Para el cambio de milenio Los Tres tenían los días contados. El grupo de Álvaro Henríquez había decidido frenar el tranco y despedirse con una gira atada a un disco en vivo (el elocuente Freno de mano) y una biografía por encargo.
“Era un momento trascendente, muy estimulante y a la vez de despedida, de cierta perplejidad para los seguidores, pero también de euforia”, dice desde Buenos Aires la periodista argentina Vera Land. “Porque la banda no se desvanecía en el aire. Había un plan de despedida muy divertido, con giras, disco en vivo, documentales y nuestro libro”.
Ese texto se llamó Los Tres, la última canción: rock & roll y jazz guachaca (1987-2000), fue co-escrito por el fallecido Enrique Symns, y se volvió una especie de mito, al menos por un par de décadas, como un libro descatalogado y escaso.
“Circuló casi nada. Muy pocos tienen ejemplares del libro, y nunca más lo vi ni siquiera entre los usados”, recuerda el poeta y librero Sergio Parra, que abrió la librería Metales Pesados unos meses antes de la primera edición. “Parece que Los Tres, no sé si habrán puesto una demanda, pero a Enrique Symns le querían poner una patada en el culo”.
Traje desastre
El germen de La última canción se remonta a los años del disco La espada y la pared. En 1995 Symns y Land habían respondido al encargo de un libro sobre Fito Páez. “Eso le gustó al Álvaro, pero hay que mirarlo en el contexto de la crisis moral chilena”, dice el poeta y editor Matías Rivas, que coincidió con el escritor argentino en el suplemento cultural Diagonal. “Fue una época donde hubo mucha censura (La última tentación de Cristo, los spots para que la gente se cuidara del sida), la iglesia tenía mucho poder y ciertos personajes trataron de hacer una especie de movida española”.
“Yo era amigo de Enrique Symns —evoca Sergio Parra—. Lo conocí cuando llegó por primera vez en los años ochenta. Vivíamos en Recoleta, cuando todavía estaba haciendo la revista under Cerdos & Peces. Íbamos a Matucana 100 a bailar con Lemebel”.
“Siempre me atrajo la faceta de la prosa poética de Symns, la épica”, recuerda Vera Land (cuyo verdadero nombre es Andrea Álvarez). “Él exaltaba lo salvaje, lo primitivo, buscaba una verdad fuera de las ciudades, fuera de la cultura capitalista, el barco de velas rojas que se pierde en el horizonte, esos tópicos tan de él”.
“Fue en su segunda o tercera venida cuando Symns conoció a Pato Fernández en 1998 —propone Sergio Parra—. Ahí empezó a meterse en ese mundo de Los Tres, el Liguria y la farándula del periodo de Lagos”.
Vera Land cuenta que la propuesta del libro vino a través de Symns. “Me habló de un contrato con Aguilar. Tras la biografía de Fito Páez en 1995, estaba claro que iban a surgir otros libros de rock. Mi contacto con Los Tres fue al iniciar la investigación, pura buena onda, me abrieron todas las puertas y me pasaron todos los contactos de gente cercana a ellos. Había entusiasmo y confianza en nosotros. Estaban disponibles para lo que necesitáramos”.
La idea del libro era hacer un repaso proverbial por la historia del grupo y muchas de las figuras que los acompañaron antes de su primer “receso indefinido”.
“Tengo un recuerdo de estar en un teatro en Santiago, en un momento anterior o posterior a una prueba de sonido, Álvaro se acercó, alguien nos presentó y nos dimos la mano”, detalla Vera Land. “Los dos tuvimos el impulso de extender la mano, no de darnos un beso. Esa noche disfruté del vivo de Los Tres por primera vez. Me gustó mucho el show. Creo que cerraron con los Makiza cantando Somos tontos, no pesados. A Pancho creo que lo conocí primero por teléfono y después lo fui a visitar para coordinar detalles”.
Los Tres eran treintañeros al momento de las entrevistas para el libro y nítidos exponentes de una generación que produjo cambios musicales y artísticos que todavía perduran.
Vera Land cuenta que el anuncio de la disolución de la banda, les daba la posibilidad “de contar la historia completa, de abarcar toda la línea de tiempo”.
Asuntos como que son chilenos, que se formaron en 1987 en un colegio francés, que son penquistas, que exploraron al alero del rock zonas como la Nueva Ola y la Nueva Canción Chilena, que su formación original incluye a Titae Lindl, Álvaro Henríquez, Pancho Molina y Ángel Parra, que pasaron de Alerce al sello Sony Music en 1993, que Álvaro se pintó el pelo rojo como Cobain, que sentaron a la misma mesa a Buddy Richard con los Beatles y The Smiths, que fueron escogidos por MTV para grabar un Unplugged en 1996 y pusieron de moda la cueca chora de Roberto Parra; que probaron suerte en México con los álbumes Fome y después La sangre en el cuerpo, hasta que anunciaron su separación el día 4 de abril del 2000. Todas esas cosas se saben de Los Tres. Estas otras —que sacó a la luz el libro— se sabían un poco menos: que, por un encuentro casual con el músico mentor de su padre, Titae se fue a estudiar contrabajo al Mozarteum de Austria; que, en una habitación contigua a la de Ángel, Álvaro compuso el disco debut de Javiera Parra, su novia en esa época; que, pese a la destreza musical, Pancho y Ángel fueron excluidos en las composiciones del grupo; que tuvieron problemas con la cocaína; que los líos de falda los distanciaron; que, mientras giraban por Norteamérica los desacuerdos acabaron con la interna del grupo porque lo que querían, realmente, era hacer música delicada con versos precisos y bellas armonías, pero nunca pudieron hacer cuajar sus verdaderas ambiciones individuales.
“Creo que en Argentina conocemos muy poco de músicas de otros países de Latinoamérica”, dice a La Tercera el editor Leandro Donozo, a cargo de la nueva edición del libro vía el sello trasandino Gourmet Musical. “El rock chileno ha sido muy poco escuchado de este lado de la Cordillera y yo mismo me he servido de este libro para poder escuchar completos los discos de Los Tres a quienes conocía muy fragmentariamente por su hit Déjate caer y escuchas parciales del Unplugged”.
Según Donozo, la posibilidad de imprimirlo simultáneamente en Argentina y Chile, “nos permite dar a conocer la música, la trayectoria y la originalidad de una de las bandas más importantes de Chile y la región y ubicarla y pensarla en el contexto de otros temas y músicas”.
No hables tanto
“En esa época la movida era el Liguria —recuerda Matías Rivas—. El local de Manuel Montt era donde había que ir. Veías gente heterodoxa, pero era un mundo donde todavía operaba el miedo y Symns no tenía miedo. Eso era muy perturbador porque contar que Los Tres jalaban les podía costar, por ejemplo, no ir al Festival de Viña”.
Precisamente, los autores pusieron el acento del relato en los líos amorosos e íntimos de Los Tres, por sobre su impronta musical. “Disgustado con el giro temático del libro Álvaro tomó distancia de nosotros, se cerró, se alejó”, cuenta la autora Vera Land en el nuevo prólogo del libro. “Pienso que él estaba en las antípodas de utilizar la biografía como herramienta para exponer a su exnovia. Ya en las notas de años anteriores existen declaraciones de Álvaro cuestionando a la prensa por no ocuparse de la crítica musical y dedicarle ríos de tinta a los chismes, cuestiones de alcoba y murmuraciones incomprobables”.
“Enrique era un tipo especial, vivía realmente en el underground —recuerda Sergio Parra—. Era under, under, under, muy ligado a los Redonditos de Ricota y era muy directo porque pasaba todos los días con mucha cocaína… y tenía su humor”.
“Symns tenía el chisme de Truman Capote, esto de entrevistar a los asesinos, entonces el grupo se sintió traicionado y le quitaron más que el saludo —dice Matías Rivas—. Ahí operó la censura y el libro circuló entre amenazas de querella y resultó siendo un fracaso”.
El mismo Álvaro Henríquez evocará la figura de Symns en canciones escritas en años posteriores, como No hables tanto de la época Pettinellis, cuya letra dice:
No tienes ninguna respuesta que darnos
Tus preguntas siempre fueron en vano
Sobre tu vida y la de los demás
La vida ajena es tu especialidad
Aunque te laves la boca con jabón
Seguirás siempre siendo del montón
O Marcas en el alma, ya en modo solista, que reza:
Hasta cuándo escribes mierda
Hasta cuándo escribes mal
Hasta cuándo te dan pega por dar penas a los demás
Estúpido y con lentes con sonrisa de ratón
Tienes alma de serpiente y celos de maricón
“La obra de Enrique Symns y Vera Land ha sido muy influyente en la historia del periodismo argentino”, dice el editor Leandro Donozo. “Es apasionante ver cómo dos cronistas que estaban en el centro de la escena musical y alternativa de Buenos Aires hacen su trabajo en un contexto social y musical que, si bien tiene rasgos familiares, les es ajeno y desconocido”.
“Ese viaje de descubrimiento permite a la vez mostrar rasgos interesantes para comprender la vida social chilena en general y esa maravillosa forma de contacto entre disciplinas artísticas que permite que una banda de rock mainstream haya sido parte del teatro de vanguardia o incorpore una forma vernácula del jazz, como el guachaca o la cueca chilena, pero sin abandonar la identidad pop, de una manera muy distinta de la que lograron otros grupos”, añade.
Sergio Parra recuerda que a Symns “no le interesaban Los Tres. Los conoció en este ambiente del Liguria, le ofrecieron hacer el libro y en el camino se fueron peleando”.
Vera Land relata que Los Tres: la última canción fue el último trabajo importante que hizo con Enrique Symns. “Para contar la historia hice más de cincuenta entrevistas. En el libro permanecen vivas las voces de entrevistados que ya no están. Es muy fiel en cuanto a reproducir lo que la gente dijo. Me gusta trabajar con las voces de los otros, dejarlos hablar, que la historia se pueda entramar y refractar como un prisma”.
Según apunta Parra, “tenían un contrato y Enrique de enojado, por desprecio a la cosa mojigata, beata de ese entorno, que jalaba cocaína y hablaba de derechos humanos, hizo el libro desde el rencor”.
“Encontró más interesante hablar de la cocaína que la música, quiso mostrar esa cosa pacata que se ocultaba. Al final es como es Chile: al gerente de Penta lo basurearon y él los delató. Basurearon a la abogada (del caso Audio) y ella los grabó. Siempre el que termina basureado termina delatando, porque pensó que pertenecía a ese círculo y de repente se dio cuenta que no era parte de esa élite, sino el proveedor de la droga o la anécdota, y lo sacaron. Y Enrique se enojó y escribió el libro”, agrega.
“Nosotros no inventamos nada, contamos lo que nos contaron las fuentes —dice Vera Land—. Las fuentes fueron personas que integraban la banda, parte del entorno de la banda, amigas, amigos del presente y del pasado. Las fuentes fueron oficiales. Están los nombres (solo hay una persona que da una opinión con identidad reservada), nadie desmintió el contenido del libro que por otro lado no tiene nada de escandaloso. Siempre me toca a mí desmitificar, pero es la verdad, es una biografía de rock, está completamente dentro de los parámetros usuales del género. No es un ensayo musical. Se trataba de contar la historia de la banda y eso hicimos. Y lo hicimos en un tiempo récord, menos de un año. Abarcamos todos los temas. Las personas que hablaron con nosotros sabían que éramos periodistas, que estábamos entrevistándolos para un libro, no hubo ningún tipo de engaño”.
De hacerse se va a hacer
El sitio musicapopular.cl reseña que los pasajes del libro sobre drogas y líos de faldas molestaron profundamente a Los Tres, “quienes terminaron por desautorizar a su antiguo amigo, quitándole por completo el apoyo para la promoción del texto (cuya publicación, sin embargo, no pudieron evitar)”.
“No sé cuántos libros de rock se publicaban por año en el 2001 en Chile. Pero sé que en Argentina eran un puñado al año. En la actualidad se publica un puñado por mes, es decir que es un rubro que creció, se diversificó y se especializó —responde Vera Land—. Por lo tanto, en nuestros países el subgénero de libros musicales estaba en desarrollo por entonces, estaba en construcción, y puede ser que eso haya colaborado en la dificultad de comprender el trabajo. Es verdad que la biografía de Los Tres es rupturista en cuanto a que uno de los autores es también protagonista, pero así era el periodismo que ejercía Symns, lo que los norteamericanos llaman periodismo Gonzo o nuevo periodismo. Como digo en el prólogo ‘vi pasar las balas’ y me mantuve en calma. Terminamos y entregamos el trabajo en fecha. Creo que hoy si alguien me propusiera escribir la biografía de una banda en ocho meses le diría que no”.
¿Cómo recuerda sus días en Chile?
Tengo un recuerdo dorado de mis épocas en Chile, por los viajes, los proyectos, las amistades, los paisajes y las ciudades. Viví en Concepción, Santiago, Las Cruces y Viña del Mar, me enamoré de Valparaíso y estuve en ese lugar mágico del planeta Tierra que es Chiloé. En Chile escribí y publiqué mi primera novela Tu maquillaje de fuga se evapora con la luz; fui parte del grupo fundacional del periódico por entonces contracultural The Clinic; en Chile conocí gente hermosa, amigos con los que sigo en contacto. Y por supuesto, tuve el privilegio de ser una de las biógrafas de Los Tres.
¿Qué valor le asigna a la obra de Los Tres?
Es un aporte fundamental al rock latinoamericano. Podemos ver hoy el vigor que tienen las canciones de hace veinte, treinta años. Álvaro es un talento total, su sensibilidad, el humor, la síntesis, la expresividad de su forma de cantar que es irónica, dulce, melancólica… de una manera muy discreta puede expresar emociones que completan los versos o facilitan el entendimiento del significado, es un cantante con mucha personalidad, y las melodías de voz que crea son exquisitas, a veces se mueve con intención dentro de estándares de rock & roll, o de canción folk americana, pero lo hace muy bien, siempre con identidad. Es un gran letrista, maneja a la perfección la síntesis en los versos y fundamentalmente es un compositor de canciones, Los Tres son geniales, con toda su elaboración y sus sofisticaciones, pero si quitás todo y lo dejás a Álvaro solo con su guitarra onda fogón, las canciones están en pie, están completas. Por supuesto que Titae, Ángel y Pancho le aportan la mejor vestimenta a las canciones de Álvaro y logran un sonido muy reconocible.
¿Tomaron contacto con Los Tres para esta nueva edición?
No tuve contacto con Los Tres. Enrique Symns y yo estuvimos distanciados, peleados por muchos años. En la etapa final, cuando él estaba convaleciente, tomé coraje para ir a visitarlo. Te digo que tomé coraje porque él era un hombre de una gran fortaleza física y verlo postrado no era fácil. En una de las visitas hablamos de reeditar Páez y Los Tres. La mañana que terminé de escribir el prólogo para la reedición de Páez, puse la fecha y me fui a comprar naranjas, a la vuelta me llegó un mensaje de que Symns había partido. Pensaba visitarlo con el regalo del libro reeditado. No pudo ser. Pero cumplí mis promesas. Estoy liviana.
Consultados por La Tercera a propósito de la nueva edición del libro, desde Los Tres aseguran que no habrá declaraciones del grupo.