En junio de 2017, con 60 años recién cumplidos, Daniel Day-Lewis hizo un anuncio público que generó impacto: no volvería a trabajar como actor. “Está inmensamente agradecido con todos sus colaboradores y el público durante todos estos años. Esta es una decisión privada y ni él ni sus representantes harán más comentarios al respecto”, indicó la escueta declaración difundida por su equipo.
Responsable de cinco películas en todos los años 90 y de cuatro en la década posterior, el ganador de tres Oscar nunca había sido una figura que se destacara por hacer múltiples proyectos en un breve período de tiempo. Además, en más de una ocasión había compartido con sus directores la idea de que en algún momento abandonaría su oficio.
Pero la opción de comunicar su retiro de manera pública lucía como algo totalmente nuevo. El principal motivo detrás de ese movimiento consistía en que buscaba dar un paso categórico, sin dobles lecturas, para sí mismo y para el exterior.
“Quería poner un límite. No quería volver a involucrarme en otro proyecto. Toda mi vida he dicho que debería dejar de actuar, y no sé por qué esta vez fue diferente, pero el impulso de dejarlo se arraigó en mí y se convirtió en una compulsión. Era algo que tenía que hacer”, explicó a W Magazine, afirmando que “ahora quiero explorar el mundo de una manera diferente”.
Day-Lewis brindó esa entrevista un par de meses después de confirmar su retiro y a las puertas del estreno de El hilo fantasma (2017). Allí detalló por qué su reencuentro con Paul Thomas Anderson después de Petróleo sangriento (2008) no sólo se transformó en la despedida de su oficio, sino que en la gran razón de su jubilación adelantada.
El actor se puso en la piel de Reynolds Woodcock, un modisto que diseña ropa para mujeres adineradas y para la realeza en la Inglaterra de los años 50. Consumido por su trabajo, se revitaliza cuando conoce a Alma (Vicky Krieps), una joven que pronto ocupa la posición de musa y amante.
Si en Mi pie izquierdo (1989) lo aprendió todo sobre vivir con parálisis cerebral y en Pandillas de Nueva York (2002) se convirtió en un experto manipulando pesados cuchillos, para El hilo fantasma tuvo un acercamiento similar. Se preparó estudiando biografías de diseñadores de los años 40 y 50, compartió con algunas figuras prominentes de ese mundo y creó el vestuario de su personaje.
Pero no fue el rigor de su preparación lo que lo dejó desmotivado. Fue más bien el estado anímico en el que se sumió una vez que comenzaron el rodaje.
Según explicó, “antes de hacer el filme, no sabía que iba a dejar de actuar. Sé que Paul y yo nos reímos mucho antes de hacer la película. Y luego dejamos de reír porque a los dos nos embargó una sensación de tristeza. Eso nos tomó por sorpresa: no nos dimos cuenta de lo que habíamos dado a luz. Era difícil vivir con eso. Y todavía lo es”.
El largometraje de Anderson le reportó su sexta nominación a los Oscar (el galardón fue para Gary Oldman por Las horas más oscuras) y fue una presencia constante durante toda la temporada de premios. Luego hizo lo que había prometido: no volver a actuar.
Tan hermético como siempre, sus siguientes pasos profesionales han sido un misterio. Sus apariciones públicas, más bien escasas. Este año, en el contexto de la ceremonia de la National Board of Review, sorprendió al aparecer sobre el escenario para entregarle el premio a Mejor director a Martin Scorsese, reconocido por Los asesinos de la Luna (2023).
El veterano director hizo un guiño que no dejó a nadie indiferente. Junto con describir su trabajo juntos como “una de las mejores experiencias de mi vida”, el cineasta deslizó que “quizás haya tiempo para una más”. Day-Lewis respondió con una sonrisa.
¿Scorsese manejaba más información que el resto del mundo? ¿Podrían filmar otra cinta después de La edad de la inocencia (1993) y Pandillas de Nueva York? Hoy ese escenario parece algo menos inviable.
De la mano de su hijo
La noticia evolucionó rápido. Este martes el Daily Mail reportó haber visto a Daniel Day-Lewis filmando en las calles de Manchester junto al actor Sean Bean. En las imágenes se ve al actor de El último de los mohicanos (1992) a bordo de una moto y con un frondoso bigote que lo hace lucir casi irreconocible.
Más tarde se confirmaron las coordenadas del largometraje que lo sacará del retiro. Se trata de Anemone, el debut como director de Ronan Day-Lewis, el segundo de sus tres hijos. El actor no sólo es parte del elenco sino que coescribe el guión junto a su retoño, un artista visual que actualmente tiene 26 años.
El estudio informó que la historia explora los lazos familiares, en específico los que involucran a padres, hijos y hermanos, y que también participarán Samantha Morton, Samuel Bottomley y Safia Oakley-Green.
“No podríamos estar más emocionados de asociarnos con un artista visual brillante como Ronan Day-Lewis en su primer largometraje junto a Daniel Day-Lewis como su colaborador creativo”, apuntó en un comunicado el presidente de Focus Features, Peter Kujawski, quien aseguró que padre e hijo “han escrito un guión realmente excepcional y esperamos llevar su visión compartida al público junto con el equipo de Plan B”.
Sin mayores explicaciones, el intérprete de 67 años está de vuelta. Seguramente sus viejos colaboradores intentarán convencerlo para hacer otro proyecto juntos. Está por verse si su retorno será permanente o si únicamente abandonó la jubilación por un solo filme.