Christopher Reeve no se crio leyendo las historietas de Superman. Tampoco fue un gran seguidor de la serie de televisión que estuvo al aire durante seis temporadas en los años 50. Aunque era espigado (1,96 metros de altura), su delgada contextura física difícilmente evocaba la de un extraterrestre con poderes sobrehumanos.
En 1977 su currículo se componía de una serie de televisión (Love of life) y de obras montadas fuera del circuito de Broadway. Era un talento formado en la prestigiosa Juilliard –donde coincidió con Robin Williams, su compañero de habitación y amigo–, pero en ningún caso se trataba de una estrella.
Sin embargo, su despliegue en las tablas llamó la atención de Lynn Stalmaster, director de casting de la película de Superman que estaba en preparación. Él se encargó de convencer a Richard Donner para que gestionaran un primer encuentro con él. Reeve cumplía al menos con un requisito que el realizador había impuesto en el proyecto: ser un desconocido.
Pese a que los productores Ilya Salkind y Alexander Salkind querían un gran nombre al frente del reparto, Donner tenía una idea diferente. Aunque se tratara de Robert Redford, Paul Newman, Sylvester Stallone o Burt Reynolds (todos en el radar de la producción antes de que él se incorporara), nada lo haría cambiar de opinión.
“Quería a un desconocido porque pensé que sería bastante difícil convencer al público de ver a Redford volando con un traje de Superman. No es que no sea un gran actor, pero supuse que un desconocido podría lograr que funcionara”, señaló Donner a The Wrap en 2011.
En su primer encuentro el director se encontró con un “chico flacucho”, según sus recuerdos. Nada más alejado del “zoológico de músculos” que demandaba el rol del superhéroe proveniente de Krypton. Empecinado en obtener el papel, Reeve le aseguró que podía ganar masa muscular y cumplir con ese atributo.
Donner le creyó a medias. Únicamente se terminó de convencer cuando asistió como espectador a una obra en Nueva York en la que el actor tenía dos papeles. “Dios mío. Tenía un enfoque tan natural. Me sentí muy cómodo viéndolo”, recordó años después.
Había otros detalles que ajustar. Reeve tenía el cabello rubio y Superman, según los cómics, lo tenía oscuro. Para la prueba de cámara le pusieron el traje del personaje y le pintaron el cabello con betún negro. No era perfecto, pero de inmediato se acercó a la imagen que debía proyectar en la película. “En cuanto la cámara empezó a rodar, él se convirtió en Clark Kent, se convirtió en Superman. Fue realmente asombroso”, señaló el cineasta.
Christopher Reeve cumplió con su compromiso y pasó de pesar 77 a 96 kilos. ¿Cómo lo consiguió? Donner se aseguró de que contara con la ayuda de David Prowse, el actor que había interpretado a Darth Vader en la primera Star Wars (1977). Connotado fisicoculturista e instructor de pesas, se convirtió en el mejor aliado para la transformación física del protagonista, que llevó una dieta alta en proteínas que complementaba con vitaminas.
Reeve entendía que se trataba de un trabajo completo y que su apariencia le permitiría lograr la interioridad del personaje. “La cuestión es que, en este papel en particular, hay que empezar desde afuera y trabajar hacia dentro. Puedes hacer todo el trabajo interior que quieras y, aun así, no te conducirá a Superman si no tienes la fuerza física para hacerlo”, señaló en esa época.
El intérprete también se propuso que a los espectadores le resultara creíble las escenas en que Superman vuela por los cielos. Durante su preparación realizó lecciones de vuelo en aviones de tamaño pequeño y se transformó en piloto, y llevó ese conocimiento a las conversaciones que mantenía con Donner en el rodaje. “Logró que las escenas de vuelo fueran extraordinariamente creíbles”, reconoció el director.
Ese nivel de compromiso es el que recuerda Super/Man: La historia de Christopher Reeve, el documental que se acaba de estrenar en Estados Unidos sobre su vida y carrera (a Chile llegará el 24 de octubre). Uno de los focos del filme está en examinar su labor como activista tras el accidente que sufrió en 1995 y que lo dejó sin movilidad del cuello hacia abajo.
El otro está en revisar la seriedad con la que se tomó interpretar al superhéroe. Con los testimonios del productor Pierre Spengler, de los tres hijos del actor y de imágenes de archivo de Donner y Reeve, se relata que se aproximó al personaje como si se tratara del material de origen más noble. Y que ese tipo de acercamiento fue determinante en que se consolidara como una leyenda de la pantalla grande.