Este domingo concluyó la 31º edición del Festival Internacional de Cine de Valdivia (FICValdivia) que, a diferencia de certámenes anteriores, tuvo que enfrentar dos grandes desafíos: el incendio de la casona que albergaba sus oficinas, el 13 de enero, y una merma en el aporte que anualmente recibe del Gobierno Regional (GORE) de la Región de Los Ríos.

El equipo organizador del evento, liderado por el Centro de Producción Cinematográfica de Valdivia (CPCV), tuvo que sobreponerse a un siniestro que no sólo consumió parte de su archivo, sino también el café La Última Frontera, tradicional punto de encuentro de asistentes y realizadores.

Así todo, la selección de películas suscitó como siempre la asistencia masiva de un público cautivo que atiborró las salas de proyección del certamen, como ocurrió con el estreno nacional de Animalia Paradoxa, de Nilles Attalah, en el Aula Magna de la Universidad Austral de Chile (UACh).

Esta alta concurrencia, dijo el cineasta chileno-norteamericano, demuestra “la capacidad del Festival de convocar a las personas. Muchos estudiantes y cineastas de distintas partes del mundo”; quienes no sólo repletaron las salas, sino también los bares, restaurantes y alojamientos de la ciudad.

Con el tiempo, el FICValdivia se ha constituido no sólo como el festival de cine más importante de Chile, sino también en un congreso para cineastas, productores, docentes y estudiantes, en donde se generan alianzas y el desarrollo de nuevos proyectos. Benjamín Leiter, director del cortometraje Atajo, que fue exhibido en el certamen, explica que el Festival “nos ayuda, cuando hay interés mutuo con otros directores, a hacer equipo y poder colaborar y hacer que el cine no sea algo tan individualista o de élite”.

Problemas

Después del incendio, el FICValdivia y el CPCV siguieron adelante con el certamen en un edificio facilitado por la UACh, enfrentando un duelo permanente respecto del espacio que perdieron y que “ninguno de nosotros ha superado”, cuenta el director del festival, Raúl Camargo.

Hoy el terreno que ocupaba la casona funciona como un estacionamiento rodeado de escombros.

Terreno de la excasona que ocupaba la organización del FICValdivia y el café La última frontera. Foto: Javier López Silva.

A esta dificultad emocional y operativa se sumó la desazón de enterarse, a cinco semanas del inicio del evento, que el aporte comprometido por el GORE bajaría de $110 a $30 millones, debido a las restricciones que la Ley de Presupuestos entregó a los Gobiernos Regionales en materia de asignaciones directas.

“Esa restricción de la Ley de Presupuestos, que proviene a raíz del Caso Convenios, pero que finalmente se genera a partir de la discusión presupuestaria en el Congreso, limitó la posibilidad de hacer asignaciones directas a instituciones como el festival de cine y permitir un financiamiento acorde a lo que se venía invirtiendo en años anteriores”, explica el gobernador protocolar de Los Ríos, Matías Fernández.

Ello impidió al FICValdivia invitar a cineastas que presentaban películas en competencia, algunos realizadores tuvieron que viajar en bus -y no en avión como años anteriores-, no hubo proyección de películas al aire libre, ni en las salas de Cineplanet, y no se realizó el evento musical en la costanera, que convocaba a cientos de personas.

Pero lejos lo más llamativo y comentado entre los asistentes fue el cambio en el formato de las acreditaciones: en vez de una credencial plastificada y con lanyard (cinta alrededor del cuello), la organización facilitó chapitas con código QR, cuyo sistema de escaneo ralentizó el acceso a las funciones.

Según Camargo, optar por la chapita “fue un tema de discusión interna y no tanto presupuestario”. Fernando Lateste, secretario ejecutivo del CPCV, agrega que hubo un ánimo ecologista detrás de esa decisión, por el plástico constante que se genera, lo que también explica la impresión acotada del catálogo de películas, sólo para archivo.

“Incertidumbre y cautela”

Este año, el FICValdivia ha sido nombrado en dos oportunidades por el Presidente Gabriel Boric: en su cuenta pública (junio) y en la presentación del proyecto de Ley de Presupuestos.

Como parte del aumento histórico de recursos para el Ministerio de las Culturas, la propuesta contempla el “financiamiento no concursable, de largo plazo” de agrupaciones de trayectoria probada por más de 10 años, como ocurre con el Festival.

Fernando Lateste cuenta que en junio, “cuando escuchamos esa noticia, nos ilusionamos y desde ese momento intentamos reunirnos con el Ministerio, lo que no fue posible en todo este periodo. Y toda esa ilusión se fue convirtiendo en incertidumbre”.

“...Y cautela”, añade Camargo.

Raúl Camargo, director del Festival Internacional de Cine de Valdivia. Foto: Javier López Silva.

Recientemente, conocieron en detalle la propuesta del Ministerio: cambiar la forma de acceso al Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras (PAOCC), y en vez de postular al fondo, contar con un convenio anual prorrogable automáticamente.

Asimismo, de aprobarse la Ley de Presupuestos el FICValdivia contaría con un segundo convenio, que incluiría los aportes que habitualmente se adjudican por el fondo de trayectoria y el fondo de industria.

En la inauguración del festival, la Ministra de las Culturas, Carolina Arredondo, se refirió a la discusión en el Congreso sobre el aumento del presupuesto para el sector: “Para nosotros esto es evidente. Para nosotros esto es necesario. Pero no es transversal el acuerdo respecto de las bancadas políticas”. Por lo que nada está zanjado.

Sueños

Pensando a futuro, y considerando que la parte artística y comunitaria del FICValdivia ya está instalada, Raúl Camargo espera “poder legar a los futuros mandantes del certamen un festival totalmente estable a nivel de sus fuentes de financiamiento públicas”, que hoy contempla recursos provenientes del Mincap, del GORE y de la Municipalidad de Valdivia.

Junto con ello, la organización del Festival espera adjudicarse, en los próximos días, el fondo de infraestructura cultural del Ministerio de las Culturas, para erigir nuevas oficinas en un terreno que les entregó en comodato el Ministerio de Bienes Nacionales, hace ya cinco años.

“Parte importante de nuestro sueño”, concluye Lateste, “es terminar el proyecto de infraestructura, tener una casa que acoja al equipo del CPCV, que sea un centro cultural abierto a la comunidad y con una sala de cine permanente”.

“Asistentes comparten afuera del Aula Magna de la UACh, una de las salas de proyección del festival. Foto: Javier López Silva”.