La vida de John Lennon estaba cambiando en 1975. Ese año, y después de una separación de 18 meses, volvió a estar junto con Yoko Ono. La japonesa finalmente le permitió volver a vivir con él. “La reconciliación se hizo pública cuando aparecieron juntos en la fiesta de entrega de los premios Grammy de 1975, transmitida en directo desde Nueva York. John entregó uno de los premios vestido muy raro”; señala Philip Norman en su ineludible biografía del músico.
Además, en febrero de ese año publicó un disco de versiones llamado Rock N’ Roll, en gran parte para saldar un viejo litigio judicial que lo obligaba a grabar 3 canciones del catálogo del empresario Morris Levy, todo por el guiño que hizo Lennon a Chuck Berry en la primera línea de Come Together: “Here come old flat-top”, que el de Liverpool había tomado de You can’t catch me. Después de un embrollo en que Levy había sacado su propia versión sin masterizar -con otra demanda de por medio, por parte de Lennon-, el álbum salió a las tiendas.
Era el penúltimo disco que debía grabar por el contrato que tenía vigente con Capitol. Para completarlo de una vez, publicó también ese año el recopilatorio Shaved Fish que reunía sus mejores canciones solistas. “El contrato de John con Capitol expiraba en febrero de 1976, pero no hizo ninguna gestión ni para renovarlo ni para buscar otra alternativa”, señala Norman. Ya estaba pensando en colgar la guitarra un rato.
Es que la cabeza de John estaba en un asunto más importante. A inicios de octubre, su abogado Leon Wildes, había conseguido -tras muchas apelaciones- que se dejara sin efecto la orden de expulsión contra Lennon que se argumentaba en base a una antigua condena por posesión de marihuana, en 1968. El juez Irving Kaufman consideró que la sentencia “era improcedente según los criterios americanos” y reconocía que John había sido víctima de “un intento de expulsarlo por motivos políticos”. Curiosamente, tras la renuncia de Richard Nixon por el escándalo de Watergate, todo se hizo más simple para el exbeatle. Por fin pudo quedarse. Pocos días después de eso, nació su segundo hijo -y el primero con Yoko- Sean, a quien decidió criar y estar presente en su crecimiento, lo que no había hecho con Julian, su primogénito.
También en ese año, acompañó a David Bowie, quien había acudido a Nueva York a grabar su álbum Young Americans. “John fue a los estudios Electric Lady para asistir a su sesión y durante una pausa cogió una guitarra e improvisó un riff de tres notas en torno a la palabra fama. Esa palabra y ese riff dieron a Bowie su primer single número uno en América”, relata Norman.
En abril de ese año, John recibió una invitación para participar en un especial televisivo llamado A Salute to Sir Lew Grade: The Master Showman. Si bien, con Grade habían tenido embrollos legales en el pasado por temas de derechos de autor (se había quedado nada menos que con los derechos de las canciones de los Beatles), decidió participar...pero con su propio toque. A los miembros de su banda de apoyo les hizo ponerse unas máscaras que tenían doble cara. El mensaje era dirigido a Grade, por su doble cara para hacer negocios.
Pese a este toque de humor lennoniano, enfundado en un traje rojo, su actuación fue impecable. Tocó tres canciones, las dos primeras sacadas del álbum Rock & Roll: Slippin’ and Slidin’, Stand by Me y su himno mayor, la universal Imagine. No sabía que esa era su última actuación en público. Fue el 18 de abril de 1975, en el hotel Hilton de Nueva York. Luego, John solo se dedicaría a Sean.