en un pueblito pequeño”.

Radicado en México y desdoblado como productor y compositor de Princesa Alba, Francisco Victoria persiste en otros detalles que se agradecen, como seleccionar nuevamente solo ocho títulos -la extensión de un tradicional vinilo-, una medida exacta, con cada canción justificando plenamente su presencia. A pesar del anclaje en los 80, Tuyo se desvía a días previos mediante una guitarra con los ecos de George Harrison, como Te quiero tanto se mimetiza con Agua de Miranda! En Necesito pensar que no hay nadie más -uno de los mejores pasajes del álbum- sobrevuela al Cerati solista, para luego citar a Charly García en Hablando a tu corazón. Francisco Victoria confirma credenciales como profesional del pop de alta confección y rendimiento al alza.

*Pedropiedra - Tótem

El single más contingente de la semana y probablemente uno de los sencillos de mejor sincronía en la historia del pop chileno, lo trae Pedropiedra en este álbum. La canción titulada Acero chino, coescrita con Álvaro Díaz de 31 Minutos, coincide con el cierre de Huachipato esta semana. “Hornos que se apagan, con tu amor de acero chino”, canta en el estribillo, en compañía de los hermanos Durán de Los Bunkers. Así, las letras de este sexto trabajo figuran entre lo mejor que ha escrito Pedropiedra, con un nivel de sinceridad y filo que recuerda a Jorge González, su referente artístico más notorio. “A veces yo también me cuido de opinar -canta en Las hojas caen-, y ya no quiero lamer bolas por no quedar mal”.

En Para siempre joven lo acompaña Aldo Asenjo, el Macha, en una fusión de sonidos latinos y sabrosura que viajan por distintas décadas. Escaleras arranca en el trip hop de los 90 con espirales de piano y voces en collage, para luego bifurcarse hacia una danza tribal entrelazada con electrónica, todo hilvanado con ingenio y fluidez. La canción homónima refleja cómo Pedropiedra puede combinar diversas hebras que van desde el indie rock, los detalles andinos, un fraseo mixtura de punk y rap, para anudar con pop. Tótem refleja los matices y personalidades del músico chileno, desde el artista que nunca deja de ser niño, hasta el adulto chato y carreteado. Su mejor momento de elocuencia musical y lírica.

*Bleachers - A Stranger desired

Jack Antonoff (40) revisita el debut de Bleachers publicado hace una década cuando la banda era, en rigor, un proyecto solista del que nadie sabía en tanto integraba a los neoyorquinos Fun. A Stranger desired configura bajo un nuevo orden el cuerpo y desarrollo de Strange desire, el álbum que instaló un imaginario donde su vida se refleja como la de un adolescente desadaptado en una comedia ochentera de John Hughes, donde todo el mundo es blanco. Antonoff, que además cuenta con créditos en la discografía de Lorde, Taylor Swift, St. Vincent y Lana Del Rey como productor y compositor, desviste las canciones, en su mayoría, hasta llegar a la guitarra acústica con suaves acompañamientos. Toda la energía, la frustración y la efervescencia de 2014 se reconvierte en un tono confesional, sin que semeje a una versión desenchufada del original.

Singles como Rollercoaster ahora parecen canción de The National, en un enlace que tiene sentido considerando que el guitarrista Aaron Dessner también ha hecho equipo con Taylor Swift. El principal sencillo I wanna get better, que en su primer empaque era una descarga de pop rock con ambición de estadio y fuegos artificiales, ahora oscila entre el lamento y la esperanza. Esta relectura del debut de Bleachers recuerda la espléndida versión de 1989 de Taylor Swift emprendida por Ryan Adams, llegando al corazón del material.