A inicios de la década de 1950, José Donoso Yáñez no vivía en Chile. Era un estudiante de filología inglesa en la Universidad de Princeton, Estados Unidos. Como tal, y ya mostrando su interés por la escritura, publicó sus primeros dos cuentos, escritos en idioma inglés. En 1950, estrenó The Blue Woman, y al año siguiente, fue el turno de The Poisoned Pastries, ambos quedaron plasmados en las páginas de la revista MSS, de la casa de estudios de Nueva Jersey.
Sin embargo, una vez de vuelta en Chile e iniciada formalmente su carrera como escritor, nunca incluyó los relatos en alguno de los libros que cuentos que él publicó en vida, por lo que los cuentos permanecieron largo tiempo en los archivos de Princeton sin traducirse al castellano. En 2014, en el marco de la conmemoración de los 90 años de José Donoso, fue el escritor chileno Antonio Díaz Oliva quien decidió saldar ese vacío.
“Ya viviendo fuera de Chile, en Estados Unidos, fue donde Donoso se me hizo muy importante. Años 2011, 2012, 2013 y 2014. Entonces me leí su obra entera, incluyendo sus libros de ensayos y cartas y artículos, los cuales me gustan mucho. Me adentré en su mundo y obra, tanto que me tomé un tren a Princeton, porque me enteré de que tenían sus documentos y cartas, etc. A la fecha, he ido dos veces a la Universidad de Princeton a revisar sus papeles; sus cartas, sus borradores, y en esa investigación, la primera (2013), encontré una carpeta con cosas de sus años de pregrado, en Princeton, en los 50. Entre esos documentos, dos cuentos que Donoso escribió en inglés. Los dos primeros cuentos que publicó, en teoría”, comenta a Culto.
“Como tenía fresca en mi memoria la lectura de su obra, me pareció raro que no estuvieran en español. Busqué una copia de su libro Cuentos (Seix Barral), que contiene sus dos libros de cuentos, y en efecto; no aparecían. Tampoco había rastro alguno en la web. (Y solo tiempo después un profe de una universidad gringa me dijo que habían salido publicados, en inglés, en una revista académica muy insignificante.) En fin. No estaban en español. Alguien tiene que traducirlos, me dije; manos a la obra”.
Así, Oliva tradujo ambos cuentos. En castellano, sus títulos quedaron como La mujer azul, y Los pasteles envenenados. En el primero, una mujer, Myra, se opera su nariz grande para quedar con una mucho más respingada, y en el adaptarse a su nuevo cuerpo sale a las calles de la ciudad (probablemente Nueva York, aunque no se dice) y tiene un encuentro con unos hombres desconocidos en un bar, que la hace reflexionar sobre su cuerpo. En el segundo, Donoso apela a uno de sus clásicos: una casa. Es la historia de un hombre que recuerda una historia de su infancia, de cómo dejó de temerle a su padre médico. Se ambienta en una familia más o menos acomodada. Es quizás el más “donosiano” de los dos.
“El primer cuento La mujer azul cuenta la historia de Myra, una frágil mujer en sus cuarenta que trabaja en una agencia de publicidad en Nueva York -explica Díaz Oliva-. Es casi un relato de una escritora estadounidense; podría ser de Lucía Berlin, por ejemplo. O de Truman Capote. Y Donoso se va por territorios raros y espeluznantes. Se parece un poco a la película El cisne negro. Porque la mujer azul tiene alucinaciones y sufre la sensación de que su identidad está fragmentada. Algo muy donosiano, claro”.
“El segundo cuento tiene varios de los elementos clásicos de Donoso. La casa, la familia, una anciana, etc. Los pasteles envenenados parte con un hombre rememorando su infancia y las pesadillas surrealistas que tenía con su padre; un sueño recurrente y hermosísimo en el que el narrador se hincha como un gigante globo rosado hasta reventar, lo que hace que desde su interior una moneda caiga al pavimento”.
Díaz Oliva comenta sobre la escritura de Donoso en estos cuentos: “Hay algo fronterizo en la forma en que Donoso escribe en inglés. No usa un inglés americano, sino uno cercano a la tradición inglesa de fin de siglo. Nada raro: estos son años de descubrimientos literarios. En Princeton Donoso lee en profundidad a Henry James, algo que se nota en la prosa de sus dos primeros cuentos, tanto en el constante uso de la coma como en las frases intercaladas, la figura de los padres y los espacios físicos de las casas”.
¿Cómo crees que estos cuentos conectan con la obra posterior de José Donoso?
Bueno. Incluso en sus primeros cuentos Donoso era donosiano. Luego de la publicación de estos me escribieron por email un par de personas, entre esos un escritor argentino que era profesor en Princeton y quien me dijo lo siguiente: “El narrador de Donoso nunca es del todo confiable, tiende a desplazar el foco de la narración hacia los márgenes, a crear ambigüedad”. En estos cuentos esto queda evidenciado. Y es algo que luego se explora en las novelas, algo que se puede asociar con el que Donoso, pese a ser de la clase alta, le fascinaban los personajes desplazados, en los márgenes, aunque (a diferencia de muchos autores hoy), no los romantiza.
Asimismo, estos cuentos se conectan con los dos libros de cuentos de Donoso: Veraneo y otros cuentos y El charleston, donde hay un espíritu interesante, como te dije: un Donoso joven, aventurero, casi beatnik. Veraneo y otros cuentos tiene asimismo momentos raros y donosianos (que anuncian lo que vendrá en su obra), y es una excelente forma de ingresar a su mundo, si es que no quieres subirte a ese “obsceno pájaro”. Igual es raro el caso de Donoso. Creo que, si bien está muerto, Chile le sigue pesando. Los chilenos no lo saben leer. O por lo menos leer de maneras diferentes a las que les enseñaron en el colegio, o las que los academicxs nos quieren imponer a la fuerza.
Eso sí, para Díaz Oliva desde estos cuentos ya se puede explorar un rasgo prominente de la obra de Donoso. Su narrativa al borde de lo fantástico. “Lo segundo que me sucedió al leerlos, y al traducirlos, es que me quedó claro que Donoso no era un autor realista; Donoso era un autor del gótico latinoamericano. Sin duda, luego de leer y traducir estos cuentos, me cambió la figura de Donoso. Ahora la tengo más cerca de Guillermo del Toro, Shirley Jackson, Marvel Moreno, Silvina Ocampo y David Lynch, antes de que parte del viejo y desgastado criollismo chileno. Ese que hoy se disfraza de novela facilista de dictadura, el pornodrama sobre la clase social, o el ombliguismo tipo autoficción”.
En sus nuevas versiones en español, ambos cuentos fueron publicados en sitios web. La mujer azul en la revista colombiana El Malpensante, y en la revista chilena Dossier, de la Facultad de Comunicación y Letras de la UDP. No fueron incluidos en los Cuentos Reunidos que publicó Alfaguara en 2022, a pesar de que Díaz Oliva cuenta de que hubo conversaciones al respecto. “Finalmente, no sucedió y los cuentos siguen flotando en la web, a la deriva y casi como si fueran apócrifos, en los márgenes del canon donosiano”. ¿Qué pasó? En la Nota a la edición, se indica que los cuentos no fueron incluidos porque “se respetó la decisión del autor de mantenerlos al margen de su producción narrativa en todas las ediciones de los cuentos que realizó en vida”.