Anton Reisenegger (55) arribó el fin de semana desde España donde reside, para conmemorar los 30 años del debut de Criminal con Victimized -álbum clave en la historia del metal chileno-, con fechas a partir de este jueves 17 en Rancagua, luego Valparaíso (18), Concepción (19), Antofagasta (20), Talca (24) y Santiago (25). Como bonus track, la banda cruzará hasta Buenos Aires el 27.

El guitarrista y cantante, vértice del rock más extremo producido en el país a partir de los fundamentales Pentagram a mediados de los 80, enfrenta un momento crucial. Miembro de Brujería durante ocho años -un supergrupo por el que pasaron integrantes de Napalm Death, Faith No More, Fear Factory y Dead Kennedys-, se ha quedado virtualmente sin trabajo luego del fallecimiento del líder Juan Brujo a los 61 años de un infarto el mes pasado, antecedido en julio por “Pinche Peach”, de 57, también por problemas cardiacos.

“Obligatoriamente me tengo que replantear un poco las cosas -reflexiona Anton-, porque Brujería era mi trabajo principal y de lo que yo vivía”.

Si bien Reisenegger reconoce la opción de continuar con el hijo de Juan Brujo -”es probable que él de alguna forma tome el relevo y siga con el legado”-, está claro que “no va a ser lo mismo”. Como una especie de consuelo tienen el registro en multipista del último show del desaparecido líder, cuyo verdadero nombre era John David Lepe. “Es muy probable que lo editemos en algún momento como disco. Y también tenemos una gira que estaba confirmada ya con Carcass por Europa en enero y febrero. Hablamos con Jeff Walker de Carcass -él fue también parte de Brujería mucho tiempo-, y nos invitó a que siga en pie. De ahí para adelante no sé todavía”.

Por lo pronto, el presente del músico está en Chile donde se va a quedar algún tiempo, y en esta gira aniversario para reencontrarse con composiciones que suman 30 años. “Cada vez que uno se aproxima de nuevo al disco -cuenta Reisenegger-, descubre incluso cosas nuevas y también imperfecciones. Las cosas que en ese tiempo no sabíamos cómo hacer”.

“Por ejemplo, a mí no me gusta demasiado cómo está grabada la voz. De hecho, ese disco nosotros lo grabamos independientes, después lo agarró BMG, y ahí lo remezclamos. Y yo pienso que deberíamos haber grabado la voz de nuevo también, pero no lo hicimos”.

Para Anton, a pesar de esos reparos en la comparativa con los siguientes discos de Criminal, el material envejece bien. “Tiene vigencia, cosas que hoy en día la música no tiene”, asegura, en referencia a lo que califica como un estado “más rígido” del metal actual. “Esto era más suelto, más como una jam. Aunque obviamente sobre un pattern preestablecido que son los riffs de guitarra”.

“La batería era una cosa muy inspirada -continúa-, casi te diría como improvisada. Entonces yo rescato eso, el espíritu del disco, cómo se hizo, cómo se compuso y cómo se trasladó al final a cinta. Porque nosotros tampoco sabíamos cómo grabar. No había tutoriales de YouTube y no podíamos traer un ingeniero de afuera”.

Producido entre la banda y José Luis Corral, manager y sonidista del grupo en ese entonces, Victimized reunió el material que Criminal había acumulado desde su fundación en 1991 cuando alineaban Rodrigo Contreras en guitarra, Juan Francisco Cueto en bajo y J.J. Vallejo en batería. “Crucified, por ejemplo, es un tema muy thrashero, tiene muchos cambios de ritmo, muy intenso, muy rápido”, explica Reisenegger. “Y después, los que se hicieron más cerca del disco, ya tienen una influencia más del metal de los 90, como de Pantera y de White Zombie, y lo que hizo Sepultura en el Chaos A.D., ese tipo de cosas”.

-1994 es un año crucial en el metal. Pantera llega al primer puesto con Far beyond driven y es el debut de Korn, título divisorio entre las primeras huestes del género que apenas lo masticó, y la generación de los 90. ¿Cómo influye todo ese ambiente en ustedes con este primer disco?

Yo venía de Pentagram, que era una banda mucho más underground, death metal y thrash. Y después los primeros temas de Criminal también eran más thrash, más puro, más influenciado por lo que se hacía en San Francisco, bandas como Violence y Forbidden.

Pero claro -continúa-, cuando empezó toda esta ola realmente de metal como más rítmico, más oreja, era como imposible abstraerse de eso, ¿cachai? Lo que intentamos un poco fue encontrar un equilibrio entre la parte como taquilla de la música, pero al mismo tiempo el peso y la brutalidad. Yo creo que muchas bandas, incluso bandas famosas como Slayer, Kreator, Metallica, en ese tiempo como que no supieron qué hacer, ni dónde ir. El thrash mismo como que se desdibujó totalmente en los 90. Surgieron otros estilos también, y también resurgieron estilos como el power metal, el black metal, que tomaron el protagonismo que el thrash tenía antes. Como que ahí quedó un vacío.

-¿Y a ti qué te pasó cuando escuchaste a Korn o Deftones por primera vez? ¿Qué te parecieron esos grupos?

Interesantes, sobre todo el tema de la producción -las guitarras súper graves, afinadas más bajas-, pero no lo sentía como algo mío. Y por lo mismo nunca lo incorporamos tampoco al estilo de Criminal. Pero es cierto también que ya en el tercer disco, Cáncer, como que ya estábamos también un poco buscando para dónde seguimos, porque hay unos temas que son súper thrasheros, pero hay otros que son más comerciales, por decirlo de alguna forma, como Alma muerta. También estábamos medio perdidos, la verdad.

Como miembro de esa primera generación de la cultura thrash metal, Anton Reisenegger estaba inmerso en un mundo lírico “de cosas fantásticas y del mal y qué sé yo, pero cosas más como abstractas”. En cambio Victimized planteó el momento y la existencia cotidiana desde la dificultad, “cosas como las adicciones, como la presión que hay sobre la gente, el nuevo orden mundial, las noticias”. “Era más callejero”, sintetiza el músico.

-Ahora, para tocar el disco en vivo, ¿se van a regir exactamente por lo que grabaron? ¿Hay alguna modificación? ¿Cómo lo van a plantear? ¿Va a ser en el mismo orden que uno escuchaba el disco?

Sí, va a ser todo el disco y en el mismo orden, con la salvedad que hace años ya que afinamos un poquito más bajo. No es un salto como Korn, pero un poco más bajo, una nota más bajo. Afinamos en Do y vamos a tocar el disco así.

-¿Tiene que ver con la voz eso o es una cuestión de sonoridad?

De sonoridad, más que nada. Y al final no sé cómo salga. Es Criminal 2024 tocando un disco de hace 30 años, entonces no va a sonar igual que el Victimized, ¿cachai? Va a sonar como nuestros yo más evolucionados, tanto en lo técnico como en lo mental.

-¿Van a tener invitados o solamente la alineación actual de la banda?

La gira en general va a ser la banda como está actualmente: Sergio Klein en guitarra, Danilo Estrella en batería y Dan Biggin en bajo. Pero en el concierto en Santiago, en el teatro Cariola, vamos a tener invitados de la alineación original que grabó el disco.

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Los estereotipos sindican a los metaleros más bien tradicionalistas en sus gustos musicales, con los más veteranos encapsulados en las viejas escuelas de determinados subgéneros. Anton Reisenegger cuenta que el metal más extremo ha quedado rezagado en sus preferencias. En cambio, el rock y el heavy clásico son de cabecera, instituciones como Black Sabbath, Rainbow, Judas Priest, Iron Maiden y Blue Öyster Cult.

“Pero en los últimos años he ampliado un montón el espectro de las cosas que escucho”, revela. “Me gustan incluso los discos antiguos de Stevie Wonder, el Innervisions (1973). Me gusta mucho el jazz, con John Coltrane, Miles Davis, ese tipo de cosas. O sea, un poco de ir también a los orígenes de toda la música”.

-Cuando uno es chico, es más estalinista en términos de gustos.

Por supuesto. En un tiempo, para mí todo era thrash o death metal extremo, y no había nada fuera de eso, pero es una fase que se me pasó bastante rápido.

-¿Te ves tocando hasta qué edad?

Creo que en 10 años seguro que voy a estar tocando, quizás no girando tan intensamente, quizás haciendo un tipo de música un poco distinta también, más acorde a lo que escucho y al estado mental y físico en el que esté. Pero de alguna u otra forma voy a estar ligado a la música.

-En ese sentido, ¿qué te parece la actual condición de Metallica, Judas y Maiden, que han superado la barrera de los 60 años?

Mientras una banda siga haciendo un espectáculo digno puede seguir hasta que se mueran. En ese sentido, tanto Maiden como Judas y Metallica están haciendo unos shows espectaculares; están tocando, sonando y cantando bien, eso es fundamental.

Ahora, es un poco inevitable se conviertan en tributo a sí mismas, porque obviamente los últimos discos de estas bandas, si bien tienen su validez y todo, jamás se van a poder equiparar con los clásicos.

Por lo mismo -sigue- Maiden en la próxima gira van a tocar solo temas de los primeros siete discos, y no me extrañaría que Judas Priest o que Metallica hicieran algo parecido, porque al final ese es el legado de ellos.

(Photo by Evan Agostini/Invision/AP, File)

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El periodo de post pandemia redundó en una saturación de oferta musical y una baja en los cachés por shows, cuenta Reisenegger, que suma varios lustros inmerso en el circuito europeo y estadounidense. “Todos quisieron salir de gira al mismo tiempo y los festivales y las giras se coparon”.

“Se pagan menos por los shows -resume-. Creo que a la larga se va a normalizar, pero hubo como una súper oferta de bandas y ahora cuando andábamos por Estados Unidos había en la misma ciudad donde tocábamos, shows de metal extremo el día antes y después de nosotros, una competencia muy difícil. No sé tanto cómo será acá a nivel nacional, pero si vienen muchas bandas de afuera, entonces la banda chilena la tiene muy difícil para crear su propio espacio y público, porque la gente obviamente tiene una plata limitada para gastar en entretenimiento. Ese es un problema que se viene arrastrando”.

-¿Cuál es tu impresión desde la distancia del país tras un proceso constitucional fallido y una sensación generalizada de inseguridad que nos tiene más bien recluidos? La noche prácticamente murió.

Yo creo que eso de lo gris que es Chile y de lo tristón que es, eso en el fondo siempre ha sido así, y por eso Chile es país de poetas. Para hacer poesía no necesitas más que un lápiz y un papel, y el entorno te dicta un poco el ánimo. Y si bien se han masificado estos eventos de bandas y espectáculos, es una cosa también que está un poquito reservada para las élites, porque son entradas que no cualquiera se puede permitir. Es un poquito un mundo de fantasía, como los casinos Monticello, el Enjoy. Ahí no va la gente normal, la gente de a pie. Ahí va la gente de plata. Entonces, esas son distracciones tipo Estados Unidos para un pueblo que tradicionalmente es aburrido, fome y triste. En ese sentido no lo veo tan distinto a como siempre fue. Obviamente las cosas cambian mucho, la juventud cambia mucho y tienen otras ideas que yo hoy día ya casi ni siquiera entiendo. Me cuesta mucho comunicarme con alguien de 20 años, por ejemplo.

Pero Chile -sigue- también de alguna forma siempre ha salido adelante. Creo que no a pesar, sino gracias a esa cosa gris, a esa seriedad que tenemos. Porque al final es un país más serio. Por mucha inmigración caribeña y todo, vamos a seguir siendo así como somos, y eso le da al chileno un carácter más aperrado, más trabajador. Se tiene que levantar temprano, se tiene que mojar, tiene que hacer frío, y lo tiene que hacer nomás. Y lo va a seguir haciendo.

Chile es un pueblo que tradicionalmente es aburrido, fome y triste”

-Y como reflejo de ese carácter, las estadísticas dice que a nivel latinoamericano y mundial, Chile la lleva en bandas de metal por habitante.

Creo que eso también se debe un poco a que en Chile el metal llegó bien temprano y hubo un trabajo de base muy grande con fanzines, con gente que hacía conciertos, que le dio una base muy amplia y esto fue creciendo. Y en los años 90, justamente, cuando nosotros sacamos el Victimized, esto explotó después de que se acabó la dictadura, y empezó a haber gente más joven y con más apertura mental en los medios.

-Este viernes se cumplen cinco años del estallido social, y es interesante revisar las encuestas porque ahora a la gente parece que ya no le gustó tanto, y muchos olvidaron haber ido a las marchas. ¿Cuál es tu impresión de lo que finalmente sucedió?

Creo que fue una expresión de alguna forma válida y casi necesaria exceptuando, por supuesto, la destrucción de negocios porque a mucha gente le cagaron la vida. Fue un poco un delirio colectivo pensar que marchando en las calles vamos a cambiar la estructura y la idiosincrasia del chileno. Creo que era Yuval Noah Harari, este escritor israelí, quien decía que todos los procesos de cambio son lentos, difíciles y aburridos. No son de un día para otro.

Me da un poco la impresión -prosigue- de que la gente y me incluyo un poco, como que se sugestionó de que marchando en las calles podemos cambiar el país, y con una nueva constitución podemos cambiar todo. Esas cosas no son así. Aquí existen unas estructuras de clases y también de formación, de educación que van a tardar décadas, sino siglos, en cambiar. El intento quizá fue válido pero estaba un poco claro que no iba a funcionar así, como no iba a ser el país de jauja de un día para otro.

-Para ir cerrando, ¿qué discos te han gustado este año? ¿Qué recomendarías?

Uf, qué difícil, man.

-Entonces los discos que te llevarías a una isla.

¡Uf! Esa es buena. Me llevaría el South of heaven de Slayer. El Ride the lightning de Metallica, probablemente. El Powerage de AC/DC. Alguno de Queen, pero es difícil elegir… A day at the races, probablemente. Y quizás el Seven churches de Possessed.